Lo divino y lo demoníaco



1. Valentía, pureza de corazón, constancia en la meditación y en la compañía de los santos, generosidad, autodominio, veneración, austeridad y rectitud.

2. Mansedumbre, sinceridad, renuncia, ecuanimidad, serenidad, simpatía por todos los seres sin reparar en sus faltas, desapego, amabilidad, humildad y firmeza.

3. Energía, fortaleza, magnanimidad, pureza, modestia y buena voluntad: éstas son las cualidades de aquél que ya ha nacido al camino espiritual y por él ya anda.

4. Hipocresía, insolencia, presunción, ira, despotismo e ignorancia: éstas son las cualidades del hombre que vive en el infierno.

5. A la liberación conducen las virtudes espirituales que al principio te he enumerado, mas todo lo contrario he de decirte de los pecados del infierno que luego te cité, pues encadenan el alma. Mas no has de preocuparte, oh Arjuna, pues tú has nacido ya al camino espiritual, y el cielo es la meta a la que te diriges.

6. En este mundo hay dos tipos de naturaleza: la naturaleza divina y la naturaleza demoníaca. Ya antes te he explicado acerca de la naturaleza divina, mas escucha ahora, pues voy a hablarte acerca de la naturaleza demoníaca.

7. El hombre de naturaleza demoníaca, careciendo de principios, ignora qué es lo que se debe hacer y qué es lo que no se debe hacer; su corazón está empocilgado con todo tipo de impurezas, su conducta es irreverente y miente sin reparo.

8. Dice cosas como: “En este mundo no existe la Verdad, ni tampoco la moral, ni tampoco Dios. La causa del nacimiento no es más que la voluptuosidad sexual de los predecesores: ¡No hay ley que gobierne esta creación!” 

9. Cientos de incontenibles e insaciables deseos torturan su alma, llena de hipocresía, arrogancia e insolencia. Se aferra firmemente a sus confusas ideas, y prosigue con indolencia por el camino de la iniquidad.

10. Debido a esto, el temor y la preocupación acosan durante toda su vida a los hombres de esta naturaleza, no abandonándoles hasta el momento de su muerte. Su única meta es gozar de los placeres sensuales, firmemente convencidos de que esto es todo lo que hay, al carecer de otras miras superiores.

11. Acuciados por cientos de deseos y vanas esperanzas, se esfuerzan denodadamente por acumular riquezas y bienes. Viven con el único propósito de satisfacer sus deseos egoístas, siendo el odio y la lujuria su único refugio.

12.“Esto es lo que he conseguido hoy —dicen ellos—, y con esto podré realizar tal deseo. Esto es cuanto ahora poseo, pero quiero poseer más.”

13. “He aniquilado a tal enemigo —dicen ellos—, y a otros más he de aniquilar también. Soy un hombre poderoso y gozo de cuanto quiero en esta vida: tengo éxito, poder y felicidad.”

14. “Soy rico y he nacido en familia noble —dicen ellos—, ¿quién se podría comparar a mí? Con mi dinero costearé ceremonias religiosas para obtener bendiciones y viviré dichoso.” Viven engañados en la oscuridad de la ignorancia.

15. Acosados por millares de pensamientos impuros, descarrían apresándose en las redes de la ilusión; entregados por completo a los placeres de los sentidos, se esclavizan a ellos, cayendo en el más inmundo de los infiernos.

16. Engreídos en su vanagloria, con el juicio alterado por el poder, el orgullo y la riqueza, ofrecen con hipocresía vanos sacrificios por pura ostentación, pues no tienen ya respeto alguno por la ley divina.

17. Violentos, iracundos, lascivos y sumidos ya en la más insolente arrogancia, estos hombres malvados llegan a odiarme: Me odian en ellos mismos y en otros igualmente.

18. Estos seres malvados, crueles y llenos de odio, son los hombres en el estado más bajo. En el inacabable ciclo de las reencarnaciones, inexorablemente Yo condeno a estos hombres a la destrucción.

19. Haciéndoles reencarnar en una forma de vida inferior, permaneciendo en la oscuridad vida tras vida, en ese estado no pueden llegar a Mí, al contrario, continúan descendiendo en el camino del infierno.

20. Tres son las puertas que conducen a ese infierno, condenando al alma a la oscuridad y la muerte: la lujuria, la ira y la codicia. De estas tres puertas el hombre debe apartarse.

21. Cuando un hombre se aleja de estas tres puertas que conducen su alma a la oscuridad, comienza a labrarse su propia salvación, encaminándose así hacia el Sendero Supremo.

22. Pero el hombre irreflexivo que rechaza las palabras de la Sabiduría y sigue el impulso del deseo, jamás encontrará el Camino Supremo ni la dicha interior, ni mucho menos la perfección.

23. Deja que la Sabiduría y las Santas Escrituras marquen tu pauta, en cuanto a lo que es correcto y lo que no lo es. Lee las Santas Escrituras y vive una vida de armonía haciendo el bien.


Bhagavad Gita, XVI