Encerrado entre palabras

 

Mumonkan - Encerrado entre palabras

Un estudiante de Zen le dijo a Unmon: “La brillantez de Buda ilumina todo el universo.”

Antes de que hubiera terminado  la frase Unmon le preguntó:  “Estás recitando el poema de otro, ¿no es cierto?”

“Si.” Respondió el estudiante.

“Estás encerrado entre palabras”, le dijo Unmon.

Luego otro maestro, Shishin, preguntó a sus discípulos: “¿Hasta qué punto el estudiante estaba encerrado entre palabras?"

Del Mumonkan

Ahora lo que se llama muerte ha llegado hasta ti


Oh hijo de noble familia, ahora lo que se llama muerte ha llegado hasta ti. No eres el único que abandona este mundo; a todos nos sucede. No deberías, pues, sentir deseo o anhelo por esta vida. Aunque sientas deseo y anhelo, no puedes quedarte; tan sólo podrías vagar por el samsara. No desees, no anheles. Recuerda las Tres Joyas. Oh hijo de noble familia, cualesquiera que sean las proyecciones terroríficas que puedan aparecer ante ti en el bardo del Absoluto, no olvides estas palabras; sigue adelante recordando siempre su significado. Éste es el punto esencial de la enseñanza:

Ahora cuando el bardo del Absoluto surge ante mí,

abandonaré todo pensamiento de miedo y terror,

reconoceré como proyecciones propias todo lo que vea,

sabiendo que son sólo visiones del bardo.

Llegado a este punto crucial,

no temeré a las divinidades pacíficas ni a las coléricas,

que son sólo mis propias proyecciones

Sigue adelante diciendo estas palabras de forma clara y precisa, sin dejar de recordar su significado. No lo olvides, pues es esencial reconocer con certeza que cualquier cosa que pueda aparecer ante ti, por terrorífica que sea, es sólo una proyección de ti mismo.

Oh hijo de noble familia, cuando tu cuerpo y tu mente se separen definitivamente, el Absoluto aparecerá, puro y claro aunque difícil de discernir, luminoso y brillante, con un resplandor aterrador, brillando como un espejismo sobre una llanura en primavera. No tengas miedo de él, no te confundas. Ésta es la irradiación natural de tu propio Absoluto y como tal debes reconocerlo.

Un gran rugido atronador surgirá del interior de la luz, el sonido natural del Absoluto, semejante a un millar de truenos retumbando al mismo tiempo. Éste es el sonido natural de tu propio Absoluto; así pues, no tengas miedo ni te sientas confundido. Tú tienes lo que se llama un "cuerpo mental de tendencias inconscientes", pero no tienes un cuerpo físico de carne y hueso, de modo que ningún sonido, color o rayo de luz puede dañarte en absoluto; no puedes morir. Basta con que los reconozcas simplemente como tus propias proyecciones. Debes saber que esto es el estado de bardo.

Oh hijo de noble familia, si no los reconoces de esta forma como tus propias proyecciones, cualquiera que sea la meditación que hayas practicado en vida, si no has hecho tuya esta enseñanza, las luces coloreadas te estremecerán, los sonidos te confundirán y los rayos de luz te aterrorizarán. Si no comprendes este punto esencial de la enseñanza, no reconocerás los sonidos, las luces y los rayos, y vagarás errante en el samsara.

Padma Sambhava - Bardo Thodol, Libro tibetano de los muertos

Traducción: Agustín López y María Tabuyo

Ahora estoy muerto, ¿qué puedo hacer?


¡Oh, noblemente nacido! Como dispones de un cuerpo fantasmal, encuentras a tus conocidos y tus lugares familiares como en un sueño. Cuando te encuentres con dichos conocidos, aunque trates de comunicarte con ellos, no te responderán. Cuando veas llorar a tus conocidos y seres queridos, pensarás: "Ahora estoy muerto, ¿qué puedo hacer?" Sientes un dolor que te traspasa, como un pez fuera del agua. Pero por muy profundo que sea tu dolor, el atormentarte a ti mismo no sirve de nada. Si cuentas con un maestro espiritual, reza a tu maestro espiritual. O reza a la Deidad Arquetípica compasiva. No te aferres a tus seres queridos, no sirve de nada. ¡Reza a los Compasivos, y no sufras ni te aterres!

¡Oh, noblemente nacido! Llevado por el rápido viento de la evolución, tu mente es impotente e inestable, como una pluma, girando y revoloteando. A los que lloran les dices: "No lloren, estoy aquí" Pero no se dan cuenta, y entonces comprendes que has muerto y sientes una gran angustia. ¡No te abandones a tu dolor! Hay un crepúsculo constante, gris, como el cielo otoñal justo antes del amanecer, ni es de día ni de noche. 

Noble hijo, en ese momento te detendrás junto a los puentes, a los templos, a los conventos, a las cabañas y a las chozas. Pero no podrás permanecer mucho en ellos porque tu espíritu, al no tener ya cuerpo, no puede estabilizarse en ninguna parte. Te sientes atormentado, amargado y acosado. Tiritas. Tu espíritu está disperso, vacilante y difuso. No tendrás más que un solo pensamiento: "Estoy muerto, ¿qué puedo hacer?" Con ese pensamiento, tu corazón se vuelve vacío y frío. Estás lleno de una tristeza interna infinita. No te apegues a un lugar, puesto que debes errar. No emprendas nada, deja que tu espíritu permanezca en su estado natural. He aquí el momento en el que no tendrás para comer más que lo que te consagren por sacrificio y en el que no podrás contar con tus amigos. Son los signos de que tienes que errar en el estado intermedio del devenir. La dicha y los tormentos dependerán de tu karma. Al pasear por tu propio país, al ver a tus vecinos, e incluso tu cadáver, pensarás dolorosamente: "¡Así pues, estoy muerto!" Tu cuerpo mental pierde entonces su seguridad, y te dices a ti mismo: "¡Oh! ¡Qué no daría yo por tener un cuerpo cualquiera! ", y te pondrás a buscar un cuerpo por todas partes. Aunque intentarás entrar nueve veces en tu cadáver, éste estará helado si es invierno, o descompuesto si es verano, o bien tu familia lo habrá quemado o enterrado, o bien las aves y las rapaces lo habrán despedazado, de forma que no encontrarás nada para reintegrarte porque ha transcurrido mucho tiempo desde que vagas por el bardo de la Verdad en Sí. He aquí por qué eres tan desgraciado y por qué quieres abismarte en las grietas y en las rocas. Es el sufrimiento del estado intermedio del devenir.

Mientras andes a la búsqueda de un cuerpo, no conocerás más que el sufrimiento. No hagas nada pues, y en lugar de aspirar a encontrar un cuerpo, permanece sin distraerte en el no-actuar .

Padma Sambhava, Libro tibetano de los muertos

Traducción: Robert Thurman