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Ahora estoy muerto, ¿qué puedo hacer?


¡Oh, noblemente nacido! Como dispones de un cuerpo fantasmal, encuentras a tus conocidos y tus lugares familiares como en un sueño. Cuando te encuentres con dichos conocidos, aunque trates de comunicarte con ellos, no te responderán. Cuando veas llorar a tus conocidos y seres queridos, pensarás: "Ahora estoy muerto, ¿qué puedo hacer?" Sientes un dolor que te traspasa, como un pez fuera del agua. Pero por muy profundo que sea tu dolor, el atormentarte a ti mismo no sirve de nada. Si cuentas con un maestro espiritual, reza a tu maestro espiritual. O reza a la Deidad Arquetípica compasiva. No te aferres a tus seres queridos, no sirve de nada. ¡Reza a los Compasivos, y no sufras ni te aterres!

¡Oh, noblemente nacido! Llevado por el rápido viento de la evolución, tu mente es impotente e inestable, como una pluma, girando y revoloteando. A los que lloran les dices: "No lloren, estoy aquí" Pero no se dan cuenta, y entonces comprendes que has muerto y sientes una gran angustia. ¡No te abandones a tu dolor! Hay un crepúsculo constante, gris, como el cielo otoñal justo antes del amanecer, ni es de día ni de noche. 

Noble hijo, en ese momento te detendrás junto a los puentes, a los templos, a los conventos, a las cabañas y a las chozas. Pero no podrás permanecer mucho en ellos porque tu espíritu, al no tener ya cuerpo, no puede estabilizarse en ninguna parte. Te sientes atormentado, amargado y acosado. Tiritas. Tu espíritu está disperso, vacilante y difuso. No tendrás más que un solo pensamiento: "Estoy muerto, ¿qué puedo hacer?" Con ese pensamiento, tu corazón se vuelve vacío y frío. Estás lleno de una tristeza interna infinita. No te apegues a un lugar, puesto que debes errar. No emprendas nada, deja que tu espíritu permanezca en su estado natural. He aquí el momento en el que no tendrás para comer más que lo que te consagren por sacrificio y en el que no podrás contar con tus amigos. Son los signos de que tienes que errar en el estado intermedio del devenir. La dicha y los tormentos dependerán de tu karma. Al pasear por tu propio país, al ver a tus vecinos, e incluso tu cadáver, pensarás dolorosamente: "¡Así pues, estoy muerto!" Tu cuerpo mental pierde entonces su seguridad, y te dices a ti mismo: "¡Oh! ¡Qué no daría yo por tener un cuerpo cualquiera! ", y te pondrás a buscar un cuerpo por todas partes. Aunque intentarás entrar nueve veces en tu cadáver, éste estará helado si es invierno, o descompuesto si es verano, o bien tu familia lo habrá quemado o enterrado, o bien las aves y las rapaces lo habrán despedazado, de forma que no encontrarás nada para reintegrarte porque ha transcurrido mucho tiempo desde que vagas por el bardo de la Verdad en Sí. He aquí por qué eres tan desgraciado y por qué quieres abismarte en las grietas y en las rocas. Es el sufrimiento del estado intermedio del devenir.

Mientras andes a la búsqueda de un cuerpo, no conocerás más que el sufrimiento. No hagas nada pues, y en lugar de aspirar a encontrar un cuerpo, permanece sin distraerte en el no-actuar .

Padma Sambhava, Libro tibetano de los muertos

Traducción: Robert Thurman