De lo que se dice y se recita en la oración del difunto


Dijo An-Nawawi: Se dice: “allahu akbar” cuatro veces;
Después de la primera vez se dice: ‘audhu billahi mina shaitani rayim’ y a
continuación se reza el Fátiha.
Después se da el segundo “allahu akbar” (takbir) y a continuación se reza
la oración del Profeta diciendo:
¡Allah bendice a Muhammad y a su familia como bendijiste a Ibrahim y
a su familia!
Después se da el tercer takbír y se pide por el difunto y los musulmanes.
A continuación el cuarto takbír y es preferible aquí abundar en las peticiones.
Las peticiones serán en la forma y contenido que veremos en los hadices
a continuación, si Allah quiere.


HADIZ
1. 940
Se transmitió de Abu Abdurrahmán Auf Ibn Málik, Allah esté complacido con él, que dijo:

“El Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, hizo la oración del difunto y memoricé las siguientes peticiones:
¡Allahumma agfir lahu wa arhamhu, wa áfihi wafu anhu, wa akrim nuzulahu, wa wassia mudjalahu; wa agsilhu bil mai wa az zalyi wa al barad; wa naqqihi minal jataya kamá naqqaita az zaub al abiad min ad danas; wa abdilhu daran jairan min dárihi, wa ahlan jairan min ahlihi, wa zauyan jairan min zauyihi; wa adjilhu al yannah, wa aidhhu min adhabi al qabri wa min adhabi an nar!’.

(¡Allah, perdónale y ten misericordia de él. Ponlo a salvo de todo daño y perdónalo de sus faltas. Borra sus faltas, concédele una buena recompensa y expande su tumba!
¡Oh Allah, lávalo y purifícalo de sus faltas con Tu compasión y misericordia. De la misma forma que se nota la limpieza en la ropa blanca de toda suciedad!
¡Oh Allah, cambia su casa en dunia por una mejor en el Ajira. Y cambia su familia por otra mejor y su esposa por otra mejor!
¡Oh Allah, hazle entrar en el Jardín y refúgialo del castigo de la tumba y el Fuego!)

Dijo el transmisor del hadiz:
‘Me llenaron tanto sus peticiones que desee ser yo el difunto’.”
Lo relató Muslim.

2. 941
De Abu Huraira, Abu Qatada y Abu Ibrahím Al Ashhalí que transmitió de su padre, Allah esté complacido de todos ellos, y éste del Profeta, Allah le bendiga y le dé paz:

“Rezando la oración del difunto dijo:
¡Allahumma igfir li haiyina wa maiyitina; wa saguirina wa kabirina; wa dhakarina wa unzana; wa shahidina wa gaibina; allahumma man ahiaitahu minna fa ahihi ala al islam, wa man tawaffaitahu minna fa tawaffahu ala al imán. Allahumma la tahrimna ayrahu wa la taftinna baadahu!’

(¡Allah, perdona tanto a nuestros vivos como a nuestros muertos, a nuestros pequeños y a nuestros mayores, a nuestros varones y a nuestras hembras, a los presentes y a los ausentes. Allah, a quien de nosotros diste la vida, házsela vivir en el Islam. Y a quien hiciste llegar la muerte, hazlo morir en la fe.
Allah no nos prives de la recompensa y no nos hagas caer en desgracia!).”

Lo relató At Tirmidí.

3. 942
Y de Abu Huraira, Allah esté complacido de él se transmitió que oyó decir al Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz:

“Cuando hagáis la oración del difunto, pedid a Allah por él de forma sincera.”

Lo relató Abu Daud.

4. 943
Y del mismo se transmitió, que dijo el Profeta, Allah le bendiga y le dé paz, en una oración de difunto:

“¡Allahumma anta rabbuha, wa jalaqtaha, wa anta hadaitahá lilislam; wa anta qabadta ruhahá, wa anta aalamu bi sirrihá wa aalaniyatihá; wa qad yinaka shufaa lahu, fagfir lahu!

(¡Oh Allah, Tú eres su Señor y Tú lo creaste; Tú lo dirigiste al Islam y Tú has tomado su espíritu; Tú sabes su secreto y lo que manifiesta; y hemos venido para pedirte por él! ¡Perdónalo!).”

Lo relató Abu Daud.

5. 944
Se transmitió de Wázila Ibn Al Asqai, Allah esté complacido con él, que dijo:

“Hizo de imam para nosotros el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé paz, en una oración de un difunto musulmán, y le oí decir:

‘Oh Allah, fulano hijo de fulano está amparado por Ti, protégelo de la prueba de la tumba y del castigo del Fuego; Tu eres el dador de gracias, oh Allah, perdónalo y ten misericordia de él. Tu eres, realmente, el Perdonador, el Compasivo.”

Lo relató Abu Daud.

6. 945
Se transmitió de Abdallah Ibn Abu Aufá, Allah esté complacido de él que:

“Hizo de imam en la oración para su difunta hija y después de haber dado los cuatro ‘takbirat’, pidió el perdón para ella e hizo peticiones a Allah por ella. Y a continuación dijo:

‘Así solía hacerlo el Mensajero de Allah, que Él le bendiga y le dé paz.”

Y en otro relato:

“Hizo los cuatro ‘takbirat’ y permaneció un tiempo que pensamos que daría un quinto takbir. Después saludó a su derecha y a su izquierda. Y cuando hubo terminado, le preguntamos:

‘¿Qué significa eso?’

Dijo: ‘¡No he añadido más de lo que he visto hacer al Mensajero de Allah! que Él le bendiga y le dé paz’.”

Lo relató Al Hakim (Hadiz Hasan Sahih


Imam An Nawawi
El jardín de los justos
Traducción: Zakaría Maza Vielva

Lie Zi - De la emoción


Un hombre nacido en Yan se había criado en Chu, donde había vivido toda su vida. Viejo ya, emprendió el regreso a su país natal. Al llegar a Jin, otros viajeros que seguían su mismo camino lo engañaron. Indicándole las murallas le dijeron: "Ésas son las murallas de Yan." El hombre de Yan se puso triste. Señalándole un templo consagrado a los espíritus de la tierra (she), le dijeron: "Ése es un templo de los espíritus de la tierra de tu país". El hombre de Yan suspiró profundamente. Le señalaron una casa y le dijeron: "Ahí tienes la morada de tus antepasados". El hombre de Yan se echó entonces a llorar llevado por la emoción. Le indicaron unos montículos y le dijeron: "Ésas son las tumbas de tus antepasados". El hombre de Yan, sin poder contenerse, estalló en sollozos. Entonces sus compañeros de viaje riendo a carcajadas le dijeron: "Te hemos estado engañando todo el tiempo: esto es Jin". El hombre de Yan se sintió avergonzado. Cuando efectivamente llegó a su país natal, al ver sus murallas, sus templos de los espíritus de la tierra, las cabañas y tumbas de los antepasados, la emoción que experimentó fue mucho menos intensa.




En Lie Zi, El libro de la perfecta vacuidad, Zhou Mu Wang: El rey Mu de Zhou, Barcelona, Kairós, 2002


Llegada del buen ladrón al Paraíso




1. Y mientras Enoch y Elías así hablaban, he aquí que sobrevino un hombre muy miserable, que llevaba sobre sus espaldas el signo de la cruz.

2. Y, al verlo, todos los santos le preguntaron: ¿Quién eres? Tu aspecto es el de un ladrón. ¿De dónde vienes, que llevas el signo de la cruz sobre tus espaldas?

3. Y él, respondiéndoles, dijo: Con verdad habláis, porque yo he sido un ladrón, y he cometido crímenes en la tierra. Y los judíos me crucificaron con Jesús, y vi las maravillas que se realizaron por la cruz de mi compañero, y creí que es el Creador de todas las criaturas, y el rey todopoderoso, y le rogué, exclamando: Señor, acuérdate de mí, cuando estés en tu reino. Y, acto seguido, accediendo a mi súplica, contestó: En verdad te digo que hoy serás conmigo en el Paraíso. Y me dio este signo de la cruz, advirtiéndome: Entra en el Paraíso llevando esto, y, si su ángel guardián no quiere dejarte entrar, muéstrale el signo de la cruz, y dile: Es Jesucristo, el hijo de Dios, que está crucificado ahora, quien me ha enviado a ti. Y repetí estas cosas al ángel guardián, que, al oírmelas, me abrió presto, me hizo entrar, y me colocó a la derecha del Paraíso, diciendo: Espera un poco, que pronto Adán, el padre de todo el género humano, entrará con todos sus hijos, los santos y los justos del Cristo, el Señor crucificado.

4. Y, cuando hubieron escuchado estas palabras del ladrón, todos los patriarcas, con voz unánime, clamaron: Bendito sea el Señor todopoderoso, padre de las misericordias y de los bienes eternos, que ha concedido tal gracia a los pecadores, y que los ha introducido en la gloria del Paraíso, y en los campos fértiles en que reside la verdadera vida espiritual. Así sea.



Evangelio de NIcodemo, capitulo XXVII
Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

Un hijo afortunado


Ziqi tenía ocho hijos. Cierto día los reunió y, llamando a Jiufang Yin, le dijo: -"Examina los rostros de mis hijos y dime cuál de ellos será afortunado".

-Kun será el mas afortunado -dijo Jufang Yin.

¿De qué manera? -Preguntó admirado Ziqi.

Kun comerá con un príncipe hasta el final de sus días - Le respondió Jufang Yi.

Al oír esto, Ziqi, afligido y con los ojos llenos de lágrimas, exclamó:

-¿Por qué este hijo mío tiene que llegar a ese extremo?

Cuando alguien come con un príncipe -dijo Jufang Yin-, el honor se extiende a sus tres parentescos y sobre todo a sus propios padres; ¿cómo es que te echas a llorar?. Eso es rechazar la dicha.

Yin -dijo Ziqi-, ¿cómo sabes que Kun será verdaderamente afortunado? Sólo sabes que el olor del vino y los manjares llegarán a su nariz y a su boca, pero ¿puedes saber de qué manera le han de venir?. Yo no soy pastor, y ha nacido un cordero en el límite sudoeste de mi casa; tampoco soy cazador, y en el límite nordeste de mi casa nacieron codornices. Mi hijo y yo nos movemos en libertad, y andamos por Cielo y Tierra. No estamos asociados en negocios mundanos, ni conspiramos juntos, ni hacemos juntos nada extraordinario. Vivo con él conforme a la realidad del Cielo y de la Tierra, y no dejo que lo aflijan las cosas del mundo. Dejamos los dos que todo siga su curso, y yo procuro que su mente no se ocupe de la conveniencia de obrar o no. Y fíjate ahora, de que forma nos recompensa el Cielo. Donde hay señales extrañas, no puede sino haber hechos extraños; eso es peligroso, pero no será mi culpa ni la de mi hijo, sino algo impuesto por el Cielo. Por eso lloro.

Poco tiempo después, enviaron a Kun al estado de Yan, y en el camino fue secuestrado por unos bandidos. Como les resultaría difícil venderlo intacto, le cortaron un pie. Más tarde lo vendieron en el estado de Qi. Allí quiso la fortuna que llegara a ser portero mayor del duque Qu.

Kun comió carne hasta el final de sus días.

Zhuang Zi – Libro XXIV, capítulo XI
Versión de Iñaki Preciado

Amnesia


Un hombre llamado Hua zi que vivía en Yang li, en Song, cayó en un estado de amnesia a mitad de su vida. Por la tarde olvidaba lo que había tomado por la mañana; a la mañana siguiente olvidaba lo que había dado la tarde anterior. Cuando iba a algún sitio, se le olvidaba caminar; en casa, se le olvidaba sentarse. Si ahora no recordaba lo que acababa de hacer poco antes, al cabo de un rato tampoco iba a recordar lo que ahora estaba pasando. Su familia estaba amargada. Todo fue inútil. Ni los adivinos pudieron descubrir con sus cábalas la causa de la enfermedad, ni liberarle de ella las invocaciones de un brujo, ni dominarla los remedios de un médico.

Un letrado de Lu se ofreció para curarlo. La mujer y los hijos de Hua zi le prometieron la mitad de su hacienda si lo conseguía. El letrado les dijo: "Se trata de un caso que no se puede remediar ni con cábalas, ni con invocaciones, ni recurriendo a las medicinas. Yo lo que hará será intentar modificar su mente, cambiar sus pensamientos. Así, puede que se reestablezca".

Acto seguido dispuso una serie de pruebas. Hizo que lo desnudaran y el reclamó la ropa; lo tuvo sin comer y exigió comida; lo dejó a oscuras y pidió luz. Entonces el letrado dijo satisfecho a los hijos de Hua zi: "Se puede curar la enfermedad. Sin embargo, mi método es algo secreto que no se puede divulgar." Despidió a todos y se quedó a solas con el enfermo durante siete días.

Nadie supo qué hizo éste con el enfermo, mas el hecho fue que una enfermedad acumulada a lo largo de los años desapareció una mañana.

Al recobrar la plena conciencia, Hua zi se puso furioso. Recriminó a su mujer, castigó a sus hijos y, con una lanza en la mano, salió corriendo detrás del letrado. Las gentes de Song lo sujetaron y le preguntaron por qué se comportaba de aquella manera. Hua zi les explicó: "Antes, sumido como estaba en un estado de amnesia, en mi profunda indiferencia ni siquiera sabía si existen o no el cielo y la tierra. Al recobrarme ahora, surgen en mi mente en caótica confusión todos los logros y pérdidas, éxitos y fracasos, penas y alegrías, amores y odios, de los últimos decenios. Y mucho me temo que en el futuro volverán a turbar mi mente nuevos logros y pérdidas, éxitos y fracasos, penas y alegrías, amores y odios. ¿Podré volver al estado que acabo de perder?".

Zi Gong quedó sorprendido al enterarse de esta historia, y se la contó a Confucio. Éste le dijo: "Es algo que tú no puedes comprender." Y dirigiéndose a Yang Hui: "No lo olvides".


Lie Zi - Libro de la Perfecta Vacuidad, El rey Mu de Zhou, capítulo VII
Traducción Iñaki Preciado

De la identidad


La palabra no es como el soplar del viento. El que habla expresa razones. Estas razones no son algo permanente. ¿Habla realmente? ¿O es que acaso no habla? Imagina que sus palabras son diferentes del sonido de un pájaro ¿Se distinguen? ¿O acaso no se distinguen? ¿Còmo ha podido ocultarse el dao hasta el punto de aparecer la distinción entre lo verdadero y lo falso? ¿Como ha podido ocultarse la palabra hasta el punto de aparecer la distinción entre el “es” y el “no es”? ¿Serà imposible la palabra? El dao se oculta bajo los pequeños logros y la palabra en la abundancia de recursos. Y así es como surgen las controversias entre los letrados confucianos y los discípulos Moístas. Cada una de estas escuelas afirma lo que la otra niega. Si queremos afirmar lo que los otros niegan y negar lo que los otros afirman, nada mejor que una mente iluminada. * Todo ser es otro y todo ser es él mismo. Esto no se ve desde el otro, sino que se sabe desde uno mismo. El otro surge del sí mismo, aunque también éste depende de aquel. Nacen ambos al mismo tiempo y, aun así, hay que decir que nacer es morir y morir es nacer, y que el poder es no poder y lo imposible posible. Razones para afirmar son razones para negar. Uno mismo es también el otro. El otro tiene su propio si y tiene su propio no. Y uno mismo también tiene su afirmación y su negación. Pero, ¿hay diferencia verdadera entre el otro y uno mismo? ¿no hay realmente diferencia entra ambos? Que el otro y el yo no se contrapongan: a eso nombran el eje del dao. Sólo  alineándose a ese eje se puede penetrar en el círculo y así corresponder a las innumerables transformaciones. Los cambios del “es” son infinitos, e infinitos los cambios del “no es”.


Zhuang Zi Libro II  capitulo 3

Ciclo de las siete estancias


P. Chester Beatty I


Papiro Chester Beatty I
(Imperio Nuevo, Ramsés V)





Principio de los dichos de la gran felicidad

¡La Única, la hermana sin igual,
la más hermosa de entre todas!
Es como la primera estrella de la mañana
al inicio de un año feliz.
Brillo resplandeciente, blanca de piel,
Hermosa la mirada de sus ojos
Dulces las palabras que emanan de sus labios,
Ella no dice una palabra de más.
Cuello erguido, pecho radiante
su cabello como verdadero lapislázuli;
(Sus) brazos rebosan oro
(Sus) dedos (son) como capullos de loto.
Muslos robustos, estrecha cintura,
Sus piernas pasean su belleza
Con elegante paso va caminando,
conquista mi corazón con sus movimientos.
Consigue que los cuellos de los hombres
Se giren para admirarla.
¡Afortunado aquél a quien ella abrace
es igual que el primero de los hombres!
Cuando ella se aleja parece
Como ese otro Único.


Segunda Estancia

Mi hermano atormenta mi corazón con su voz,
hace que la enfermedad se apodere de mí:
¡Vive próximo a la casa de mi madre
y no puedo acudir a él!
Mi madre hace bien en solicitarle de esta manera:
Accede a verla!
Mi corazón se angustia pensando en él,
Estoy poseída por su amor.
Realmente, es un necio,
Pero me parezco a él;
Desconoce mi deseo de abrazarle,
O hubiese escrito a mi madre
¡Hermano, estoy prometida a ti
Por La Dorada de las mujeres !
Ven a mí para que contemple tu belleza,
Mi Padre, y mi Madre, se alegrarán
Toda mi gente te aclamará al unísono
Ellos te aclamarán, ¡Oh, mi hermano!


Tercera Estancia

Mi corazón idea cómo contemplar su belleza
Mientras está sentada en su casa.
En el camino encuentro a Mehi en su carro
Con él están sus hombres jóvenes.
Desconozco cómo evitarle:
Debería acelerar para pasarle?
Pero el río era la carretera y
No encuentro lugar para mis pies.
Mi corazón, eres muy necio,
¿Por qué abordas a Mehi?
Si paso antes que él
Le contaré (conocerá) mis movimientos
Aquí, soy tuyo, le digo,
Entonces él gritará mi nombre
Y me designará como el primero...
Entre sus sucesores.


Cuarta Estancia

Mi corazón palpita precipitadamente
Cuando pienso en mi amor por ti:
Él no me permite actuar como una persona
brinca en su sitio.
No me permite vestirme,
Ni envolver mi pañuelo a mi alrededor;
No me pinto los ojos,
Ni tan siquiera estoy ungida.
“No esperes, ve hacia allí” , me dice,
tan pronto como pienso en él;
Mi corazón, no actúes tan estúpidamente,
¿Por qué te haces el tonto?
Permanece quieto,
El hermano viene hacia ti
Y muchas personas te observan
No dejes que la gente diga de mí:
“¡Una mujer ha fracasado en el amor!”
Permanece tranquilo cuando pienses en él,
¡Mi corazón, no palpites!


Quinta Estancia

Alabo a la Dorada, adoro a su majestad,
Ensalzo a la Señora del Cielo;
Adoro a Hathor,
¡Alabanzas a mi Señora¡ (Loada sea mi Señora)
Yo la llamé, ella escuchó mis plegarias,
Ella me envió a mi amada,
Ella vino a verme,
¡Oh, qué gran milagro me sucedió!
Yo estaba feliz, exultante, eufórico,
Cuando me dijeron: “¡Mira, ella está aquí!”
Al llegar, los jóvenes se inclinaron ante ella,
Llevados por un gran amor hacia ella.
Oré a mi diosa
Que me concedió a mi hermana como un regalo;
¡Hoy hace tres días que rezo a su nombre,
Cinco días desde que ella vino a mí!


Sexta Estancia

Pasé ante su casa,
Encontré su puerta entornada;
Mi hermano estaba con su madre,
Y todos sus hermanos con él.
Su amor conquistó el corazón
De todos aquellos quienes se recorrían el camino;
¡Espléndido joven sin igual,
Hermano excepcional en virtudes!
Él me miró cuando pasé,
Y yo me regocijé;
¡Cómo mi corazón estaba exultante de felicidad,
Mi hermano, a tu vista!
Si tan sólo la madre conociera mi corazón,
Ella me comprendería ahora;
¡Oh, Dorada, ponlo en su corazón,
entonces iré rápidamente hacia mi hermano!
Le besaré ante sus compañeros,
No lloraría ante ellos;
Me regocijaría por su comprensión
Que tú me has reconocido!
Prepararé una fiesta para mi diosa,
Mi corazón palpita,
Déjame ver a mi hermano esta noche,
¡Oh, felicidad pasajera!


Séptima Estancia

Siete días desde que vi a mi hermana,
Y la tristeza me invade;
Soy fuerte en todos mis miembros,
Mi cuerpo me ha abandonado.
Cuando los físicos vienen,
Mi corazón rechaza sus remedios;
Los magos se muestran impotentes,
Mi enfermedad no se percibe.
¡Decirme “Ella está aquí” me reviviría!
Su nombre me animaría;
Su mensajero yendo y viniendo,
¡Eso reavivaría mi corazón!
Mi hermana es mejor que todas las prescripciones,
Ella hace más por mí que todas las medicinas;
Su venida hacia mí es mi amuleto,
¡Su aparición hace que me sienta bien!
Cuando ella abre sus ojos mi cuerpo es joven,
Sus palabras me hacen fuerte;
Abrazarla aleja mi enfermedad –
¡Siete días desde que ella me abandonó!




Traducción: Teresa Soria Trastoy
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