El secreto de cuidar la vida



Tu vida tiene un límite pero el conocimiento no lo tiene. Si usas lo limitado para alcanzar lo ilimitado, estarás en peligro. Si comprendes esto y aún te esfuerzas por conseguir el conocimiento, ¡estarás en peligro sin duda alguna! Si haces el bien, mantente alejado de la fama. Si haces el mal, mantente alejado de los castigos. Sigue el  camino del medio; adhiere a lo constante, y podrás mantenerte de una pieza, seguir vivo, cuidar a tus padres y llegar al final de tus días.

El cocinero Ting estaba cortando un buey para el Señor Wen-hui (2). Con cada toque de su mano, cada levantamiento de su hombro, cada movimiento de su pie, cada adelantamiento de su rodilla, hacía ¡tris! ¡Tras! Deslizaba el cuchillo a lo largo con un ¡zing! , y todo iba a un ritmo perfecto, como si estuviera bailando la danza del Bosquecillo de Moras o manteniendo el compás de la música Ching-shou. (3)

— ¡Ah, qué maravilloso! —dijo el Señor Wen-hui—. ¡Si las habilidades alcanzaran tales alturas!

El cocinero Ting apoyó su cuchillo y respondió: — De lo que me ocupo es del Tao, que va más allá de la habilidad. Cuando comencé a descuartizar bueyes, lo único que podía ver era el buey. Al cabo de tres años ya no veía todo el buey. Y ahora..., ahora me acerco a él por el espíritu y no lo miro con los ojos. La percepción y el entendimiento se han detenido y el espíritu se mueve por donde se le antoja. Sigo la constitución natural, golpeo en los grandes huecos, guío el cuchillo a través de las aberturas espaciosas, y sigo las cosas tal como son. Entonces nunca toco el menor ligamento o tendón, y mucho menos una gran articulación. 

Un buen cocinero cambia de cuchillo una vez al año porque corta con él. Un cocinero mediocre cambia su cuchillo una vez al mes porque acuchilla con él. Yo tengo este cuchillo desde hace diecinueve años y he cortado miles de bueyes con él; sin embargo la hoja sigue tan afilada como si recién llegara de la muela. Hay espacios entre las articulaciones, y la hoja del cuchillo en verdad no tiene grosor. Si insertas lo que carece de grosor en tales espacios, hay entonces mucho lugar; más que suficiente para que la hoja juegue por allí. Por este motivo después de diecinueve años la hoja de mi cuchillo sigue tan afilada como recién  llegada de la muela. 

Sin embargo, cada vez que llego a un lugar complicado, mido las dificultades, me digo “Presta atención y ten cuidado, mantén los ojos en lo que estás haciendo, trabaja muy lentamente, y mueve el cuchillo con la mayor sutileza, hasta que ¡paf! La res entera se abre como un cascote de tierra contra el suelo. Me quedo de pie sosteniendo mi cuchillo y miro a  mi alrededor, totalmente satisfecho y reacio a continuar; luego limpio el cuchillo y lo guardo. (4) 

— ¡Excelente! —dijo el Señor Wen-hui—. ¡He escuchado las palabras del cocinero Ting y he aprendido cómo cuidar la vida!

Cuando Kung-wen Hsüan vio al Comandante de la Derecha (5), se alarmó y dijo: — ¿Qué clase de hombre es éste? ¿Cómo llegó tener un pie mutilado? ¿Fue el Cielo? ¿O fue la mano del hombre?

— Fue el Cielo, no la mano del hombre —dijo el comandante—. Cuando el Cielo me dio la vida, se cercioró de que tuviera un solo pie. Los hombres reciben una apariencia. Luego sé que esto fue obra del Cielo y no  del hombre. El faisán de los pantanos tiene que dar diez pasos para conseguir un bocado y cien para un trago, pero no quiere que lo encierren en una jaula. Aunque lo trates como a un rey, su espíritu no estará satisfecho.

Cuando Lao Tan (6) murió, Ch’in Shih fue a condolerse; pero después de dar tres gritos, dejó la habitación.

— ¿No eras acaso amigo del Maestro —preguntaron los discípulos de Lao Tzu.

—Sí.

— ¿Y crees que es correcto condolerse de esta manera?

—Sí —dijo Ch’in Shih—. Al principio lo tomaba por un hombre real, pero ahora sé que no lo era. Hace un momento, cuando entré a presentar mis condolencias, encontré unos ancianos llorándolo como si estuvieran llorando a un hijo, y unos jóvenes llorándolo como si estuvieran llorando a una madre. Para reunir a un grupo así, tiene que haber hecho algo que los haga hablar de él, aunque él no les pidió que lo hicieran, o llorar por él, aunque él no les pidió que llorasen. Esto es esconderse del Cielo, dar la espalda a la verdadera situación de las cosas, y olvidarse con qué se nació. En los viejos tiempos, esto se llamaba el crimen de esconderse del Cielo. Tu maestro dio en llegar porque éste era su tiempo, y dio en irse porque las cosas siguen su curso. Si estás satisfecho con el tiempo y dispuesto a seguir su curso, entonces la tristeza y la alegría no tienen manera de entrar. En los viejos tiempos, esto se llamaba estar liberado de las ataduras de Dios. Aunque la grasa se queme por fuera de la lámpara, el fuego la sigue, y nadie sabe dónde acaba. (7)

Notas

1 El capítulo es muy breve y parecería estar mutilado.

2 Identificado como el Rey Hui de Wei.

3 El Bosquecillo de Moras se identifica con una danza para la lluvia del tiempo del Rey T’ang de la dinastía Shang, y la música Ching-shou como parte de una composición más extensa del tiempo de Yao.

4 Waley (Three Ways of Thought in Ancient China, p.73) toma este párrafo para referirse a los métodos de trabajo de un carnicero mediocre, y de ahí que su traducción sea muy diferente. Su interpretación deja mucho que desear, pero después de largas consideraciones he decidido seguir la interpretación tradicional porque me parece que el extremado cuidado y precaución que usa el cocinero cuando llega a un lugar complicado, también es parte del “secreto de cuidar la vida” que nos trasmite Chuang-tzu.

5 Probablemente el ex-Comandante de la Derecha, ya que ha sido castigado con la amputación de un pie, un castigo común en la China antigua. Chuang-tzu tiene en mente castigos de mutilación como éste cuando habla de la necesidad de “mantenerse de una pieza”.

6 Lao-tzu, el célebre autor del Tao Te Ching.

7 La primera parte de esta última oración es apenas inteligible y hay muchas sugerencias acerca de cómo debería interpretarse o enmendarse. Sigo a ChuKuei-yao al leer “grasa” en lugar de “dedo”. A modo de referencia, cito otras posibles interpretaciones, tal como las comprendo. “Cuando los dedos completan el trabajo de agregar leña, el fuego se propaga” (Kuo Hsiang).  “Aunque los dedos se gasten de juntar leña, el fuego se propaga” (Yü Yüeh). “Lo que podemos señalar son los leños que se han consumido, pero el fuego se transmite a otro lado” (Legge, Fukunaga).  [Elorduy dice: —Cuando los dedos han acabado de atizar la leña, el fuego sigue aún propagándose como si ignorase haberse acabado el combustible (muerto el cuerpo seguía el espíritu viviendo) – y luego aclara en una nota: La leña es el cuerpo. Muerto éste, la llama sigue aún viva.]


Zhuang Zi, capítulo III
Versión de Alex Ferrara