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Los niños convertidos en machos cabríos



En otra ocasión, Jesús había salido por las calles. Y, habiendo visto a algunos niños, que se habían reunido para jugar, se dirigió a ellos. Pero los niños, al advertir que se les acercaba, huyeron de él, y se ocultaron en un horno. Jesús los siguió, se detuvo a la puerta de la casa, y, viendo a unas mujeres, les preguntó dónde habían ido los niños. Y las mujeres respondieron: No hay aquí uno solo. Él les dijo: Y los que están en el horno, ¿quiénes son? Las mujeres le dijeron: Son machos cabríos de tres años. Y Jesús exclamó: Salgan afuera, cerca de su pastor, los machos cabríos que en el horno están. Y del horno salieron cabritillos, que saltaban y brincaban, jugueteando, alrededor de Jesús. Testigos de este espectáculo, las mujeres, presa de admiración y de pavor, corrieron a prosternarse en súplica ante Jesús, diciéndole: ¡Oh Señor Nuestro, Jesús, hijo de María! Tú eres, en verdad, el buen pastor de Israel. Ten piedad de tus siervas, que están en tu presencia, y que no dudan de ti. ¡Oh Señor nuestro, tú has venido a curar, y no a hacer perecer!

Y Jesús les respondió: Los hijos de Israel están colocados, entre los pueblos, en el mismo rango que los negros. Porque los negros merodean por los flancos de los rebaños descarriados, e importunan a los pastores, y lo mismo hace el pueblo de Israel. Y las mujeres dijeron: Señor, tú sabes todas las cosas, y nada te está oculto. Pero los hijos de Israel nunca más te huirán, ni se esconderán de ti, ni te importunarán. Rogámoste, y esperamos de tu bondad, que tornes a esos niños, servidores tuyos, a su condición primera. Y Jesús gritó: Corred aquí, niños, y vamos a jugar. Y, en el mismo instante, los cabritillos recobraron su forma, y se convirtieron en muchachos, ante los ojos de aquellas mujeres. Y, a partir de aquel día, no les fue ya posible a los niños huir de Jesús. Y sus padres les advirtieron de ello, diciéndoles: Cuidad de hacer todo lo que os diga el hijo de María.


Evangelio árabe de la infancia