Bahiya Sutta

 

Esto he oído. En cierta ocasión el Ensalzado moraba cerca de Sávati, en la arboleda de Jeta, en el parque de Anathapindika. En esa ocasión Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, moraba en Supparaka en la costa, y era apreciado, honrado, tenido en gran estima, adorado, y era objeto de deferencia. Tenía hábitos y donativos de comida en abundancia, cama, asiento, alivios y medicinas para las enfermedades. Así que esta consideración surgió en la mente de Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol: “Me pregunto si seré yo uno de esos en el mundo que son arahantes o han alcanzado el sendero del arahant.”

Entonces, un deva, que había sido anteriormente un pariente de Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, por compasión y por deseo por su bienestar, sabiendo por sí mismo la consideración en su mente, fue a donde se encontraba y le dijo a Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol: “Bahiya, ni eres arahant ni has alcanzado el sendero del arahant. No es el tuyo el curso por el cual puedas tú ser arahant o alcanzar el sendero del arahant”.

-Pero, respondió Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol ¿Quiénes en el mundo con sus dioses son arahantes o han alcanzado el sendero del arahant?

- Hay una ciudad, Bahiya, llamada Sávati, en las lejanas regiones. Allí mora ahora el Ensalzado, quien es arahant, aquel correctamente Despierto. Bahiya, Él es verdaderamente arahant y enseña el dhamma por el que se alcanza la arahantidad.

Entonces, Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, conmovido por ese deva, dejó Supparaka y, descansando sólo una noche durante el viaje, llegó a donde moraba el Ensalzado, cerca de Sávati, en la arboleda de Jeta, en el Parque de Anthapindika.

En esa ocasión un gran número de bikkhus paseaba al aire libre. Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, fue a estos monjes y les dijo:

-Señores, os ruego ¿Dónde está ahora el Ensalzado, aquel que es arahant, aquel correctamente Despierto? Deseo ver a ese arahant, aquel correctamente Despierto.

-El Ensalzado, Bahiya, se ha ido por las casas para pedir comida.

En seguida, Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, se dio media vuelta rápidamente, dejó la arboleda de Jeta y entró en Sávati, donde vio al Ensalzado andando por Sávati pidiendo comida; con bella apariencia, un placer era contemplarlo, con los sentidos calmados, la mente tranquila, en perfecto logro de compostura por medio del control de la maestría, (como) un elefante perfectamente entrenado, amaestrado y alerta. Al verlo, fue a él, se tendió con la cabeza a sus pies y dijo esto al Ensalzado:

-Señor, ¡Que el Ensalzado me enseñe dhamma! ¡Que el Bienhechor me enseñe dhamma para que sea en mi provecho y para mi felicidad por mucho tiempo¡

A estas palabras el Ensalzado dijo a Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol:

- Has llegado en momento inoportuno, Bahiya, hemos empezado a pedir la comida.

Entonces, por segunda vez, Bahiya, el de las vestiduras de corteza de árbol, dijo al Ensalzado:

-Señor es difícil saber que peligro hay para la duración de la vida del Ensalzado o para la mía ¡Que el Ensalzado me enseñe dhamma! ¡Que el Bienhechor me enseñe dhamma para que sea en mi provecho y para mi felicidad por mucho tiempo!

Por segunda vez el Ensalzado dijo:

- Has llegado en momento inoportuno, Bahiya, hemos empezado a pedir la comida.

Aun por tercera vez, , Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, dijo al Ensalzado:

-Señor es difícil saber que peligro hay para la duración de la vida del Ensalzado o para la mía ¡Que el Ensalzado me enseñe dhamma! ¡Que el Bienhechor me enseñe dhamma para que sea en mi provecho y para mi felicidad por mucho tiempo!

-Entonces, Bahiya, así has de entrenarte: En lo visto habrá sólo lo visto, en lo oído sólo lo oído, en lo imaginado sólo lo imaginado, en lo percibido sólo lo percibido. De modo que así no tendrás “por ser de ese modo...” Así es como has de entrenarte. Ahora bien, Bahiya, cuando en los visto haya para ti sólo lo visto en lo oído sólo lo oído, en lo imaginado sólo lo imaginado, en lo percibido sólo lo percibido. Entonces Bahiya, como no tendrás “por ser de ese modo...”, no tendrás “por lo tanto”. Como no tendrás “por lo tanto” se concluye que no tendrás “aquí” ni “más allá” ni “lo que está entre ambos”. Eso es el final del mal.

En seguida, Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, gracias a esta enseñanza concisa del dhamma del Ensalzado, por no apegarse, a partir de ese momento liberó su mente de los males. De modo que el Ensalzado tras aconsejar a Bahiya con esta enseñanza concisa, se marchó.

Poco después de que partiera el Ensalzado, un becerro atacó a Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, y le causó la muerte. El Ensalzado, tras andar por Sávati mendigando comida, volvió de mendigar comida y después de comer, cuando dejaba la ciudad con un gran número de monjes, vio a Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, cuya vida había quedado concluida. Al verlo dijo a los monjes:

-Monjes tomad el cuerpo de Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, traed una litera, llevároslo, quemadlo y levantad un montículo.

Si señor, respondieron esos monjes al Ensalzado, y tomaron el cuerpo, trajeron una litera, lo colocaron sobre ella y lo quemaron, cuando hubieron levantado un montículo, fueron a donde estaba el Ensalzado, lo saludaron y se sentaron a un lado.

Entonces, estando sentados a un lado esos monjes dijeron esto al Ensalzado:

-Señor, el cuerpo de Bahiya , el de la vestidura de corteza de árbol, ha sido quemado y se ha levantado un montículo. Os rogamos Señor, ¿Para adónde ha ido? ¿Cuál es su destino futuro?

-Un sabio, monjes, era Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol. El se fue en acuerdo con el dhamma, y no me molestó en el asunto de la enseñanza del dhamma. Bahiya, el de la vestidura de corteza de árbol, ha logrado la liberación total.

En seguida, el Ensalzado viendo el significado de ello pronunció este verso inspirador:

 

Donde el agua, la tierra, el fuego, el aire no encuentran donde posarse,

Allí no brilla estrella alguna, no se muestra ningún sol allí,

Allí no reluce ninguna luna, no se ve allí oscuridad.

Luego cuando el sabio, el brahmán, por la sabiduría

de su propio ser ha penetrado (en la verdad),

de la forma y de la no-forma, del placer y del dolor él está libre.

Este verso inspirador fue también dicho por el Ensalzado, así lo oí yo.

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