Aunque los comentaristas neoplatónicos elaboraron otras dos jerarquías similares a partir de los Sinoques y Teletarchae, ambas deberían considerarse como variaciones de esta misteriosa Orden de los Iynges. En la manifestación, de uno se pasa a tres, y de ahí a muchos, como se lee en un pequeño fragmento del Oráculo:
Mejor dicho, tantos como se encuentran sujetos a los Sinoques de la esfera hilética [o terrenal].
Este verso representaría simplemente los Poderes que mantienen todo unido, o contraen o reúnen las cosas materiales; y, una vez más, se los identifica con los Iynges, que reúnen en sí las Inteligencias creativas, preservativas, destructivas o perfeccionistas de la Mente Paterna. El Oráculo los simboliza con la expresión «Sus Luminosidades» queriendo dar el sentido de Rayos o Inteligencias. Sin embargo, la palabra Presteres (Luminosidades) estaría, gráfica y literalmente, mejor representada por Ardientes Torbellinos (o tromba marina), los cuales, nuevamente, representan los Iynges o Remolinos o Torbellinos o Ruedas que giran en todas las direcciones. En relación a esto el Oráculo dice:
Todas las cosas se rinden a los Sabios Remolinos de Fuego del Fuego Omnisciente [es decir del Padre], sujetas a la Voluntad del Padre que las incita a obedecer.
Como hemos visto anteriormente a estos Remolinos, representados por los Sinoques -es decir, en el sentido de poseedores del poder de mantener las cosas unidas- también se les llamó «Guardianes», y esto surgió de los siguientes versos:
Él dio a Su propio Remolino de Fuego el poder de vigilar las cumbres, fusionando con los Sinoques el verdadero poder de Su propia Fuerza.
En este contexto «las cumbres» representan el aspecto creativo de estos mismísimos Iynges; o sea, la cumbre de una serie que comprende los aspectos creativos (o iniciador), preservativo (o guardián) y perfectivo (regenerador o que lleva a la completa realización)
De este modo, Damascio sostiene que la entera Orden Demiúrgica -es decir, la orden de las cosas en génesis- estaba cercada por lo que los Oráculos llaman «la Guardia del Remolino de Fuego». En resumen, representa el poder de mantener las cosas unidas (¿equivaldría a la gravitación en el aspecto «vivo» de las cosas?). Se refiere fundamentalmente al gran Poder del aspecto Materno de las cosas; pues, como ya hemos visto anteriormente, la Gran Madre es:
Fuente de todas las Fuentes, Vientre que mantiene unidas todas las cosas.
En conclusión, la porción creativa de los Iynges reside en el aspecto Paterno; aquella preservativa (o Sinoques), en el aspecto Materno y la que perfecciona o lleva a la compleción (Teletarchae), en el aspecto que representa al Hijo. Damascio corrobora esta conclusión cuando, al hablar de los Sinoques, dice que los Oráculos los llaman los «Hacedores de la totalidad» (holopoioí), es decir, que los relaciona con la idea de la totalidad y de la unidad, de la sustancia esencial de las cosas y, por ende, con la noción de Eón.
Por supuesto, las categorías simbólicas de Padre, Madre e Hijo son, en verdad, distintos aspectos de Un único Misterio, Aquello que conoce sólo a sí mismo y, sin embargo, está más allá del conocimiento. Refiriéndose a esto Proclo escribe:
Incluir {contener, preservar} todas las cosas en la única excelencia {o cumbre} de Su propia subsistencia, ya que, de acuerdo al Oráculo, Él mismo perdura por encima de todo.
G.R.S. Mead, Oráculos caldeos
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