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Lankavatara Sutra - El Conocimiento Correcto o El Conocimiento de las Relaciones

 

ENTONCES MAHAMATI dijo: “Bendito, te imploramos nos hables acerca del ser y el no-ser de todas las cosas.”

El Bendito replicó: “Las personas de este mundo son dependientes de su pensamiento en una o dos cosas: en la noción de ser, con lo cual ellos toman placer en el realismo, o en la noción de no-ser, con lo cual ellos toman placer en el nihilismo; en uno u otro caso ellos imaginan la emancipación donde no la hay. Aquellos que son dependientes de las nociones del ser, miran al mundo como surgiendo de una causa-efecto que es realmente existente, y que este mundo que realmente existe y llega a ser no toma su surgimiento de una causa-efecto que es no-existente. Este es el punto de vista ‘realista’ tal como es sostenido por algunas personas. Luego hay otras personas que son dependientes de la noción del no- ser de las cosas. Esas personas admiten la existencia de la avaricia, la cólera y la estupidez, y al mismo tiempo ellos niegan la existencia de las cosas que producen la avaricia, la cólera y la estupidez. Esto no es racional, porque la avaricia, la cólera y la estupidez no se toman como reales, ni tienen sustancia ni marcas individuales. Donde hay un estado de opresión o esclavitud, hay atadura y medios o recursos para ella; pero donde hay emancipación, como en el caso de los Budas, Bodhisattvas, maestros y discípulos, que han cesado de creer en ambos, el ser y no-ser, ni hay atadura ni medios para ella.

Es mejor apreciar la noción de una sustancia-ego que considerar la noción del vacío derivado del punto de vista del ser y no-ser, porque aquellos que así creen fracasan en entender el hecho fundamental de que el mundo externo no es nada más que una manifestación de la mente. Porque ellos ven las cosas como transitorias, como surgidas de causa y desapareciendo por causa, ahora divididas, ahora combinadas en elementos que componen los agregados de la personalidad y su mundo externo y ahora desapareciendo, estos están destinados a sufrir cada momento por los cambios que siguen uno después de otro, y finalmente están destinados a la ruina.”

ENTONCES MAHAMATI se dirigió al Bendito, diciendo: “Indícanos, Bendito, ¿cómo todas las cosas pueden ser vacías, no-nacidas, y no teniendo naturaleza propia, de forma que podamos estar despiertos y rápidamente comprender la iluminación suprema?”

El Bendito replicó: “¡Qué es en realidad el vacío! Es un término cuya naturaleza en sí es una imaginación falsa, pero por los apegos de uno a la imaginación falsa estamos obligados a hablar del vacío, el no- nacimiento, y la no-naturaleza-propia. Hay siete clases de vacío: el vacío de la mutualidad que es no-existente; el vacío de marcas individuales; el vacío de naturaleza propia; el vacío de no- trabajo; el vacío del trabajo; el vacío de todas las cosas en el sentido de que ellas son impredecibles, y el vacío en su sentido más elevado de la Realidad Última.

Por vacío de mutualidad que es no-existente, significamos que cuando una cosa es omitida aquí, uno habla de que su ser aquí está vacío. Por ejemplo, en el salón de conferencias Mrigarama no hay elefantes presentes, ni toros, ni ovejas; pero en cuanto a monjes, hay muchos presentes. Nosotros podemos hablar correctamente del salón estando vacío de cuantos animales nos referimos. No se afirma que el salón esté vacío de sus propias características, o que los monjes están vacíos de eso que los hace ser monjes (“la monjedad”), ni que en algún otro lugar no haya elefantes, toros u ovejas. En este caso estamos hablando de cosas en su aspecto de individualidad y generalidad, pero desde el punto de vista de la mutualidad o reciprocidad algunas cosas no existen en ninguna parte. Esta es la forma más común de vacío y debe ser apartada persistentemente.

Por vacío de marcas individuales significamos que todas las cosas carecen de marcas distintivas de individualidad y generalidad. Por las relaciones e interacciones mutuas las cosas son superficialmente discriminadas, pero cuando ellas son suplementariamente y más cuidadosamente investigadas y analizadas ellas parecen no- existentes y nada como individualidad y generalidad puede ser dicho de ellas. Por lo tanto, cuando las marcas individuales ya no pueden ser más vistas, las ideas del ‘yo’, el otro, y ambos, ya no se ajustan a la verdad. Así que debemos decir que todas las cosas son vacías de marcas-propias.

Por vacío de naturaleza-propia significamos que todas las cosas en su naturaleza-propia son no-nacidas; por lo tanto, se dice que las cosas están vacías en cuanto a la naturaleza propia.

Por vacío de no-trabajo significamos que el agregado de los elementos que componen la personalidad y su mundo externo es el Nirvana mismo y desde el principio no hay actividad en ellos; por lo tanto, uno habla del vacío de no-trabajo. Por vacío de trabajo significamos que los agregados siendo libres del ego y sus pertenencias, continúan automáticamente funcionando porque que hay una mutua conjunción de causas y condiciones; y consecuentemente, uno habla del vacío del trabajo.

Por vacío de todas las cosas en el sentido de que ellas son impredecibles queremos decir que, como su misma naturaleza- propia de imaginación-falsa es inexpresable, así también todas las cosas son impredecibles, y por lo tanto están vacías en ese sentido Por vacío en el sentido más elevado de vacío, él de la Realidad Última significamos que en el logro del entendimiento-interno-propio de la Sabiduría Noble no hay rastro de energía-hábito generado por concepciones erróneas; por lo tanto uno habla del vacío superior de la Realidad Última.

Cuando las cosas son examinadas a través del conocimiento correcto no hay signos obtenibles que pudieran caracterizarlas con marcas de individualidad y generalidad, por lo tanto, se dice que ellas tienen no- naturaleza-propia. Porque esos signos de individualidad y generalidad son ambos vistos como existiendo y sin embargo se conoce que son no-existentes, y son vistos como yéndose y, no obstante, se sabe que no se van y nunca son aniquilados. ¿Por qué es esto verdad? Por esta razón, porque los signos individuales que deberían componer la naturaleza-propia de todas las cosas son no-existentes. Una vez más, las cosas en su naturaleza-propia son ambas eternas y no-eternas. Las cosas no son eternas porque las marcas de individualidad aparecen y desaparecen, esto es, las marcas de naturaleza-propia están caracterizadas por lo no-eterno. Por otra parte, porque las cosas son no-nacidas y solamente son hechas por la mente, ellas son en un sentido profundo eternas. Esto es, las cosas son eternas por su misma no-eternalidad.

Adicionalmente, además de entender el vacío de todas las cosas, ambos, en referencia a la sustancia y la naturaleza propia, es necesario que los Bodhisattvas entiendan claramente que todas las cosas son no-nacidas. No se afirma que las cosas son no-nacidas en un sentido superficial, sino que en un sentido profundo ellas son no-nacidas de ellas mismas. Todo lo que se puede decir es esto, que relativamente hablando, hay una corriente constante de llegar a ser o devenir, un cambio momentáneo y sin interrupción de un estado de apariencia a otro. Cuando se reconoce que el mundo como se presenta a sí mismo no es más que una manifestación de la mente, entonces el nacimiento es visto como no-nacimiento, y todos los objetos existentes, relacionados, los cuales la discriminación afirma que ellos son y que ellos no son, son no-existentes y, por lo tanto, no-nacidos; estando las cosas no-nacidas desprovistas de agente y acción.

Si las cosas son no nacidas del ser y el no-ser, sino que son simplemente manifestaciones de la mente misma, no tienen realidad, ni naturaleza-propia: ellas son como los cuernos de una liebre, un caballo, un burro, o un camello. Pero el ignorante y tonto que se da a imaginaciones erróneas y falsas, discrimina cosas donde no las hay. Para el ignorante las marcas características de la naturaleza-propia de la propiedad-de-la-morada-corporal parecen ser fundamental y estar enraizada en la naturaleza de la mente misma, así que ellos discriminan su multitud y se llegan a apegar a ella.

Hay dos clases de apego: el apego a los objetos como teniendo una naturaleza propia, el apego a las palabras como teniendo naturaleza propia. El primero toma lugar por no conocer que el mundo externo es solamente una manifestación de la mente misma; y el segundo surge del agarre de uno a las palabras y nombres por razón de la energía-hábito. En la enseñanza del no-nacimiento, la causa-efecto está fuera de lugar porque mirando que todas las cosas son como maya y como un sueño, uno no discrimina los signos individuales. Se afirma que todas las cosas son no-nacidas y no-tienen naturaleza propia porque son como maya y así convenir con la tesis de los filósofos que sostienen que el nacimiento sucede por causa y efecto. Ellos promueven la noción de que el nacimiento de todas las cosas es derivado del concepto de ser y no-ser, y fracasan en considerar eso como verdaderamente es, como causado por el apego a la multitud que surge de las discriminaciones de la mente misma.

Aquellos que creen en el nacimiento de algo que nunca ha existido y que llegando a la existencia se desvanece, están obligados a afirmar que las cosas llegan a la existencia y se desvanecen por causa-efecto, tales personas no encuentran ni una base ni una posición segura para el progreso en mis enseñanzas. Cuando es comprendido que no hay nada nacido y nada que muere, entonces no hay forma de admitir el ser y el no-ser, y la mente llega a la tranquilidad y el descanso.”

***

Entonces Mahamati le dijo al Bendito: “Los filósofos exponen que el mundo surge de las agencias causales de acuerdo a la ley de causa- efecto; ellos declaran que su causa es no-nacida y es no-aniquilada. Ellos mencionan nueve elementos primarios: Ishvara el Creador, la Creación, los átomos, etc., los cuales siendo elementales son no- nacidos y no son para ser aniquilados. El Bendito mientras enseña que todas las cosas son no-nacidas y que no hay aniquilación, también declara que el mundo surge de la ignorancia, la discriminación, el apego, la acción, etc., funcionando de acuerdo con la ley de causa-efecto. Aunque las dos divisiones de elementos pueden diferir en forma y nombre, allí no aparece ninguna diferencia esencial entre las dos posiciones. Si hay cualquier cosa que es distintiva y superior en las enseñanzas del Bendito, te suplicamos nos lo digas, ¿qué es?”

El Bendito replicó: Mi enseñanza de no-nacimiento y no-aniquilación no es como la de los filósofos, ni es como su doctrina de nacimiento e impermanencia. Esa a la cual los filósofos atribuyen su característica de no-nacimiento y no-aniquilación es a la naturaleza-propia de todas las cosas, la cual origina que ellos caigan en el dualismo de ser y no- ser. Mi enseñanza trasciende la concepción completa del ser y no-ser; no tiene nada que ver con el nacimiento, la supervivencia y la destrucción; ni con la existencia y la no-existencia. Yo enseño que la multitud de objetos no tienen realidad en ellos mismos sino que solamente son vistos por la mente y por lo tanto, son de la naturaleza de maya y de un sueño. Yo enseño la no-existencia de las cosas porque no llevan ningún signo de ningún tipo de naturaleza propia inherente en ellas. Es verdad que en un sentido son vistas y discriminadas por los sentidos como objetos individuales; pero en otro sentido, debido a la ausencia de cualquier marca característica de naturaleza-propia, ellas no son vistas sino solamente son imaginadas. En un sentido se pueden asir o agarrar, pero en otro sentido, no se pueden asir ni agarrar.

Cuando se entiende claramente que no hay nada en el mundo sino lo que es visto por la mente misma, la discriminación no surgirá más, y el sabio estará establecido en su morada verdadera la cual es el reino de la quietud y de la tranquilidad. Los ignorantes discriminan y trabajan tratando de ajustarse ellos mismos a las condiciones externas, y son constantemente perturbados en la mente; las irrealidades son imaginadas y discriminadas, mientras las realidades no son vistas y son ignoradas. No es así con el sabio. Para ilustrar esta idea: Lo que el ignorante ve es como la ciudad mágicamente creada de los Gandharvas, donde los niños, las calles y las casas, los mercaderes fantasmas y las personas que vienen y van son colocadas artificialmente. Todo esto, calles y casas, personas que vienen y van, no se piensa en ellos como nacidos o aniquilados, porque en este caso no habría ninguna duda en cuanto a su existencia o no- existencia. De la misma manera, yo enseño que no hay nada hecho ni no-hecho; que no hay nada que tenga conexión con el nacimiento y la destrucción, excepto las nociones imaginarias de la realidad del mundo externo a las cuales el ignorante falsamente se apega. Cuando los objetos no son vistos y juzgados como verdaderamente son en sí mismos, hay discriminación y apego a las nociones de ser y no ser y a la individualidad de la naturaleza propia, y mientras estas nociones de individualidad y naturaleza propia persistan, los filósofos están limitados a explicar el mundo externo por una ley de causa- efecto. Esta posición hace surgir la pregunta de una causa primera, a la cual los filósofos responden afirmando que su primera causa, Ishvara y los elementos primarios, son no-nacidos y no-aniquilados; posición que no tiene evidencia y es irracional.

Las personas ignorantes y los filósofos mundanos valoran una clase de no-nacimiento, pero esa clase de no-nacimiento no es la clase de no-nacimiento que yo enseño. Yo enseño lo no-nacido de la esencia del no-nacimiento de todas las cosas, enseñanza que está establecida en las mentes de los sabios a través de la comprensión propia de la Sabiduría Noble. Un caldero, el lodo, un contenedor, una rueda, o semillas, o elementos – estas son condiciones externas; la ignorancia, la discriminación, el apego, el hábito, el karma, - estas son condiciones internas. Cuando este universo completo se mire como una concatenación y nada más que eso, una concatenación (una interdependencia), entonces, la mente, con su aceptación paciente de la verdad de que todas las cosas son no-nacidas, ganará la tranquilidad o la paz.”

 

Lankavatara Sutra, capítulo III

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