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Dao Dê Jing, capítulo XVI


Conserva como meta el vacío absoluto;
Permanece en estado de perfecta paz.

Todas las cosas entran en la existencia,
Y desde allí las vemos regresar,
Contempla las cosas que florecen;
Cada una vuelve a su origen.
Regresar al origen se llama paz;
Es la regresión al destino.
El regreso al destino se llama eternidad.
El que conoce la eternidad se llama iluminado.
El que desconoce la eternidad está abocado a la miseria.
Conociendo la eternidad, lo abarca todo.
El que todo lo abarca es grandioso
Siendo grandioso, es omnipresente.
Si es omnipresente, es supremo.
Aquel que alcanza el Tao es inmortal
Aunque su cuerpo cese, nunca es destruido.


Extraído del Dao Dê Jing de las Ediciones Morata

Traducido al Inglés por Ch’u Ta-Kao
Versión española por Caridad Diaz Faes

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