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No seas el depositario de un nombre.
No seas el guardián de tus proyectos.
No te hagas cargo de nada.
No seas detentor de la sabiduría.
Realízate en lo ilimitado,
camina por senderos sin huellas.
Acepta enteramente el don del Cielo,
sin presumir de haberlo obtenido.
Sé tú el vacío: eso es todo y basta.
El Hombre Supremo usa el corazón corno un espejo:
a nadie echa, a nadie acoge,
refleja sin quedarse con nada.
Por eso conquista a los seres
sin sufrir daño alguno.
El emperador del Mar del Sur se llamaba Súbito.
El emperador del Mar del Norte se llamaba Furia.
Y el emperador del Centro se llamaba Caos.
Súbito y Furia se reunían a veces en el reino de Caos.
Éste les trataba tan bondadosamente
que Súbito y Furia decidieron recompensarle
y se dijeron:
«Todos los hombres tienen siete orificios
para ver, escuchar, comer y respirar.
Sólo él no tiene ninguno.
¡Vamos a hacérselos nosotros!».
Le abrieron un orificio cada día:
Pero al séptimo Caos murió.
Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer
Editorial Trotta S.A. 1998
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