Porque ustedes, el mismo día
en que ayunan,
se ocupan de negocios y maltratan
a su servidumbre.
Ayunan para entregarse a pleitos
y querellas
y para golpear perversamente con el puño.
No ayunen como en esos días,
si quieren hacer oír su voz en las alturas.
¿Es este acaso el ayuno que yo amo,
el día en que el hombre
se aflige a sí mismo?
Doblar la cabeza como un junco,
tenderse sobre el cilicio y la ceniza;
¿a eso lo llamas ayuno
y día aceptable al Señor?
Este es el ayuno que yo amo
-oráculo del Señor-:
soltar las cadenas injustas,
desatar los lazos del yugo,
dejar en libertad a los oprimidos
y romper todos los yugos;
compartir tu pan con el hambriento
y albergar a los pobres sin techo;
cubrir al que veas desnudo
y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz
como la aurora
y tu llaga no tardará en cicatrizar...
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