Milagros de Krishna


Milagros de Krishna


Cuando Krishna tenía cinco años de edad llevó el ganado a pastorear a los bosques; ese día Kans envió un demonio con la forma de grulla, y éste fue a Brindaban y se sentó en la orilla del río como si fuera una montaña. Todos los pastores se atemorizaron; pero Krishna fue hasta la grulla y le permitió llenar su enorme pico. Entonces Krishna se hizo a sí mismo tan caliente que la grulla le permitió salir, y entonces él abrió sus mandíbulas y las separó desgarrándolas. Luego recogiendo los becerros, los pastores volvieron todos a casa con Krishna, riendo y jugando.

Otra vez Kans envió un dragón llamado Aghasur; éste fue y se escondió en los bosques con la boca abierta. Los pastores pensaron que este agujero abierto era una cueva en la montaña, y se acercaron y miraron dentro. Justo cuando el dragón aspiró para respirar, todos los gopas y becerros fueron barridos con su aliento dentro de sus fauces y sintieron el caliente y venenoso vapor, gritando desesperados. Krishna oyó eso y saltó también dentro de las fauces del dragón, y entonces éstas se cerraron. Pero Krishna se hizo más y más grande hasta que el estómago del dragón estalló y todos lo pastores y becerros salieron fuera ilesos.

Otra vez Krishna y los gopas estaban festejando y riendo y hablando en los bosques, llevando a los becerros a pastorear, cuando Brahma vino y les robó los becerros. Krishna fue a buscarlos y no los encontró, pero hizo otro rebaño igual que ése. Entonces volvió al sitio de reunión y encontró que los niños no estaban e hizo otros similares y fue a casa al atardecer con los niños y becerros sustitutos, y nadie salvo Krishna sabía que los niños reales y los becerros habían sido escondidos por Brahma en una cueva en la montaña. Mientras tanto pasó un año; fue sólo un momento según le pareció a Brahma, pero fue un año para un hombre. Brahma recordaba sus acciones y fue a ver lo que había sucedido. Encontró a los niños y los becerros allí dormidos en la cueva; entonces fue a Brindaban, y encontró los niños y los becerros allí también. Y Krishna había hecho a todos los pastores con el parecido de dioses, con cuatro brazos y la forma de Brahma y Rudra e hidra. Viendo esto, el Creador se quedó pasmado; inmóvil como un cuadro, se olvidó de sí mismo y sus pensamientos divagaron. Estaba afligido como una piedra no adorada, no honrada. Pero Krishna, cuando vio a Brahma así de temeroso, volvió todas esas formas ilusorias dentro de sí mismo, y Brahma cayó a los pies de Krishna y rogó su perdón, diciendo: «Todas las cosas están encantadas por tu ilusión; pero ¿quién puede desconcertarte a ti? Tú eres el creador de todo, en cada uno de cuyos cabellos hay muchos Brahmas como yo. Tú, que eres compasivo con los humildes, perdona mi error.» Entonces Krishna sonrió, y Brahma restituyó a todos los pastores y becerros. Cuando ellos despertaron no sabían nada del tiempo que había transcurrido, sino que sólo agradecieron a Krishna que encontrara a los becerros tan rápidamente; luego todos fueron a sus casas.


En Mitos y leyendas hindúes y budistas
Ananda K. Coomaraswamy