El Sexto Patriarca rompiendo los sutras |
Cuando el sexto Patriarca se emancipó, el quinto Patriarca le regaló un cuenco y una vestidura que Buda había legado a sus sucesores, generación tras generación.
Un monje llamado E-myo, lleno de envidia, seguía al Patriarca para arrebatarle su gran tesoro. El sexto Patriarca puso el cuenco y la vestidura sobre una piedra del camino y dijo a E-myo: “Estos objetos solo simbolizan la fe. No sirve de nada pelearse por ellos. Si deseas tomarlos, tómalos ahora.”
Cuando E-myo fue a coger el cuenco y la vestidura, eran pesados como montañas y no pudo moverlos.
“He venido en busca de la enseñanza, no de los tesoros materiales” dijo, temblando de vergüenza. “Enséñame, por favor.”
El sexto Patriarca dijo: “No pienses ni en bueno ni en malo, ¿cuál es tu verdadero yo?”
Al oír esto, E-myo recibió la iluminación. El sudor empapó todo su cuerpo, lloró y se inclinó ante el Patriarca, diciéndole: “Me has dado las palabras y los significados secretos. ¿Hay alguna parte de la enseñanza más profunda?”
“Lo que te he dicho no es ningún secreto” respondió el sexto Patriarca. “Cuando realizas tu verdadero yo el secreto te pertenece.”
“Estuve muchos años bajo la guía del quinto Patriarca, pero no he podido realizar mi verdadero yo hasta ahora. Gracias a tu enseñanza, encuentro la fuente. Una persona bebe agua y sabe si está fría o caliente. ¿Puedo llamarte mi maestro?”
El sexto Patriarca contestó: “Si así lo quieres… Sin embargo ambos hemos estudiado bajo el quinto Patriarca y por esto a él es a quien debemos llamar maestro. Debes estar muy atento para aferrarte a lo que hoy has alcanzado” (*debes estar atento para protegerte a ti mismo).
Comentario de Mumon:
Debemos decir que el sexto Patriarca estaba en una emergencia. La revelación que ha dado, sin embargo, hace recordar a una sobreprotectora abuela que ha pelado un lichi (fruto del desierto), sacado sus pepas y puesto en la boca de su nieto listo para que lo trague.
Verso:
Tu descripción de ello es en vano, tu retrato no es de provecho,
Valorarlo no tiene utilidad, deja de preocuparte de ello totalmente.
Tu verdadero ser no tiene donde ocultarse,
Incluso si el universo es aniquilado, no se destruye.
Mumonkan, La entrada sin puerta