El emperador Shokusô preguntó al Maestro Nacional Chû: “¿Qué me aconsejarías hacer dentro de cien años?”.El Maestro Nacional le respondió: “Haz una lápida perfecta para este viejo monje”.El emperador replicó: “Me gustaría preguntarte, Maestro, por su diseño”. El Maestro Nacional permaneció en silencio durante mucho tiempo hasta que dijo: “¿Entendiste?”. El emperador contestó: “No entendí nada”. El maestro dijo: “Ya tengo un sucesor en el Dharma; es mi discípulo Tangen, quien está bien enterado de este asunto. Llámalo y pregúntale acerca de esto”.
Cuando el Maestro Nacional se hubo retirado, el emperador llamó a Tangen y le preguntó sobre el significado de lo dicho por el maestro. Tangen le contestó:
“Al sur del río, al norte del lago:
(Setchô comentó: “Una sola mano no suena sin razón”.)
En medio del oro que llena la tierra.
(Setchô comentó: “Un bastón recién cortado del bosque de la montaña.”)
Bajo el árbol sin sombra, todos en un bote;
(Setchô comentó: “El mar está en paz, el río es claro.”)
En el palacio de cristal no hay nada que saber.
(Setchô comentó: “Terminó el discurso”.)”.
Hekiganroku, Crónicas del Acantilado Azul, caso 18