El ermitaño del Pico del Loto alzó su bastón y agitándolo ante la asamblea dijo:
“Una vez que los grandes Viejos llegaron a este punto, ¿por qué no se atrevieron a permanecer en él?”
La asamblea permaneció silenciosa, ante lo cual se respondió a sí mismo:
“Porque tal cosa no tiene poder sobre el Camino”. Y añadió: “Después de todo, ¿cómo es esto?”
Otra vez respondió en lugar de la asamblea:
“Con mi bastón al hombro, y sin pagarle a nadie, atravieso directamente mil y diez mil montañas”.
Hekiganroku, Crónicas del Acantilado Azul, caso 25