Asvagosha - La práctica de la cesación



Si hubiera un hombre que deseara practicar la “cesación”, él debería permanecer en un lugar quieto y sentarse erecto en calma. Su atención no debe estar enfocada ni en la respiración ni en cualquier forma o color, ni en el espacio vacío, ni la tierra, ni el agua, ni el fuego, ni incluso en lo que ha sido visto, oído, recordado, o concebido. Todos los pensamientos, tan pronto como son fabricados, son descartados, e incluso los pensamientos que se usan para descartarlos también deben ser apartados, porque todas las cosas están esencialmente en el estado de pensamientos en trascendencia, y no deben ser creados de momento a momento ni extinguidos de momento a momento; por lo tanto uno debe de conformarse con la naturaleza esencial de la Realidad (dharmata) a través de la práctica de la cesación. Y no es que él primeramente debe meditar sobre los objetos de los sentidos en el mundo externo y entonces negarlos con su mente, la mente que ha meditado en ellos.

Si la mente está vagando, debe traerse y fijarse en el pensamiento “correcto”. Debe ser entendido que este “pensamiento correcto” es el pensamiento que cualquiera que sea, es sólo mente y que no hay un mundo externo de objetos como se concibe; incluso esta mente es carente de cualquier marca propia lo cual indicaría su sustancialidad y por lo tanto no es sustancialmente concebible como tal en cualquier momento. Incluso si él se levanta de su posición sentado y se emplea en otras actividades, como ir, venir, avanzar, o estar parado firme, él debe en todo momento estar alerta de la aplicación de los medios pertinentes de perfeccionar la “cesación”, conformarse con el principio inmóvil de la naturaleza esencial de la Realidad, y observar y examinar las experiencias resultantes. Cuando este discípulo está bien adiestrado después de un período largo de práctica, las idealizaciones de su mente serán detenidas. Por esto, su poder de ejecutar la “cesación” gradualmente será intensificado y llegará a ser grandemente efectivo, de forma que él se conformará él mismo a Ella, y será capaz de ser absorbido, en la “concentración (samadhi) de la Semejanza”. Entonces sus corrupciones, tan profundas como hayan podido ser, serán suprimidas y su fe se fortalecerá; él rápidamente obtendrá el estado en el cual no hay retroceso. Pero aquellos que son escépticos, que carecen de fe, que hablan pobremente de la enseñanza de Buda, que han cometido graves pecados, que están impedidos por su karma maléfico, o que son arrogantes o indolentes tienen que ser excluidos; estas personas son incapaces de ser absorbidas en el samadhi de la Semejanza.

Subsecuentemente, como resultado de este samadhi, el hombre realiza la unión con el mundo de la Realidad (dharmadhatu), específicamente, lo mismo en todas partes y la no-dualidad del Dharmakaya de todos los Buddhas y los cuerpos de los seres sintientes. Esto es llamado “el samadhi de un movimiento”. Debe ser entendido que el samadhi de la Semejanza es la base de todos los samadhis. Si un hombre continúa practicándolo, entonces él gradualmente será capaz de desarrollar otras incontables clases de samadhis. Si hay un hombre que carece de la capacidad para el bien, él será confundido con el Temperamento Maligno, por herejes y demonios. Algunas veces estos seres aparecerán en formas horribles mientras esté sentado en meditación, y otras veces se manifestarán ellos mismos en las formas de mujeres y hombres atractivos. En tales casos él debe meditar en el principio de “la Mente solamente”, y entonces esos objetos se desvanecerán y no le causarán más ningún problema. Algunas veces ellos pueden aparecer como las imágenes de seres angélicos o Bodhisattvas, y asumir también la figura del Tathagata, equipados con todas las máscaras mayores y menores; o ellos pueden exponer sus hechizos o predicar la caridad, los preceptos, la paciencia, el fervor, la meditación y la sabiduría; o ellos pueden disertar en cómo el verdadero nirvana es el estado universal de vacío, o de las características de la no-existencia, los votos, los odios, las afecciones, las causas u orígenes, y los afectos; y de la nada absoluta.

Ellos pueden también enseñarle el conocimiento de sus propios estados de existencia pasados y futuros, el método de leer la mente de los otros hombres, y el perfecto dominio del lenguaje, causándole a él ser codicioso a la fama y al beneficio del mundo; o ellos pueden causarle el cambio frecuente del gozo al antagonismo e irritación y por lo tanto tener un carácter inestable, siendo algunas veces muy gentil, muy letárgico, muy enfermo, o de mente perezosa; y en otros momentos llegar a ser repentinamente celoso, y entonces después de todo caer en un periodo de negligencia; o desarrollar la falta de fe, o una gran duda, y mucha ansiedad; o el abandono de sus prácticas fundamentales excelentes hacia la perfección religiosa y la dedicación a los diferentes actos religiosos, o apegarse a los asuntos del mundo que lo involucra a él en muchas formas; o algunas veces ellos pueden causarle que experimente cierta semblanza de las variadas clases de samadhi; que todos son las realizaciones y los logros de los herejes y no el verdadero samadhi; o algunas veces ellos pueden causarle permanecer en el samadhi por uno, dos, tres y hasta siete días, sintiéndose comodidad en su cuerpo y goce en su mente, no teniendo hambre ni sed, compartiendo naturalmente, fragantemente y deliciosamente bebidas y comidas, que le inducen a incrementar su apego a ellos; o en otros momentos ellos pueden causarle comer sin ninguna restricción, ahora mucho, después muy poco, de forma que el color de su cara cambia de acuerdo con eso.

Por esas razones, aquel que practica la “cesación” deberá ser discreto y observador, en caso que su mente caiga en la red de la doctrina malévola. Él debe ser diligente en el habitar en el “pensamiento correcto”, ni aferrarse ni apegarse él mismo a nada; si hace eso, será capaz de mantenerse él mismo alejado de los obstáculos de esas influencias malévolas o diabólicas. Él debe saber que el samadhi de los herejes no está libre de puntos de vista perversos, de antojos, y arrogancia, porque los herejes están apegados egoístamente a la fama, a la ganancia, y al respeto del mundo. El samadhi de la Semejanza es el samadhi en el cual uno no está detenido por la actividad de ver un sujeto ni por experimentar los objetos en el medio de la meditación; incluso después de la concentración uno no será ni indolente ni arrogante y las corrupciones de uno gradualmente disminuirán. Nunca ha habido un caso en él que un hombre ordinario, sin haber practicado este samadhi, fuera todavía capaz de unirse al grupo que se le está permitido llegar a ser Tathagatas.

Aquellos que practican los variados tipos de dhyana (meditación) y samadhi que son populares en el mundo desarrollaran mucho apego a sus sabores y estarán limitados al mundo triple por su punto de vista perverso de que el atman es real. Ellos son por lo tanto igual que los herejes, porque a medida que ellos se apartan de la protección de sus buenos amigos espirituales, llegan a tener puntos de vista herejes. Subsecuentemente, él que practica este samadhi diligentemente y de todo corazón, ganará diez clases de ventajas en esta vida.

Primero, siempre estará protegido por los Buddhas y los Bodhisattvas de las diez direcciones.

Segundo, no tendrá temor por la Tentación y sus demonios diabólicos. 

Tercero, no estará engañado o confuso por las noventa y cinco clases de espíritus herejes y diabólicos.

Cuarto, se mantendrá apartado él mismo de difamar la enseñanza profunda del Buda, y gradualmente disminuirán sus obstáculos derivados de los pecados graves.

Quinto, destruirá todas las dudas y puntos de vista erróneos sobre la iluminación.

Sexto, su fe en el Dominio del Tathagata crecerá.

Séptimo, estará libre de sufrimientos y remordimientos y en el medio del Sámsara estará lleno de vigor e impávido.

Octavo, teniendo un corazón gentil y abandonando la arrogancia, no será irritado ni molestado por otros.

Noveno, incluso, si todavía no ha experimentado el samadhi, será capaz de disminuir sus corrupciones en todas las parte y en todo momento, y no tendrá placer en el mundo.

Décimo, si experimenta el samadhi, no estará ansioso por ningún sonido en el exterior.

Ahora, si él practica la “cesación” solamente, entonces su mente estará hundida en la complacencia propia y él será indolente; no se deleitará en hacer buenas obras sino que se mantendrá apartado del ejercicio de la gran compasión. Por lo tanto, es necesario igualmente, practicar la “observación clara”.


Asvagosha - El despertar de la fe Mahayana