Relato mesopotámico del Diluvio 2

Cuando llegó el séptimo día,
hice salir una paloma y la solté;
la paloma fue y volvió;
no teniendo dónde posarse, se volvió.
Hice salir una golondrina y la solté;
la golondrina fue y volvió;
no teniendo dónde posarse, se volvió.
Hice salir a un cuervo y lo solté;
el cuervo salió, y viendo el reflujo de las aguas
comió, chapoteó, graznó, y no volvió.
Los hice salir a los cuatro vientos, ofrecí un sacrificio,
derramé una libación en la cima de la montaña,
por debajo acumulé cañas, madera de cedro y de mirto.
Los dioses sintieron el olor;
los dioses sintieron el agradable olor;
los dioses, como moscas, se agruparon por encima del sacrificador.

Tableta 11, 145-161

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