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Poesía cananea

La poesía hebraica se desarrolló en la escuela de la poesía cananea. Para dar una idea de ésta presentamos un pasaje tomado de una leyenda épica de Ugarit. El texto, transcripto en el siglo XIV, puede remontarse al final del segundo milenario. El héroe Daniel ("Él es mi juez") es apodado constantemente "el Refaíta" (no es seguro que se trate del nombre de un pueblo, pero así llama la Biblia a los antiguos habitantes de Canaán), "el Harnemita" (del nombre de un lugar desconocido). Está desolado por no tener un hijo. Cuando comienza la escena, cumple siete días seguidos ritos destinados a obtener uno: un festín cultual en que consume un plato especial, compartiendo así la mesa de los dioses, y luego una estadía nocturna en el santuario, donde tendrá lugar la manifestación divina.


El quinto, el sexto, el séptimo día,
Daniel toma parte en el festín de los dioses:
come en el festín de los dioses,
bebe en el festín de los Santos.
Daniel se quita su túnica;
se quita la túnica, sube y se acuesta;
se quita el cinturón, y pasa la noche.
Entonces, en el séptimo día,
Baal se acerca, en su misericordia,
al infortunio de Daniel el refaíta,
al suspiro del valiente harnemita,
que no tiene hijos como sus hermanos,
vástagos como sus compatriotas:
"¡Ah! ¡Que no tenga un hijo como sus hermanos,
un vástago como sus compatriotas!
¡A él, que come en el festín de los dioses,
que bebe en el festín de los Santos,
bendícelo, oh Toro Él, padre mío!
¡Favorécelo, oh creador de las creaturas!
para que haya un hijo suyo en su casa,
un vástago en su palacio,
para erigir el monumento de sus divinos antepasados,
y en el santuario venere a sus ascendientes...,
lo sostenga cuando esté ebrio de vino,
consuma su comida (funeraria) en la casa de Baal,
su banquete (fúnebre) en la casa de Él..."
Entonces, Él, toca a su siervo:
bendice a Daniel el refaíta,
se muestra propicio al valiente harnemita.



Le nace entonces un hijo a Daniel. Al cabo de cierto tiempo, estando en su casa con su mujer, la señora Danatiya, recibe una visita divina: el dios-artesano trae un arco y flechas para el niño. La escena se describe así:


Llega el séptimo día.
Sin tardanza, Daniel el refaíta,
se levanta y preside la audiencia a la entrada de la Puerta,
cerca de los montones de grano que están en la era.
Juzga la causa de la viuda,
dice el derecho del huérfano.
Levantando la vista, observa
a mil estadios, a miríadas de leguas,
la marcha de Kathir (= el Hábil);
mientras mira, ve
la llegada de Hasis (= el Sabio).
Hélo aquí que trae un arco;
hélo aquí con profusión de flechas.
Entonces Daniel el refaíta,
sin tardanza el valiente harnemita,
con fuerte voz grita a su mujer:
"¡Escucha, señora Danatiya!
Apresta un cordero del rebaño,
para el apetito del Hábil y del Sabio,
para el deseo del Experto en trabajos manuales.
Alimenta y da de beber a los dioses;
sírvelos y hónralos;
a los Señores de Menfis, los dioses del universo".
La señora Danatiya lo oye;
apresta un cordero del rebaño,
para el apetito del Hábil y del Sabio,
para el deseo del Experto en trabajos manuales.
Llega por fin el Hábil y el Sabio:
en manos de Daniel entrega el arco,
en sus rodillas dispone las flechas.
Entonces, la señora Danatiya
alimenta y da de beber a los dioses;
los sirve y los honra,
a los Señores de Menfis, los dioses del universo.
El Hábil retorna a su tienda,
el Experto retorna a su morada...


Nótese en el estilo el balanceo de los paralelismos, como el la poesía hebraica. La leyenda épica se desarrolla en un clima politeísta; las relaciones entre dioses y hombres son bastante similares a las que vemos en la poesía homérica. Él ("Dios") es el dios supremo de la mitología cananea. Baal ("el Señor"; su nombre propio es Adad) es el dios de la tempestad y de la vegetación. El dios-artesano, análogo al Vulcano de los latinos, lleva un nombre hecho con epítetos de naturaleza: Kathir, "el Hábil"; Hasis, "el Sabio"; Hiyan, "el Experto" (en trabajos manuales)". El contexto podría sugerir un dios doble: la mujer de Daniel alimenta "a los dioses"; pero el plural podría entenderse también como un plural de majestad.

Será útil comparar esta página con ciertos textos bíblicos. Cierta similitud en el modo de narrar episodios cuyo tema es bastante parecido no debe hacer olvidar las diferencias profundas, particularmente en el plano religioso. Pero se ve que los narradores bíblicos son tributarios del arte cananeo, y no es nada improbable que sus recensiones en prosa de las tradiciones nacionales hayan sido precedidas de composiciones poéticas, cantadas por los rapsodas de Israel.


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