ARJUNA:
1. Del mismo modo como elogias la vida de renuncia, también alabas el Yoga de la adoración mediante la acción desinteresada. Dime, oh Krishna, en verdad ¿cuál de los dos caminos es el mejor?
KRISHNA:
2. Tanto el camino de la renuncia, como el camino de la acción desinteresada, nos llevan al estado de la Dicha Suprema. Sin embargo, de los dos, es mejor el camino de la acción con desapego que el de la mera renuncia.
3. Como auténtico renunciante, se considera a aquél que nada desea y que nada aborrece. Pues aquél que no se ve afectado por los paros de opuestos, pronto ha de encontrar su liberación.
4. Sólo el ignorante, y nunca el sabio, considera que la renuncia a la acción y la adoración mediante las obras puras son dos cosas diferentes. Cuando uno se entrega con toda su alma a uno de estos dos caminos, con seguridad alcanza la meta a la que ambos conducen.
5. Aquellos que hacen vida de renuncia logran la misma victoria que los que actúan con desapego. Entiende, pues, que el sabio es aquél que no hace diferencias entre la renuncia a la acción y la acción con desapego. Ambas coexisten, pues tienen la misma esencia.
6. Pero sin practicar el Yoga de la acción pura, muy difícil es, oh Arjuna, hacer vida de renuncia. Cuando un sabio logra entregarse a la acción libre de apego, pronto ha de alcanzar la unión con Dios.
7. Las acciones no pueden atar al hombre de corazón puro, que tiene sus sentidos en armonía y ha entregado su voluntad a la fuerza que le da vida. Su alma vive en la conciencia de unidad con todo lo que existe.
8. El hombre que está en armonía y que ha sido iniciado en la visión interior de la verdad, con certeza piensa: “Yo no hago riada.” Pues cuando ve, o huele, o toca, u oye, o come, o duerme, o anda, o respira.
9. O cuando habla o toca cosas, o las suelta, incluso cuando abre o cierra sus ojos, él siempre recuerda: “Son tan sólo los sirvientes de mi alma que, siguiendo sus órdenes, ejecutan acciones”.
10. Ofrece a Dios todas sus acciones, y realiza tu trabajo libre de todo deseo egoísta. Así, libre estarás del alcance del pecado; al igual que las aguas mugrientas no pueden alcanzar las hojas del loto, pues siempre flotará sobre ellas.
11. Las acciones de un auténtico yogui buscan únicamente la purificación de su alma; él aparta de sí todo deseo egoísta. Tan sólo es su cuerpo, o sus sentidos, o su mente, o su razón, lo que ejecuta las acciones.
12. El devoto que renuncia al fruto de sus acciones, consigue la paz eterna. Por el contrario, el hombre que, acuciado por sus deseos y carente de devoción, busca la recompensa de sus acciones, de este modo se encadena a la esclavitud del apego a los resultados.
13. Aquella alma realizada que ha entregado su mente, desapegándola de todo resultado, y que descansa en la dicha de la paz que encuentra dentro del castillo de nueve puertas (que es su cuerpo), jamás actuará por egoísmo, ni inducirá a otros a actuar así.
14. El Señor del Universo está más allá de las acciones de este mundo y la actividad que éste genera. Está más allá del resultado de las acciones. Sin embargo, la naturaleza continúa su trabajo con admirable perfección.
15. Las malas o buenas acciones de los hombres no son obra Suya. Cuando la sabiduría es oscurecida por la ignorancia, ésta les hace descarriar.
16. Pero la sabiduría del Espíritu interior puede descorrer los velos de la ignorancia de los hombres que, debido a la carencia del Conocimiento, se hallan sumidos en la oscuridad. La sabiduría del Conocimiento se revelará dentro de ellos como un sol radiante y, en su refulgencia, ellos podrán ver lo Supremo.
17. Concentrando sus pensamientos en Él y haciéndose uno con Él, encontrarán su morada en Él. El será así el final de su viaje. Arribando a aquella orilla de la que nunca se vuelve, pues han sido purificados por la sabiduría y están libres de pecado.
18. El amor que siente un iluminado es ecuánime y universal, no hace diferencias entre un Brahmin austero y sabio y una vaca o un elefante, o un perro, o incluso el bruto que come carne de perro.
19. Aquellos cuyas mentes están siempre en serena concentración ya han hecho de su vida un triunfo en esta tierra. Dado que Dios es uno y siempre puro, al hacerse uno con Él alcanza todos sus divinos atributos.
20. El iluminado que ve a Brahman mora en Brahman. Habiendo apartado de sí toda ilusión, su mente está en perfecta calma. Una vez alcanzado este estado, ni el placer ni el dolor puede estremecerlos.
21. Ya no está apegado a las cosas exteriores, pues dentro de sí, él encuentra toda la alegría. Su gozo es constante y eterno, pues su alma ya ha alcanzado la unión con Brahman.
22. El sabio nunca buscará el gozo en las cosas de este mundo, pues los placeres que ellas reportan, son tan sólo el presagio de los sufrimientos que luego han de venir. Todo es transitorio, igual que viene se va.
23. Pero aquél que antes de abandonar este mundo, estando aún en este cuerpo físico, consigue superar los impulsos del deseo y la pasión: éste hombre es un auténtico Yogui y su dicha es permanente.
24. Una vez que le ha sido revelada la Luz interior, su alegría y su dicha provienen de su interior. Con seguridad este Yogui alcanza el Nirvana, y haciéndose uno con Dios, en él ha de morar para siempre.
25. Aquellos santos ya libres de pecado, cuyas almas han superado toda duda y se encuentran en armonía, pronto alcanzan el Nirvana; y su gozo es tal, que se hace incomparable.
26. Porque a aquellos cuyas mentes están en calma, y cuyas almas han encontrado la armonía, les espera la paz de Dios como regalo. Una vez que han conocido su propia alma, ya están libres del deseo y la pasión.
27. El sabio que en silencio y en un lugar recogido y oscuro revierte su conciencia, aislando sus sentidos del mundo exterior, y reposando su vista interior en medio de sus cejas, deja que su aliento entre y salga de su cuerpo de un modo uniforme; calmándose de este modo, pone en armonía su mente con su fuerza vital.
28. Apartando de sí el miedo, el deseo y la pasión, mantiene su alma en silencio, antes de alcanzar la libertad final.
29. Él Me reconoce come el Gozador de las ofrendas y sacrificios. Como el Soberano Señor de todos los mundos y el Amigo de todos los seres creados. Reconociéndome así, él obtiene la paz.
Bhagavad Gita, cap. 5