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Para conservar la memoria en el Más Allá
¡Oh demonio, tú que cortas las cabezas
que acuchillas las sienes!
¡Oh tú, que anulas la memoria
haces que la boca de los Espíritus santificados
no puedan pronunciar la Palabra mágica
que habita en su corazón…!
Verdaderamente, tú no verás,
¡no!, yo con mis ojos no veré
como tú los ves. Heme aquí que yo camino y de repente me doy vuelta
miro hacia atrás…
Pero, ¡oh! ¿qué veo?
Demonios inmóviles que me siguen con los ojos…
Esos enemigos del dios Shu se preparan para degollarme,
para acuchillarme la frente
para atacarme con violencia,
siguiendo las órdenes de su amo…
Entonces diré:
«¡Ah ¿Quieres degollarme y acuchillar mi frente?
¿Quieres anular mi memoria?
¿Quieres enmudecer mi boca
no dejarla pronunciar las Palabras de Poder
que habitan en mi Corazón,
como has hecho con los otros Espíritus santificados?
¡Fuera, demonio! ¡Vuélvete!
¡Yo te lo mando en virtud del poder mágico de la Palabra
que Isis ha pronunciado, cuando venías hacia mí
siguiendo las órdenes de Seth, su enemigo,
con el fin de anular la Palabra poderosa en los labios de Osiris!»
Entonces Isis dijo:
«¡Fuera, demonio! ¡Que tu rostro
se vuelva hacia tus partes impúdicas!
¡Mira mejor ese Rostro rodeado de llamas!
¡Observa! ¡Es el Ojo de Horus en llamas
en medio del Ojo de Tum!»
Verdaderamente, demonio, no tienes escapatoria,
¡Oh tú, catástrofe de esta Noche!
Del mismo modo que Osiris te había echado
para que tu maldad no se introdujera en él,
así yo te echo, pues para mí ¡eres también una abominación!
Te mando, pues:
«¡No te acerques!»
Te repito una vez más:
«¡Atrás, demonio, enemigo de Shu!»
Libro egipcio de los muertos, conjuro XC
Traducción: A. Laurent