¡Gloria a Allâh, ante cuya Unidad no hay
nada anterior, si no es Él, que es el Primero! ¡Gloria a Allâh, después de cuya
Singularidad no hay un después, si no es Él, que es el Siguiente!
Con relación a Él no hay antes, ni
después; ni alto ni bajo; ni cerca, ni lejos, ni cómo, ni qué, ni donde, ni
estado, ni sucesión de instantes, ni tiempo, ni espacio, ni ser. Él es tal como
es. Él es el Único sin necesidad de la Unidad. Él es lo singular sin necesidad
de la Singularidad.
Él no está compuesto de nombre, ni de
denominado, porque Él es el nombre y el denominado. No hay nombre salvo Él. No
hay denominado salvo Él. Por ello se dice que Él es el nombre y el denominado.
Él es el Primero sin anterioridad. Él es
el Último sin posterioridad. Él es Evidente sin exterioridad. Él es Oculto sin
interioridad. Porque no hay anterior, ni posterior; no hay exterior, ni
interior, sino Él.
Es necesario comprender este Misterio
para no caer en el error de los que creen en las encarnaciones de la divinidad.
Él no está en ninguna cosa y ninguna cosa está en Él. Es preciso conocerle pero
no por la ciencia, la inteligencia, la imaginación, la sagacidad, los sentidos,
la visión exterior, la visión interior, la comprensión o el razonamiento.
Nadie, salvo Él mismo, puede verle.
Nadie, salvo Él mismo, puede asirle. Nadie, salvo Él mismo, puede conocerle.
Nadie distinto de Él puede ocultarle. Él se ve y se conoce a Sí mismo. Su velo
impenetrable es su propia Unidad. Él mismo es su propio velo. Su velo es su
propia existencia. Su Unicidad le vela de forma inexplicable.
Nadie le ha visto, le ve, o podrá verle
jamás. Ningún profeta enviado ni ningún santo perfecto o ángel se le aproxima.
Su Profeta es Él. Su mensajero es Él. Su mensaje es Él. Su Palabra es Él. Él ha
mandado su Ipseidad con Él mismo, de Él mismo y hacia Él mismo, sin ningún
intermediario o causalidad exterior a Él mismo. Ninguna diferencia de tiempo,
espacio o naturaleza hay entre El que envía el mensaje, el mensaje y el
destinatario del mensaje.
Su existencia está únicamente en los
textos de la profecía. Sin embargo, sólo Él existe y no puede dejar de existir
puesto que jamás vino a la existencia. Por eso ha dicho el Profeta: "Quien
se conoce a sí mismo conoce a su Señor". También ha dicho: "Yo
conozco a mi Señor, por mi Señor". El Profeta de Allâh ha querido hacerte
comprender que tú no eres tú, sino Él: Él y no tú; que Él no cabe en ti y tú no
cabes en Él; que Él no sale de ti y tú no sales de Él.
Lo que quiero decir es que tú no eres, o
posees tal o cual cualidad, que no existes y que no existirás jamás, ni por ti
mismo, ni por Él, en Él o con Él. Tu no puedes cesar de ser, porque no eres. Tú
eres Él y Él es tú, sin ninguna dependencia o casualidad. Si alcanzas a
reconocer en tu existencia esta cualidad de la nada, entonces conoces a Allâh,
En otro caso, no.
La mayor parte de los iniciados dicen
que la Gnosis, o Conocimiento de Allâh, viene a continuación de la extinción
(fanâ) de la existencia y de la extinción de esta extinción (fanâ el-fanâ'i).
Pero esta opinión es falsa, pues parte de un error manifiesto. La Gnosis no
exige la extinción de la existencia y la extinción de esta extinción,
sencillamente porque las cosas no tienen ninguna existencia y lo que no existe
no puede dejar de existir. Decir que una cosa ha dejado de existir, que no
existe ya, equivale a afirmar que ha existido, Pero si conoces el ti-mismo, es
decir, si puedes concebir que no existes y que, por tanto, no puedes
extinguirte jamás, entonces conoces a Allâh. En otro caso, no.
Atribuir la Gnosis a la extinción (fanâ)
y a la extinción de la extinción (fanâ el-fanâ'i) es un credo idólatra. Si
atribuyes la Gnosis a fanâ y a fanâ el-fanâ'i, pretendes que algo distinto de
Allâh puede gozar de existencia. Esto es negarle y entonces eres formalmente
culpable de idolatría. El Profeta ha dicho: "Quien se conoce a sí mismo,
conoce a su señor". Si se afirma la existencia de algo distinto no se debe
hablar de su extinción, porque no se puede hablar de la extinción de aquello
que hay que afirmar.
Tu existencia es nada y "nada"
no es añadido a alguna cosa, temporal o no. El Profeta ha dicho: "Tú no
existes ahora y tampoco existías antes de la creación del mundo". La
palabra "ahora" significa, como presente absoluto, la eternidad sin
comienzo y sin fin, Pero Allâh es la existencia de la eternidad sin comienzo, y
de la eternidad sin fin, tanto como de la preexistencia, Estos tres aspectos de
la eternidad son Él, Allâh es la existencia de estos tres aspectos de la
eternidad sin que Él deje, por eso, de ser absoluto. Si Él no fuera así, su
Soledad no existiría. Él no carecería de compañero. Pero es de necesidad
racional, dogmática y teológica que Él no tenga pareja posible. Su pareja sería
aquel que existiera por sí mismo y no por la existencia de Allâh, y sería,
consecuentemente, un segundo Señor Allâh, lo que es imposible. Allâh no tiene
pareja, ni en semejanza ni en equivalencia.
Aquel que ve una cosa con Allâh, de
Allâh o en Allâh, haciéndola independiente de Allâh, por su propio Señorío,
convierte esta cosa en pareja de Allâh, independiente de Él, por el Señorío.
Aquel que pretende que una cosa pueda existir con Allâh -poco importa que esta
cosa exista por ella misma o por Él- y que ella misma extingue su existencia, o
la extinción de su existencia -un hombre tal, digo yo-, está lejos de tener la
menor percepción de conocimiento de sí mismo. Porque aquel que pretende que
algo distinto de Él puede existir -poco importa que sea por sí mismo, o por Él o
en Él-, que puede desaparecer y extinguirse, que puede extinguirse la extinción
también, etc., etc., tal hombre entra en un círculo vicioso. Todo esto es
idolatría y nada tiene que ver con la Gnosis. Tal hombre es idólatra y no
conoce nada de Allâh, ni de sí mismo.
Si se pregunta por qué medio se llega a
conocer el sí-mismo, es decir, el "proprium", el alma, y a conocer a
Allâh, la respuesta es: La vía hacia estos dos conocimientos está indicada con
estas palabras: "Allâh es y la nada con Él. Él es ahora tal como
era". Si alguno dice: "Yo veo mi alma, -mi "proprium", mi
mí-mismo- distinta de Allâh y no veo que Allâh sea mi alma", la respuesta
es: El Profeta expresa con el término "alma", el "proprium"
o "ti-mismo", y no el elemento psíquico de tu existencia particular,
que se llama a veces "alma imperiosa", o "aquella que tiende
irresistiblemente al mal", o "el alma que reprocha" o "el
alma aquietada", etc. El Profeta ha dicho también: "Hazme ver. ¡Oh
Allâh!, las cosas tal como son", designando por "las cosas" todo
lo que no es Allâh -¡que Él sea exaltado!-.
Con esto el Profeta ha querido decir:
"Hazme conocer lo que no eres Tú, a fin de que sepa yo, a fin de que
conozca yo, la verdad sobre las cosas, si ellas son Tú, o distintas de Ti.
¿Carecen ellas de comienzo y de fin, o bien han sido creadas y han de
desaparecer?". Entonces Allâh le permitió ver que todo lo que no es Él,
incluyendo el "sí-mismo" del hombre, no tiene ninguna existencia. Y
vio las cosas tal como son: quiero decir que vio que las cosas son la
"quididad" de Allâh fuera del tiempo, del espacio y de todo atributo.
El término "las cosas" puede
aplicarse al alma, o no importa a qué otra cosa. La existencia del alma y de
las cosas se identifican ambas en la idea general de "cosa", por lo
que quien conoce su alma, su sí-mismo, conoce al Señor. Aquello que tú crees
ser distinto de Allâh, no es sino Allâh, pero tú no lo sabes. Tú Le ves y no
sabes que Le ves. Desde el momento en que este misterio haya sido desvelado a
tus ojos --que no eres distinto de Allâh-- sabrás cuál es el fin de ti mismo,
que no tiene necesidad de anonadarte, que jamás has dejado de ser y que no
dejarás jamás de existir..., jamás, como ya lo hemos explicado.
Todos los atributos de Allâh son tus
atributos. Verás que tu exterior es el Suyo, que tu interior es el Suyo, que tu
comienzo es el Suyo y que tu fin es el Suyo. Y eso, incontestablemente, sin
duda alguna. Verás que tus cualidades son las Suyas y que tu naturaleza íntima
es la suya. Y eso sin que te conviertas en Él, o que Él se convierta en ti, sin
transformación, sin disminución o aumento alguno.
"Todo muerto salva Su Faz", en
el exterior y en el interior. Esto quiere decir que no existe nada distinto de
Él, que algo distinto de Él no tiene existencia. Por eso lo que parece distinto
de Él será necesariamente perdido, pues lo que queda es Su Faz. Dicho de otra
manera: Nada hay permanente salvo Su faz.
Un ejemplo: un hombre ignora alguna cosa
y después la aprende. Con esto no es su existencia lo que se acaba, sino su
ignorancia. Su existencia continúa porque no ha sido canjeada por la de otro.
La existencia del sabio no se ha venido a sumar a la del ignorante, ni se ha
producido ninguna mezcla de las dos existencias individuales. Sólo la
ignorancia ha sido eliminada. No pienses, por tanto, que es necesario acabar
con tu existencia, porque entonces te envuelves en tu propia extinción y te
conviertes, por así decirlo, en el velo de Allâh. Como este velo es distinto de
Allâh, se sigue que algo distinto de Allâh puede vencerle reposando sus miradas
en Él, lo que es un error y una grave mentira.
Hemos dicho más arriba que la Unicidad y
la Singularidad son los únicos velos de Allâh. Por eso está permitido al
"Wâçil", esto es, al que ha alcanzado la Realidad, decir:
"Gloria a mi, pues mi excelsitud es grande". Tal "Wâçil" no
ha llegado a un grado tan sublime antes de haber visto que sus atributos son
los atributos de Allâh, y que su ser íntimo es el ser íntimo de Allâh, sin
ninguna transformación de atributos o transustanciación del ser íntimo; sin
ninguna entrada en Allâh, o salida de Él. Tal "Wâçil" ve que no se
apaga en Allâh, que no persiste con Allâh, que su alma, es decir, su
"proprium", no existe del todo, como había existido hasta entonces,
pues al apagarse no queda alma, ni existencia salvo la Suya.
El Profeta ha dicho: "No insultéis
al Siglo, porque es Allâh". Con estas palabras ha querido decir que la
existencia del Siglo es la existencia de Allâh --¡que Él sea glorificado y
magnificado!--. Él es demasiado elevado para tener un compañero, un semejante o
un equivalente cualquiera. El Profeta dijo, según una tradición: "Allâh
dice: Servidor mío: He estado enfermo y no me has visitado. He tenido hambre y
no me has dado de comer. Te he pedido limosna y me la has negado". Con
esto ha querido decir que Él era el enfermo y el mendicante. Y si el enfermo y
el mendicante pueden ser Él, también tú y todas las cosas de la creación,
accidentales o sustanciales, pueden ser Él. Cuando se descubre el enigma de un
sólo átomo, se puede ver el misterio de toda la creación, tanto interior como
exterior.
Verás que no es que Allâh haya creado
todas las cosas, sino que tanto en el mundo invisible como en el visible no hay
más que Él, porque en ninguno de los dos mundos hay un sólo punto de existencia
propia. Verás que Él no es solamente Su Nombre, sino que Él es el nombre y lo
que se nombra, así como la existencia de ambos. Verás que no es que Él haya
creado todas las cosas de una sola vez, sino que "Él es el Creador Sublime
y de todos los días", por la expansión y ocultación de Su existencia y de
Sus atributos. Más allá de toda condición inteligible.
"Porque Él es el Primero y el
Último, lo Exterior y lo Interior.
Él aparece en Su unidad y se esconde en Su singularidad.
Él es el Primero por Su "perseidad".
Él es el Último por Su eterna permanencia.
Él es la existencia de lo Primero y de lo Último,
de lo Exterior y lo Interior.
Él es Su nombre y lo que es nombrado".
Como su existencia es fatal, lógica y
dogmática, igualmente es fatal la no existencia de algo distinto de Él. Lo que
imaginamos que es distinto de Él no es en el fondo más que una bi-existencia,
pues la existencia de Él significa que no existe una bi-existencia que sería su
semejante. No hay nada distinto de Él, porque Él está exento de que lo distinto
de Él sea distinto de Él. Aquello que es distinto es también Él, sin ninguna
diferencia interior o exterior. Lo que es de este modo posee atributos sin
número ni fin.
Lo que es así calificado, posee
innumerables atributos. Lo que muere, en el sentido propio de la palabra, se
separa de todos los atributos, sean éstos loables o reprensibles. De igual
manera, lo que muere, en el sentido figurado, se separa de todos sus atributos,
sean éstos loables o reprensibles. Allâh -¡Que Él sea bendito y exaltado!-,
está en su lugar en todas las circunstancias. La "naturaleza íntima"
de Allâh está en la "naturaleza íntima"; los atributos de Allâh están
en sus "atributos". Por eso el Profeta -¡Que Allâh le ayude y salve!-
ha dicho: "Morid antes de morir", es decir: "Conoceos a vosotros
mismos (vuestra alma, vuestro "propium") antes de morir".
También ha dicho el Profeta: "Allâh
dice: mi adorador no cesa de aproximarse a mí por sus obras abundantes hasta
que Yo le amo. Y cuando Yo le amo, soy Su oído, Su vista, Su lengua, Su mano,
etc...". El Profeta quiere decir: el que aniquila su alma --su
"proprium"--, es decir, el que se conoce, ve que toda su existencia
es Su existencia. No ve ningún cambio en su "naturaleza íntima" o en
sus atributos. No ve ninguna necesidad de que sus atributos se conviertan en
los Suyos, porque ha comprendido que su propia "naturaleza íntima" no
es él mismo y que hasta entonces había ignorado su "proprium", o sea,
lo que Él es verdaderamente, en lo profundo.
Cuando hayas conocido lo que es
verdaderamente tu "proprium", te habrás desembarazado de tu dualismo
y sabrás que no eres distinto de Allâh. Mientras tengas una existencia
independiente, una existencia "distinta de Allâh", no conseguirás
apagar, esto es, conocer tu "proprium". Serás un Señor Dios distinto
de Él. ¡Que Allâh sea bendito de manera que no haya un Señor Dios distinto de
Él!
El interés del conocimiento del
"proprium" consiste en que obtienes la certidumbre absoluta de que tu
existencia no es ni una realidad ni una "nadidad", sino que tú no
eres, no has sido y no serás jamás. Comprenderás claramente el sentido de la
fórmula: "No hay Dios si éste no es el Dios" ("Lâ ilaha
ill'Allah"), es decir, no hay un Dios distinto de Él, no hay existencia
distinta de Él, no hay un "distinto" distinto de Él y no hay Dios si
éste no es Él.
Si alguien objeta: "Tú has abolido
su Señorío", yo respondo: No he abolido su Señorío, porque Él no cesa de
ser un Señor magnificiente, ni cesa de ser adorador magnificado. Él no cesa de
ser Creador, ni cesa de ser creado. Él es ahora tal como era. Sus títulos de
Creador, o de Señor magnificante, no están condicionados por la existencia de
una cosa creada, o de un adorador magnificado. Antes de la creación de las
cosas creadas, Él poseía todos sus atributos. Él es ahora tal como era.
No hay ninguna diferencia, en su Unidad,
entre la creación y la preexistencia. Su título del Exterior implica la
creación de las cosas y su título de lo Oculto o Interior implica la
preexistencia. Su interior y Su exterior (Su expansión, Su evidencia) son como
Su exterior y Su interior; Su primero y Su último son como Su último y Su
primero. El todo es único y lo único es todo. Él es cualificado: "Todos
los días está Él en el estado de Creador Sublime; nadie distinto de Él está con
Él. Él es ahora tal como era".
En realidad, lo distinto de Él no
existe. "Tal como era", eternamente, "todos los días en el
estado de Creador Sublime". No hay ninguna cosa con Él y ningún día de
creación, como no hay en la preexistencia ninguna cosa, ni ningún día, porque
la existencia de las cosas, o su nada, es todo uno. Si no fuera así, Él habría
necesitado la creación de alguna cosa nueva que no estuviera comprendida en su
Unicidad, lo cual sería absurdo. Su título de Único le hace demasiado glorioso
para que una suposición semejante fuera verdadera.
Cuando puedes ver tu
"proprium", así cualificado, sin combinar la Existencia Suprema con
un Adversario, compañero, equivalente o asociado cualquiera, entonces le
conoces tal como es, es decir, le conoces realmente. Por eso el Profeta ha
dicho: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor". No ha dicho:
"Quien extingue su sí-mismo, su "proprium", conoce a su
Señor", porque Él "sabe" y "vive" que ninguna cosa es
distinta de Él y por eso dice a continuación que el conocimiento de sí-mismo es
la Gnosis, o sea, el Conocimiento de Allâh. Has de conocer lo que es tu
"proprium", es decir, tu existencia; has de conocer que en el fondo
tú no eres tú, pero tú no lo sabes.
Has de saber que lo que tú llamas tu
existencia, no es en realidad ni tu existencia ni tu no existencia. Has de
saber que tú no eres existente, ni eres la nada, que no eres distinto de ser
existente, ni distinto de la nada. Tu existencia y tu "nadidad"
constituyen Su Existencia absoluta, aquella que no puede ni debe discutirse si
Es o no Es.
La sustancia de tu ser o de tu nada es
Su Existencia. Cuando veas que las cosas no son distintas de tu existencia y de
la Suya y cuando puedas ver que la sustancia de Su Ser es tu ser y tu nada en
las cosas, sin ver nada que sea con Él o en Él, entonces significa que conoces
tu alma, tu "proprium". Cuando se conoce el sí-mismo de tal manera,
allí está la Gnosis, el conocimiento de Allâh, más allá de todo error, duda o
combinación de algo temporal con la eternidad, sin ver en la eternidad, por
ella o junto a ella, otra cosa que la eternidad.
Si alguno pregunta: "¿Cómo se opera
la Unión, puesto que afirmas que sólo Él es? Una cosa que es única no puede
unirse más que con ella misma". La respuesta es: En realidad, no hay unión
ni separación, como no hay alejamiento ni aproximación. Se puede hablar de
unión entre dos o más y no cuando se trata de una cosa única. La idea de unión
o de llegada comporta necesariamente la existencia de dos cosas al menos,
análogas o no. Si son análogas, son semejantes. Si no son análogas, forman
oposición. Pero Allâh --¡que Él sea exaltado!-- está exento de toda semejanza,
así como de todo rival, contraste u oposición. Lo que se llama ordinariamente
"unión", proximidad o alejamiento, no son tales cosas en el sentido
propio de la palabra. Hay unión sin unificación, aproximación sin proximidad y
alejamiento sin idea alguna de distancia.
Si alguno pregunta: "¿Qué es la
fusión sin la fusión, la proximidad sin proximidad o el alejamiento sin
alejamiento?". La respuesta es: Quiero decir que en el estado que llamas
"proximidad" no eres distinto de Él -¡que Él sea exaltado!-. Tú no
eres distinto de Él, pero no conoces tu "proprium"; no sabes que eres
Él y no tú. Cuando llegues a Allâh, es decir, cuando te conoces a ti mismo,
"sin la literatura acerca del conocimiento", conocerás que eres Él y
que no sabrás en adelante si eres Él o no. Cuando el conocimiento te haya
llegado, sabrás que has conocido a Allâh por Allâh y no por ti mismo.
Tomemos un ejemplo: Supongamos que no
sabes que tu nombre es Mahmûd o que debes ser llamado Mahmûd -porque el
verdadero nombre y el que lo lleva son, en realidad, idénticos-. Te imaginas
que te llamas Muhammad, mas después de algún tiempo de vivir en el error, terminas
por saber que eres Mahmûd y que jamás has sido Muhammad. Tu existencia continua
igual, sin verse afectada por el hecho de que el nombre Muhammad ha sido sacado
de ti. Lo que ocurre es que has sabido que eres Mahmûd y que jamás fuiste
Muhammad. Pero tú no has dejado de ser Muhammad por la extinción de ti mismo,
ya que dejar de existir (fanâ) supone la afirmación de una existencia anterior.
Mas el que afirma una existencia fuera de Él, le otorga un asociado -¡que Él
sea bendito y que Su Nombre sea exaltado!-. En este ejemplo, Mahmûd no ha
perdido jamás nada. Muhammad jamás ha "respirado" (nafasa) en Mahmûd,
jamás ha entrado en él o salido de él. Igual ocurre con Mahmûd, con relación a
Muhammad. Tan pronto como Mahmûd ha conocido que él es Mahmûd y no Muhammad, se
ha conocido a sí-mismo, es decir, ha conocido su "proprium" y esto
por sí mismo y no por Muhammad. Este último no ha existido jamás y ¿cómo podría
informar sobre alguna cosa?
"El que conoce" y "lo que
es conocido" son idénticos, e igual ocurre con "el que llega" y
"aquel al cual se llega"; "el que ve " y "lo que es
visto". Son idénticos, "El que sabe" es Su atributo. "Lo
que es sabido" es Su sustancia o "naturaleza íntima". "El
que llega" es Su atributo y "aquel que llega" es Su sustancia.
Porque la cualidad y el que la posee son idénticos. Tal es la explicación de la
fórmula: "Quien se conoce a sí-mismo, conoce a Su Señor". Quien capta
los sentidos de esta similitud comprende que no hay unión, fusión o llegada, ni
separación; comprende que "el que sabe" es Él y que "el que es
sabido" es también Él; que "el que ve" es Él y "lo que es
visto" es también Él; que "el que llega" es Él y "aquel al
cual se llega" en la unión es también Él. Nadie distinto de Él puede
juntarse con Él o llegar a Él. Nadie distinto de Él puede separarse de Él.
Aquel que puede comprender esto total y plenamente, está exento de la más
grande de las idolatrías.
Muchos de los iniciados que creen
conocer su "proprium", así como a Su Señor y que se imaginan escapar
así de las ataduras de la existencia, dicen que "la Vía" no es
practicable o visible más que por medio de la "extinción de la
existencia" y por la "extinción de esta extinción". Dogmatizan
así porque no han comprendido la palabra del Profeta -¡"Que Allâh esté
sobre Él y le salve!-. Como han querido evitar la idolatría que resulta de la
contradicción, han hablado de la "extinción" de la existencia y
también de la "extinción de esta extinción" y también de la
"destrucción" y de la "desaparición". Pero estas
explicaciones caen en la idolatría pura y simple, porque cualquiera que piense
que existe algo distinto de Él y que aquello puede apagarse a continuación, o
cualquiera que hable de la "extinción de la extinción" de aquella
cosa, tal hombre, decimos nosotros, es culpable de idolatría por su afirmación
de la existencia presente o pasada de algo distinto de Él. Que Allâh -¡que Su
Nombre sea enaltecido!-, les conduzca, y también a nosotros, por el verdadero
camino.
Tu piensas que eres,
mas no eres y jamás has existido.
Si fueras, serías el Señor,
el segundo entre dos.
Abandona tal idea,
porque en nada diferís vosotros dos
en cuanto a la existencia.
Él no difiere de ti y tú no difieres de Él;
si por ignorancia piensas que eres
distinto de Él,
quiere decir que tienes una mente
no educada.
Cuando tu ignorancia cesa alcanzas la paz,
porque tu unión es tu separación
y tu separación es tu unión;
tu alejamiento, una aproximación,
y tu aproximación una partida.
Siendo así que te vuelves mejor,
cesa de razonar y comprende
por la Luz de la intuición,
sin la cual te olvidas de Sus rayos.
Guárdate de dar un compañero a Allâh,
porque en tal caso te envileces
con el oprobio de los idólatras.
Si alguno dice: "Pretendes que el
conocimiento de tu "proprium" es la Gnosis, es decir, el Conocimiento
de Allâh -¡que Su Nombre sea exaltado!-, que el hombre es distinto de Allâh
puesto que debe conocer su "proprium". Pero lo que es distinto de
Allâh ¿cómo puede conocerle?". La respuesta es: "Quien se conoce a sí
mismo, conoce a Su Señor". La existencia de tal hombre no es la suya, ni
la de otro, sino la de Allâh, sin la fusión de dos existencias en una, sin que
su existencia entre en Allâh, salga de Él, conviva con Él o resida en Él. Pero
Él ve su existencia tal como es.
Nada llega a ser que no haya existido
antes y nada deja de existir por destrucción o extinción, o extinción de la
extinción. La aniquilación de una cosa implica su existencia anterior.
Pretender que una cosa existe por sí misma equivale a creer que esta cosa se ha
creado a sí misma, que no debe su existencia al poder de Allâh, lo que es
absurdo a los ojos y a los oídos de todos.
Debes observar que el conocimiento que
posee el que conoce su "proprium", es el conocimiento que Allâh posee
de Su "proprium", de sí-mismo, porque Su "proprium" no es
distinto de Él. El Profeta -¡que Allâh esté sobre Él y le salve!- ha querido
designar por "proprium" la existencia misma. Cualquiera que llegue a
ese estado de alma, en su exterior y en su interior, no es distinto de la
existencia de Allâh, de la palabra de Allâh; su acción es la de Allâh y su
propósito de conocer su "proprium" es el propósito de la Gnosis, es
decir, el Conocimiento de Allâh.
Tú abrigas ese propósito, ves sus actos
y tu mirada busca un hombre distinto de Allâh, puesto que tú te ves a ti mismo
distinto de Allâh. Mas eso proviene de que no posees el conocimiento de tu
"proprium". Pero si "el creyente es el espejo del
creyente", entonces ese hombre es Él mismo por su sustancia, o por su ojo,
es decir, por su mirada. Su sustancia, o su ojo, es la sustancia, o el ojo de
Allâh; su mirada es la mirada de Allâh sin especificación ninguna. Ese hombre
no es Él según tu visión, tu ciencia, tu opinión, tu fantasía o tu sueño, sino
según Su visión, Su ciencia y Su sueño. Si dice: "Yo soy Allâh", escúchale
con atención porque no es Él, sino Allâh mismo quien por su boca pronuncia esas
palabras: "Yo soy Allâh". Es evidente que no has alcanzado el mismo
grado de despertar espiritual que Él. De otro modo, comprenderías su palabra,
dirías lo que él y verías lo que él ve.
Resumamos: La existencia de las cosas es
Su existencia sin que las cosas sean. No te dejes engañar por la sutilidad o la
ambigüedad de las palabras, de forma que imagines que Allâh ha sido creado.
Cierto iniciado ha dicho: "El sufí es eterno", mas él ha hablado así
después de que todos los Misterios le fueran revelados y todas las dudas o
supersticiones dispersadas. Entretanto, este inconmensurable pensamiento sólo
puede convenir a aquel cuya alma se ha convertido en más vasta que los dos
mundos. En cuanto a aquel cuya alma aún no ha alcanzado tal grandeza, este
pensamiento no es adecuado. Porque en verdad, este pensamiento es más grande
que el mundo sensible y el suprasensible, tomados los dos conjuntamente.
En fin, sabe que "el que ve" y
"el que es visto"; "el que da la existencia" y "el que
existe"; "el que conoce" y "el que es conocido";
"el que crea" y "el que es creado"; "el que
comprende" y "el que es comprendido", son todos lo mismo. Él ve
Su existencia por Su existencia, la conoce por ella misma y la obtiene por ella
misma, sin ninguna especificación fuera de las condiciones o normas ordinarias
de la comprensión, de la visión o del saber. Como Su existencia está
incondicionada, Su visión de Sí-mismo, Su inteligencia de Sí-mismo y su ciencia
de Sí-mismo están igualmente no condicionadas.
Si alguno pregunta: "¿Cómo miras lo
que es repulsivo o lo que es atrayente? Si ves, por ejemplo, una inmundicia o
una carroña, ¿dices que es Allâh?". La respuesta es: Allâh es sublime y
puro y no puede ser esas cosas. Nosotros hablamos con el que no ve una carroña
como una carroña o una basura como una basura. Hablamos a los videntes y no a
los ciegos. El que no se conoce es un ciego de nacimiento y hasta que no se
acabe su ceguera, natural o adquirida, no podrá comprender lo que queremos
decir. Nuestra conversación es con Allâh, sólo con Allâh y no con los ciegos de
nacimiento. El que ha llegado al grado espiritual que es necesario para
comprender, sabe muy bien que nada existe fuera de Allâh. Nuestra conversación
es con el que busca con firme intención y perfecta sinceridad obtener el
conocimiento de su "proprium", el conocimiento de Allâh -¡que Él sea
exaltado!-, y que en su corazón guarda en toda su frescura la "forma"
que le mueve a preguntar y desear llegar a Allâh. Nuestro discurso no va
dirigido a los que no tienen intención ni finalidad alguna.
Si alguno objeta: "Allâh -¡que Él
sea bendito y santo!- ha dicho: las miradas no pueden alcanzarle, pero Él
alcanza las miradas. Tú dices lo contrario, ¿dónde está entonces la
verdad?". La repuesta es: Todo lo que hemos dicho está conforme con la
palabra divina: las palabras no pueden alcanzarle, es decir, nadie, ni las
palabras de nadie, pueden alcanzarle. Si dices que hay en lo que existe alguien
distinto de Él, debes convenir que ese alguien distinto de Él puede alcanzarle.
Pero en estas Sus palabras árabes: "las miradas no pueden
alcanzarle", advierte Allâh al creyente que no hay nada distinto de Él.
Quiero decir que alguien distinto de Él no puede alcanzarle, porque quien le
alcanza es Él, Allâh, Él y ningún otro. Sólo Él alcanza y comprende Su
verdadera "naturaleza íntima", no otro. Las miradas no le alcanzan
porque son estrictamente Su existencia.
A propósito del que dice que las miradas
no pueden alcanzarle porque son creadas y lo creado no puede alcanzar lo
increado o eterno, nosotros decimos que quien tal dice no conoce aún su
"proprium". No hay nada, absolutamente nada; ni miradas ni ninguna
otra cosa, que exista fuera de Él, sino que Él comprende Su propia existencia
sin que esta comprensión exista en manera alguna.
He conocido a mi Señor por mi Señor, sin
confusión, ni duda.
Mi "naturaleza íntima" es la
Suya,
realmente, sin falta ni defecto.
Entre nosotros dos no hay tiempo
y en mi alma el mundo oculto se manifiesta.
Después de haber conocido mi alma
sin mezcla ni desorden,
he llegado a la unión con el objeto de mi amor,
sin largas ni cortas distancias.
He recibido las gracias, sin que nadie a mí descienda,
sin reproches ni motivos.
No he destruido mi alma por Su causa,
ni tengo duración temporal que pueda destruirme.
Si alguno pregunta: "Afirmas la
existencia de Allâh y niegas la existencia de cualquier otra cosa además de Él:
¿qué son entonces las cosas que vemos?". La respuesta es: estos discursos
se dirigen a los que no ven nada además de Allâh. En cuanto a los que ven cosas
fuera de Allâh, no tenemos nada con ellos, ni pregunta, ni respuesta, porque la
verdad es que, aunque crean otra cosa, no ven nada más que a Allâh en todo
cuanto ven.
El que no conoce a su
"proprium" no ve a Allâh, porque no todo recipiente deja filtrar su
contenido. Nos hemos extendido ya mucho sobre este tema. Ir más lejos sería
inútil, porque el que no ha visto ya no verá, pese a nuestros esfuerzos. No comprenderá
y no podrá alcanzar la verdad. El que puede ver, ve, comprende y alcanza la
verdad; para el que ha llegado, pero aún no lo sabe, es suficiente une ligera
indicación para que a su Luz pueda encontrar el verdadero sendero, caminar por
él con toda energía y llegar al fin de su sendero, con la gracia de Allâh.
¡Que Allâh prepare a los que ama y los
acoja con palabras, actos, ciencia, inteligencia, luz y verdadera dirección!
¡Él todo lo puede y responde a toda
plegaria con la respuesta justa!
¡No hay otro mundo o poder que el de
Allâh, el Altísimo, el Inconmensurable!
¡Que Él esté sobre la mejor de sus
criaturas, sobre el Profeta y sobre todos los miembros de su familia!
Traducción de Roberto Pla según la edición francesa aparecida en la revista "Être", primer trimestre de 1977, traducida del árabe por Abdul-Hadi.