XLI 1.Y cuando Jesús hubo dicho estas palabras a sus discípulos, María le preguntó: Mi Señor y Salvador, ¿los hombres justos de toda justicia, y en quienes no hay ningún pecado, sufrirán o no los suplicios de que nos hablaste?
2. ¿Será este hombre admitido, o no, en el reino de los cielos?
3. Y el Salvador contestó a María: El hombre justo, del todo perfecto, limpio de pecado, y que no haya recibido ningún misterio de la luz, cuando llegue su hora y salga del mundo, será puesto en poder de los satélites de una gran triple potencia.
4. Y se apoderarán de su alma, y durante tres días recorrerán con ella el mundo, y el tercero la llevarán al caos, para conducirla al lugar de todos los suplicios.
5. Y Juan se adelantó y dijo: Señor, si un consumado pecador renuncia a todo por el reino de los cielos, y renuncia a todo pecado, y sabemos que ama a Dios, y le damos los misterios, y recae en sus pecados, y vuelve a hacer penitencia, ¿es tu voluntad que le remitamos siete veces sus faltas y le demos siete veces los misterios del primer orden?
6. Y el Señor contestó a Juan: En verdad os digo que no siete veces, sino que le remitáis sus pecados muchas veces siete veces, dándole todas ellas los misterios desde el comienzo hasta lo extremo de lo exterior.
7. Porque así podréis ganar el alma de nuestro hermano y darle posesión del reino de la luz.
8. Y cuando me habéis interrogado diciendo si podéis perdonar los pecados hasta siete veces, yo os he respondido en parábola.
9. Y os he dicho. Perdonadle los pecados no siete veces, sino setenta y siete veces.
10. Perdonadle, pues, muchas veces, para que reciba otras tantas los misterios y pueda salvarse el alma de ese hermano.
11. Porque en verdad os digo que el que haya vivificado un alma la conservará para su luz en el reino de la luz.
12. Y recibirá más gloria por el alma que haya salvado, y quien haya salvado muchas almas haciéndoles entrar en la gloria de su gloria tendrá tanta más gloria cuantas más almas haya salvado.
13. Y cuando el Salvador habló así, Juan le preguntó: Y si mi hermano, que es un gran pecador, renuncia al mundo y a sus vanidades, ¿cómo sabremos que no es hipócrita?
14. ¿Y cómo sabremos que es sincero para conocer si le podemos dar los misterios de segunda y tercera categoría, y si podemos darle todos los misterios para que participe del reino de la luz?
15. Y el Salvador contestó a Juan, rodeado de todos sus discípulos.
16. Y le dijo: Si conocéis de un modo seguro que ese hombre ha renunciado al mundo y a sus pecados, y que no es mentiroso ni hipócrita, y que ama sinceramente a Dios, no le ocultéis los misterios y hacedlo conocer los de segundo y tercer grado.
17. Hacedlo participar de los misterios de que lo creáis digno, y cuando le hayáis comunicado los misterios del
grado tercero y segundo, si recae en el pecado, no continuéis comunicándoselos.
18. Porque os digo en verdad que el hombre que haya recibido estos misterios y peque sufrirá una sanción rigurosa.
19. Porque será objeto de escándalo y no habrá para él desde entonces redención de su alma en este mundo.
20. Sino que su morada estará en la puerta de los dragones, en las tinieblas exteriores, allí donde es el llorar y el rechinar de dientes.
21. Y en la destrucción del mundo, su alma será atormentada por un hielo frigidísimo y un ardor cruel.
22. Y permanecerá sin existencia hasta la eternidad.
23. Mas si este hombre se convierte de nuevo y renuncia al mundo y a sus pecados, y tiene gran arrepentimiento y penitencia, la misericordia se tenderá sobre él.
24. Y su penitencia le será admitida en remisión de sus pecados.
25. Para que consiga el misterio del primer misterio y hasta el misterio del Inefable.
26. Y verá sus pecados remitidos, porque estos misterios son piadosos y perdonan el pecado en toda hora.
El Evangelio de Valentino (Pistis Sophia)