El Rabino Simeón dijo: en un lugar está escrito: "Pues el Señor tu Dios es un fuego que consume" [Deut. 4: 24] ; y en otra- parte: "Pero ustedes los que están unidos al Señor su Dios, están vivos, todos y cada uno de ustedes, este día" [Deut. 4: 4]. Los demás han discutido ya la aparente inconsistencia entre estos textos, pero yo ofrezco aún otra interpretación.
Se ha afirmado que existe un tipo de fuego que es más fuerte que otro, y el uno consume y aniquila al otro. Si continuamos este pensamiento, puede decirse que aquel que penetre el misterio de la unidad sagrada de Dios, deberá considerar la Hama tal como se alza desde un carbón ardiente o una vela.
Siempre deberá existir alguna sustancia material de la cual la Harna se levanta. En la Hama en sí pueden verse dos luces: la una blanca y brillante, la otra negra o azul. De las dos, la luz blanca es la más alta y se alza con firmeza. Debajo de ella se encuentra la luz azul o negra, sobre la cual la otra descansa como en una base. Las dos están unidas, la blanca reposa en el trono de la negra. La base negra o azul está, de igual modo, en contacto con algo que, debajo de ella, la alimenta y la hace colgar de la luz blanca. A veces esta luz azul o negra se vuelve roja, pero la luz de arriba permanece constantemente blanca. Esta luz inferior, a ratos negra, a ratos azul, a ratos roja, sirve para ligar la luz blanca con la sustancia material debajo de sí y gracias a la cual se mantiene encendida. Esta luz inferior es, por naturaleza, un instrumento de destrucción y muerte que devora todo aquello que se le acerca. Pero la luz blanca ni consume, ni demuele, ni cambia jamás.
Así pues, Moisés dijo: "Pues el Señor tu Dios es un fuego que consume" [Deut. 4: 24]. Consume, en efecto, todo lo que se encuentra debajo suyo; por esta razón, él dijo "tu Dios" y no "nuestro Dios", ya que Moisés permaneció de pie en la luz suprema que no consume y no demuele.
Hay que hacer aún mayor hincapié. Es solamente Israel quien hace que la luz azul se encienda y se una con la luz blanca; Israel, quien se une a la luz azul de abajo. Y aunque sea propio de la naturaleza de la luz azul o negra destruir todo aquello que toca, aun así, Israel, uniéndose a ella, no se destruye. Así está escrito: "Pero ustedes los que están unidos al Señor su Dios, están vivos, todos y cada uno de ustedes, este día". Su Dios, y no nuestro Dios; es decir, la llama azul o negra consume o aniquila todo lo que se une a ella desde abajo, pero, así y todo, ustedes se unen y están vivos.
Apenas perceptible sobre la luz blanca y acompasándola, hay una luz más: ésta simboliza la esencia suprema. También lo hace la llama que aspira y simboliza los supremos misterios de la sabiduría.
El Rabino Phineas se dirigió a él y lo besó, y dijo, Bendito sea Dios que me guió hasta aquí. Y salieron con el Rabino Phineas y lo acompañaron durante tres millas. Cuando hubieron regresado, el Rabino Simeón habló: La descripción que he dado puede tomarse como símbolo de la sagrada unidad de Dios. En el nombre sagrado Y H V H*, la segunda letra, hé, es la luz azul o negra pegada a las letras restantes, yod, hé, vav, que constituyen la luminosa luz blanca. Pero hay épocas en que la luz azul no es hé sino dalet, que quiere decir pobreza; esto significa que cuando Israel no es capaz de, unirse a ella desde abajo, por tanto, tampoco es capaz de arder y unirse a la luz blanca; la luz azul es dalet, pero cuando Israel la hace unirse a la luz blanca, entonces es hé. Si varón y hembra no están juntos, hé se borra y sólo queda dalet [pobreza]. Pero cuando la cadena es perfecta, el hé se une a la luz blanca e Israel se une al hé y otorga sustancia para su luz, y aun así no es destruida.
En esto vemos el misterio del sacrificio. El humo que se alza, enciende la luz azul, que luego se une a la luz blanca, y sucede que toda la vela está encendida totalmente, y brilla en una sola llama unificada. Como es propio de la naturaleza de la luz azul demoler todo aquello que se pone en contacto con ella desde abajo, por tanto, si el sacrificio es aceptable y la vela queda totalmente encendida, entonces, como con Elyah, "el fuego del Señor desciende y consume la ofrenda quemada" [1 Reyes 18: 38] ; esto revela que la cadena ha sido perfeccionada pues la luz azul se une a la luz blanca, mientras que al mismo tiempo consume la grasa y la carne de la ofrenda quemada abajo, y no puede consumir lo que está abajo a menos que se alce y se una a la luz blanca. En un momento así, la paz reina en todos los mundos, y todos juntos forman una unidad.
* Las cuatro letras del nombre de Dios representan cuatro niveles de manifestación divina siempre en aumento.
La luz azul, habiendo devorado toda luz debajo, logra que los sacerdotes, los Levitas y los seglares se reúnan en su base con cantos y meditación y con oraciones, mientras encima de ellos la lámpara arde, las luces se mezclan en una unidad, los mundos se iluminan, y arriba y abajo todo queda bendecido. Por lo tanto, está escrito: "Ustedes los que están unidos al Señor su Dios, están vivos, todos y cada uno de ustedes, este día". La palabra atem [ustedes] está aquí precedida por la letra vav [y], que indica que mientras la grasa y la carne que se unen a la flama son devorados por ella, ustedes los que se unen a ella están vivos todavía.
Gershom Scholem
Zohar, el Libro del Esplendor