Miscelánea zen – Dahui (1089–1163)

 

El reino del iluminado

El sutra del ornamento floral dice: “Si quieres conocer el reino del iluminado debes limpiar tu mente y despojarte de todas las fantasías subjetivas y de todos los apegos hasta tornarla tan transparente y abierta como el espacio”.

El reino del iluminado no pertenece al mundo de los atributos manifiestos externos. La budeidad es el reino de la sabiduría sagrada que mora en nuestro interior.

Para alcanzarlo no se precisa instrumento, práctica ni comprensión alguna, sino que basta con liberarnos de la influencia del sufrimiento

psicológico que hemos ido acumulando en nuestra mente desde el comienzo de los tiempos en nuestra relación con el mundo externo.

Libérate de los apegos de la consciencia conceptual, de las falsas ideas y de las fantasías hasta que tu mente permanezca tan vacía y abierta como el espacio. En este estado, la mente podrá moverse libremente sin realizar esfuerzo alguno y sin tropezar con ningún obstáculo.

 

Ver al Buda en todas partes

El Sutra del Ornamento Floral dice: “Contempla al Buda en todas partes y no trates de hallarlo tan sólo en un fenómeno, en una experiencia, en un cuerpo, en un ser”.

Buda significa despierto, es decir, consciente en todo momento y en todo lugar. Ver al Buda en todas partes significa también reconocer al Buda natural innato que mora en lo más profundo de nuestro ser.

No existe momento, lugar, fenómeno, acontecimiento o experiencia en la que el Buda no se halle presente.

 

La continuidad de los pensamientos

No permitas que los pensamientos negativos perturben tu práctica del Zen, tus relaciones con los demás, o tu capacidad para afrontar las situaciones que se presenten. Si aparece un pensamiento negativo, concentra tu atención en él y extírpalo de raíz. Si permites que ése pensamiento subsista no sólo te alejarás de la iluminación, sino que terminarás volviéndote loco.

 

Ocúpate de lo tuyo

Hay un refrán muy conocido que puede ayudarte a comprender el Zen: “No apacientes los bueyes de otros. No cabalgues a lomos del caballo ajeno. No te preocupes de los asuntos de los demás”.

Ocúpate tan sólo de observarte continuamente. ¿Qué has hecho de positivo para ti y para los demás durante todo el día de hoy? Si adviertes cualquier desequilibrio, no debes mostrarte negligente y permanece atento.

 

No mente

“Cuando alcances la no-mente encontrarás fácilmente el Zen”. “No- mente” no significa insensibilidad ignorancia, sino que, por el contrario, se refiere a un estado en el que la mente permanece tan estable que ninguna circunstancia puede perturbarla, un estado en el que la mente permanece tan clara, inmaculada y libre de obstáculos en cualquier situación, que no se identifica con nada, ni siquiera con su propia pureza.

 

El objetivo del silencio

Quienes practican el Zen deben mantener su mente en silencio durante las veinticuatro horas del día. Cuando no tengas nada que hacer, también debes sentarte en silencio manteniendo el cuerpo en calma y la mente completamente alerta.

Cuando domines esta práctica, el cuerpo y la mente alcanzarán espontáneamente la paz y la tranquilidad. Sólo entonces podrá decirse que has empezado a comprender el Zen.

El objetivo del silencio mental sólo sirve para aquietar la confusión y la dispersión de la mente. Si te aferras al silencio como si se tratara del objetivo final, caerás en la trampa de la iluminación muda del falso Zen.

 

El origen de la mente

El bien y el mal se originan en nuestra propia mente. Pero ¿ qué es tu mente sino tus acciones y tus pensamientos? ¿De dónde procede tu mente?

En el mismo momento en que descubras el origen de tu mente se desvanecerán también todas las dificultades ocasionadas por tus propias acciones.

Entonces se desplegarán ante ti, sin necesidad de buscarlas, todo tipo de posibilidades extraordinarias.

 

El estado natural

Para alcanzar la vacuidad de todas las cosas debes comenzar purificando tu propia mente. Sólo cuando tu mente se torne limpia y transparente se disipará la confusión.

Entonces descubrirás la esencia y la función naturales de la mente. La “esencia” de la mente es el origen claro, puro y limpio de tu propia mente. Su “función” es la extraordinaria capacidad de cambio y adaptación que le permite adentrarse en la pureza y en la corrupción sin sentirse afectada ni identificada con la pureza ni con la corrupción.

 

La adaptación

Antaño, la enseñanza del Zen era, en ocasiones, completamente abstracta y trascendía todas las situaciones concretas. En otras, en cambio, era muy concreta y se ajustaba a las necesidades del momento. La enseñanza del Zen no se supedita a ningún modelo fijo.

 

El Zen verdadero

Si crees que en el Zen existe alguna formulación verbal que transmita algún secreto especial, estás equivocado. Ése no es el Zen verdadero.

El auténtico Zen no puede transmitirse, sólo puede experimentarse directamente y nos permite, de modo tácito,compartir nuestra propia comprensión con los demás.

 

Tus propios asuntos

El Zen no reside en el sonido ni en el silencio, en el pensamiento, en la discriminación, ni en la vida cotidiana. No obstante, para practicar el Zen, es de capital importancia no abandonar el silencio, el sonido, el pensamiento, la discriminación o la vida cotidiana. Cuando despiertes descubrirás que todo eso tiene que ver contigo.

 

El Zen nefasto

Muchas personas acometen fervorosamente la práctica del Zen cuando las cosas les van mal, pero la abandonan en cuanto vuelven a funcionar bien.

 

La paz y la quietud

Cuando tu cuerpo y tu mente alcancen la paz y el silencio, no debes identificarte con ese estado. Permanece tan libre e independiente como una calabaza vacía arrastrada por la corriente del río.

 

El Zen vivo

Para obtener la iluminación no es necesario abandonar la familia y los amigos, dejar el trabajo, hacerse vegetariano, convertirse en asceta o retirarse a un lugar solitario y dedicarse a fantasear en la fantasmagórica caverna del Zen muerto.

 

El Zen degenerado

En la actualidad, el Zen y el budismo han degenerado mucho. Hay maestros incompetentes que no han alcanzado la más mínima iluminación y cuyo conocimiento es tan confuso y poco digno de confianza que lo único que pueden enseñar a sus discípulos es a imitarles.

 

La meditación sedente

Si practicas la meditación pero tu mente permanece inquieta y cautiva en medio de la actividad es porque tu meditación no es suficientemente poderosa.

Si tu práctica sólo pretende desembarazarte del desasosiego cuando te halles en plena agitación, tu mente se turbará como si nunca hubieras meditado.

 

Ahorro de energía

La gente ignora su verdadera identidad, se lanza en pos de los objetos y está dispuesta a soportar voluntariamente todo tipo de sufrimientos a cambio de un instante de placer. Cada mañana, medio dormidos todavía, antes incluso de abrir los ojos, su mente ya se halla sumida en la confusión y a merced de los ensueños. De este modo, las semillas del cielo y del infierno se implantan en su mente antes incluso de que puedan llevar a cabo buenas o malas acciones.

Buda dijo: “Los sentidos son receptáculos creados por tu propia mente. Los objetos son la manifestación de las representaciones subjetivas de las formas concebidas por la mente. Estas manifestaciones, como la corriente de un río, el crecimiento de una planta, la luz de un candil, o el soplo del viento, se hallan sometidas al cambio continuo. La actividad desenfrenada, la atracción por las cosas impuras y la avidez son la causa de los hábitos inútiles e ilusorios que nos hacen girar interminablemente alrededor del mismo punto igual que en una noria”.

Si comprendes esto también entenderás el sentido de la ausencia de una personalidad independiente. Sabrás que el cielo y el infierno no se hallan en el exterior sino que moran en el corazón de las personas medio dormidas que tratan de despertar.

Mientras despiertas debes mantenerte alerta y no luchar contra nada de lo que aparezca en tu mente, porque la represión terminará consumiendo toda tu energía. Como dijo el tercer patriarca: “Si pretendes alcanzar el silencio deteniendo el movimiento, no conseguirás más que acrecentarlo”.

En el mismo momento en que te des cuenta de que puedes ahorrar energía en medio del frenesí de la vida cotidiana, se abrirá ante ti unafuente ilimitada de poder, alcanzarás la budeidad y serás capaz de transformar el infierno en cielo.

 

Los aficionados al Zen

Hay intelectuales de profesión que creen saberlo todo acerca del Zen. Reúnen a algunos monjes incompetentes, les dan de comer y comienzan a hablar de lo primero que se les ocurre. Luego, toman nota de toda esta palabrería y la utilizan para juzgar a los demás, denominando “debate Zen” a esa forma de especular y creyendo vencer si pronuncian la última palabra.

Sin embargo, si tuvieran la ocasión de tropezar con alguien realmente perceptivo, serían incapaces de reconocerlo y, aun en el caso de que pudieran hacerlo, nunca estarían seguros y desaprovecharían la oportunidad de beneficiarse de sus enseñanzas. Lo único que les preocupa es su reputación y si un maestro les revelara cómo se aplica realmente el Zen en toda clase de situaciones, huirían despavoridos.

 

Buscando un atajo

Apenas aparezca la menor intención de encontrar un atajo para llegar al Zen, será como si hubieras metido la cabeza en un bote de cola.

 

Perfeccionamiento

Hoy en día mucha gente se aproxima al Zen con una mentalidad posesiva, pero ésta es una idea equivocada de aquello que está más allá de las falsas ideas.

Libera tu mente, que no esté demasiado tensa ni demasiado relajada. De este modo economizarás gran cantidad de energía mental.

 

La liberación

Desde mucho antes que puedan recordarlo, las personas se ven arrastradas por la mente conceptual, por la corriente del nacimiento y la muerte, y son incapaces de alcanzar la independencia. Para superar el nacimiento y la muerte, para saborear plenamente de la vida, debes detener el flujo de la mente conceptual.

 

Las sectas Zen

En el Zen no existen diferencias sectarias. Los sectarismos aparecen cuando los maestros carecen de una enseñanza completa y los discípulos no poseen una voluntad estable. Sin embargo, estrictamente hablando, en el Zen no existen las diferencias.

 

Pasado, presente y futuro

Buda dijo que sólo es posible comprender que el pasado, el presente y el futuro están vacíos cuando la mente deja de aferrarse a los objetos del pasado, no anhela los objetos del futuro y no mora en los objetos del presente.

No pienses en los acontecimientos pasados, sean éstos buenos o malos porque, si lo haces, sólo conseguirás entorpecer tu camino. No pienses en los asuntos futuros porque las expectativas te volverán loco. No fijes tu atención en los acontecimientos presentes, sean agradables o desagradables porque, si lo haces, sólo lograrás desasosegar tu mente.

Afróntalas situaciones en el mismo momento en que aparecen. Entonces te hallarás espontáneamente en armonía con estos principios.

 

La escencia del Zen, selección de Thomas Cleary

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