11 dic 2013

¿Puede un hombre salvarse por el bautismo de Juan y sin tu bautismo?

diciembre 11, 2013

1. Y en seguida, yo, Juan, interrogué al Señor, diciendo: ¿Cómo los hombres afirman que Adán y Eva fueron creados por la mano de Dios, y que, puestos en el Paraíso para observar los preceptos, se vieron entregados a la muerte?


2. Y el Señor me respondió: Escucha, Juan, bien amado de mi Padre. Los hombres ignorantes dicen también en la prevaricación que mi Padre había fabricado cuerpos. Empero ha creado, por el Espíritu Santo, todas las virtudes de los cielos y los santos, a causa de la prevaricación, se encontraron en posesión de cuerpos de barro, y he aquí por qué se vieron entregados a la muerte.


3. Y de nuevo, yo, Juan, interrogué al Señor, diciendo: ¿Cómo el hombre comienza a existir en espíritu en un cuerpo carnal?


4. Y el Señor me respondió: Ángeles caídos del cielo pasan a los cuerpos de las mujeres, y reciben la carne de la concupiscencia de la carne. Porque el espíritu nace del espíritu, y la carne de la carne, y así es como se consuma el reinado de Satanás en este mundo y en todas las naciones.


5. Y me dijo: Mi Padre le ha permitido reinar siete días, que son siete siglos.


6. Y otra vez pregunté al Señor: ¿Cuándo advendrá ese tiempo?


7. Y él me contestó: El diablo, que ha caído de la gloria del Padre, y que ha querido levantar y realzar su propia gloria, envió a sus ángeles, irradiantes de fuego, a los hombres, desde Adán hasta Enoch, su ministro.


8. Y elevó a Enoch por encima del firmamento, y le mostró su divinidad, y le dio pluma y tinta, para que escribiese sesenta y siete libros, y le ordenó que los trajese a la tierra, y los diese en legado a sus hijos.


9. Y Enoch obedeció a Satanás punto por punto y, llegado a la tierra, comenzó a instruir a sus hijos en la manera como debían hacerse los sacrificios, y a enseñarles misterios injustos, y ocultaba así a los hombres el reino de los cielos.


10. Y el diablo le decía: Cree en mí, porque soy tu Dios, y no hay otro Dios que yo.


11. He aquí por qué mi Padre me ha enviado a este mundo, a fin de que haga conocer a los hombres los perversos designios del diablo.

12. Y, cuando el diablo supo que había bajado del cielo al mundo, envió a un ángel, y tomó tres lenguas, y las dio, para crucificarme, a Moisés, y yo las conservo aún.


13. Entonces Moisés anunció a Dios a su pueblo. Y Dios le mandó dar la Ley a los hijos de Israel, y lo condujo por entre la mar desecada.


14. Y, cuando mi Padre pensó en enviarme al mundo, envió, antes que a mí, a su ángel, llamado María, para que yo fuese recibido en su seno.


15. Y, descendiendo, entré en ella por el oído, y por el oído salí.


16. Y, cuando Satanás, el príncipe de este mundo, supo que yo había descendido a él, para buscar y para salvar a los que habían perecido, envió al ángel Elías el profeta, para que, con el nombre de Juan el Bautista, bautizase con agua.


17. Y Elías interrogó al príncipe de este mundo, diciendo: ¿Cómo podré reconocer que estoy bautizado? Y el Señor repuso: Aquel sobre quien veas descender al Espíritu en forma de paloma, y permanecer sobre él, es el que bautiza en el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, y tú podrás perderlo y salvarlo.


18. Y yo Juan, de nuevo interrogué al Señor, diciendo: ¿Puede un hombre salvarse por el bautismo de Juan y sin tu bautismo?


19. Y el Señor me respondió: Nadie puede ver el reino de los cielos, si yo no lo bautizo para la remisión de los pecados por el bautismo del agua, porque yo soy el pan de vida, que ha descendido del séptimo cielo, y los que coman mi carne, y beban mi sangre, serán llamados hijos de Dios.


El evangelio cátaro

7 dic 2013

La rebelión de Satanás

diciembre 07, 2013

1. Yo, Juan, vuestro hermano, que toma parte en vuestras tribulaciones, a fin de tomarla igualmente en el reino de los cielos, cuando tenía reclinada mi cabeza sobre el pecho de Nuestro Señor Jesucristo, le pregunté: Señor, ¿quién es el que te traicionará? Y él me respondió: El que mete conmigo la mano en el plato. Entonces Satanás entró en él, y buscaba ocasión de entregarlo.


2. Y yo dije: Señor, antes que Satanás cayese, ¿cuál era su gloria cerca de tu Padre? Y Jesús me contestó: Era una gloria tamaña, que mandaba en las potestades de los cielos. Yo estaba sentado junto a mi Padre, y él mandaba a todos los imitadores de mi Padre. Descendía del cielo al infierno, y subía después desde el infierno hasta el trono del padre invisible. Y fue herido de orgullo por la gloria de quien, como él, dirigía los cielos, y concibió el pensamiento de colocar su residencia por encima de las nubes de los cielos, y quiso ser semejante al Altísimo.


3. Y, cuando hubo descendido en el aire, dijo al ángel del aire: Ábreme las puertas del aire, y el ángel le abrió las puertas del aire.


4. Y, descendiendo más abajo, se dirigió al ángel que presidía los cielos, y le ordenó: Ábreme las puertas de los cielos, y el ángel se las abrió.


5. Y, continuando su camino, encontró toda la faz de la tierra cubierta por las aguas.


6. Y, descendiendo sobre la tierra, encontró dos grandes peces extendidos sobre las aguas, y que eran como bueyes uncidos en pareja para labrar, los cuales, conforme al mandamiento del Padre invisible, ocupaban toda la tierra, desde la puesta hasta la salida del sol.


7. Y, cuando descendió más todavía, encontró su ossop, que es el elemento del fuego, y no pudo descender más, a causa de las llamas ardientes que se lo impedían.


8. Y Satanás retrocedió, y fue hacia el ángel del aire, y hacia el que preside las aguas, y dijo: Todo esto es mío. Si me escucháis y me obedecéis, colocaré mi residencia por encima de las nubes, y seré semejante al Altísimo. Y, quitando las aguas de este firmamento supremo, reuniré los demás lugares del mar, y no habrá agua sobre la superficie de la tierra, y reinaré con vosotros por los siglos de los siglos.


9. Y, habiendo hablado así a los ángeles, subió hacia los otros ángeles, hasta el quinto cielo, y preguntó a cada uno: ¿Cuánto debes a tu Señor? Y uno contestó: Cien medidas de trigo candeal. Y Satanás repuso: Toma pluma y tinta, y escribe sesenta.


10. E interrogó a otros: Y tú, ¿cuánto debes a tu Señor? Y uno de ellos, respondió: Cien medidas de aceite. Y Satanás le dijo: Siéntate, y escribe cincuenta.


11. Y, subiendo hacia todos los cielos, habló así hasta el quinto cielo, lisonjeando a los ángeles del padre invisible.


12. Y una voz salió del trono del Padre, y dijo: ¿Qué haces, tú que niegas al Padre, y que seduces a los ángeles? Fautor de pecado, cumple prontamente lo que en el pensamiento has concebido.


13. Entonces el Padre dio órdenes a sus ángeles, diciéndoles: Tomad sus vestiduras. Y los ángeles despojaron de sus vestiduras, de sus tronos y de sus coronas, a todos los ángeles que habían escuchado y obedecido a Satanás.


El Evangelio cátaro, cap. I

5 dic 2013

Miscelánea Zen – Maestro Xiatang

diciembre 05, 2013

La percepción de los sabios

El Sutra de la Luz Infinita dice: “Los ríos, lagos, pájaros, árboles y bosques invocan al Buda, la Verdad y la Comunidad.

Basta un instante de consciencia no discriminativa para que aflore la gran sabiduría. Esto es como verter agua en el océano o insuflar aire en un huracán.

Además, ¿cómo se produce la discriminación? “Buda” es un término provisional que designa lo que no puede verse por más que miremos, lo que no puede oírse por más que escuchemos, lo que no tiene principio ni fin por más que lo busquemos. “Buda” engloba la forma y el sonido, abarca el cielo y la tierra, penetra en lo más alto y lo más bajo. No se trata de un fenómeno externo y, por tanto, no existe perspectiva, persona ni pensamiento aparte de él, y se halla presente en todo lugar y en cada cosa.

“Buda” es la fuente original de la consciencia, siempre omnipresente e inmutable a pesar de la decadencia del cuerpo. Sin embargo tú no puedes utilizar todavía lo que siempre está presente. La budeidad es maravillosa pero si te obsesionas con ella la transformarás en una enfermedad. Como dice el proverbio: “Aunque el polvo de oro sea muy preciado, si cae en tus ojos te cegará”.

Un patriarca dijo: “No es mente, no es Buda, no es nada, ¿De qué se trata?” Con eso está dicho todo. Ésta es la espada de diamante que corta todas las obsesiones.

Otro maestro dijo: “La menor confusión puede atraparte en actividades infernales, el más pequeño sentimiento puede encadenarte para siempre. Detén todos los sentimientos ordinarios y no necesitarás buscar la sabiduría porque ésta brotará espontáneamente”.


Romper los hábitos

Para aprender a ser un Buda debes arrancar con decisión las semillas de los hábitos y ser consciente de causas y efectos. Trasciende los objetos mentales y abandona toda actividad discursiva. No permitas que ningún pensamiento, ya sea positivo o negativo, se adueñe de tu mente. Olvida tanto el Budismo como las cosas mundanas. Suelta tu cuerpo y tu mente como si te arrojaras a un acantilado. No produzcas ningún pensamiento subjetivo sobre la vida ni sobre la muerte, desecha toda discriminación y sé tan abierto como el espacio. No sostengas ninguna opinión, acaba con ellas sin permitirles ninguna continuidad.



La escencia del Zen, recopilación de Thomas Cleary