Pregunta.– La práctica del Bodhisattva está basada sobre los Seis Pâramitâs [Lo que es menester saber atravesar para alcanzar el Despertar: don, observación de las Prohibiciones, paciencia, energía, concentración y sabiduría]y la prajnâ-pâramitâ [la sabiduría] ocupa el lugar más importante, pues los otros Pâramitâs no pueden cumplirse sin sabiduría. ¿Porqué, entonces, rechazáis vos categóricamente la sabiduría?.
Respuesta.– Prajnâ es una palabra sánscrita. En chino se dice sabiduría. Aunque la palabra « sabiduría » sea siempre la misma y única, se pueden distinguir: Sabiduría verdadera, sabiduría ilusoria, sabiduría provisoria, y sabiduría real. Sabiduría designa habitualmente una mejora que hace salir de la necedad constante y que es provocada por la comprensión de las puertas del Dharma. El Sûtra del Despertar Completo declara: « Sabiduría y necedad ambas son prajnâ... » Eso no quiere decir que salir de la necedad corresponda a la sabiduría verdadera. Puesto que nace una consciencia atormentada de la Insciencia [=Ignorancia], uno descubre en la gran sabiduría del Despertar completo los dos aspectos de sabiduría y de necedad: eso es ilusión. Cuando uno busca transformar necedad en sabiduría, mientras conserva esta ilusión, eso es entonces una segunda y doble ilusión. La palabra « prajnâ » se traduce a veces por Despertar o por Vía. Un Antiguo ha dicho: « La Vía no pertenece ni al conocimiento ni al no-conocimiento. El conocimiento es ilusión; el no-conocimiento es indiferencia... » Entre los estudiantes de la escuela del Zen, algunos piensan que la comprensión intelectual del principio profundo es la realización de la Vía. Si ello es así, ¿porqué, entonces, pretende este Antiguo que la Vía no pertenece al conocimiento?. Otros piensan que el estado vacío y tranquilizado salido de la aniquilación del entendimiento es la realización de la Vía. Si ello es así, ¿porqué este Antiguo pretende entonces que la Vía no pertenece al no-conocimiento?. Únicamente si, abandonando todas esas comprensiones intelectuales, uno se entrega fuertemente a sus búsquedas, de hora en hora, sobre ese estado abandonado, llegado el momento, estaremos de acuerdo en la gran Sabiduría profunda. Entonces en ese momento, uno comprenderá por primera vez que el contenido de la Vía no es ni necedad ni sabiduría. Si uno ha llegado a ese estado, entonces la sabiduría y la necedad cotidianas no estarán ya en el exterior, sino que serán asuntos internos nuestros.
Ahora bien, aunque rechazar la reputación y el provecho mundanos cuando uno conoce la verdad sobre la impermanencia y cuando comprende el principio de la causalidad sea ya una sabiduría correspondiente a una inteligencia superior a la de un necio ordinario, uno no podría alcanzar la madurez de un Buddha con este grado de comprensión... Aunque los bodhisattvas llegados al grado de los Tres sabios y de los Diez santos hayan alcanzado la Sabiduría fantasmática o bien la del no-nacido, con todo no llegan todavía a la madurez del Buddha. Cuando llegado a la tierra del Casi-Despertar, uno olvida a la vez las sabidurías precedentes alcanzadas por los Tres sabios y los Diez santos, a eso se llama: concentración comparable a un diamante. En ese momento la gran Sabiduría del Despertar maravilloso aparece por primera vez. Esta gran Sabiduría, de la que está provisto cada cual, es completa en todos. En consecuencia, aquellos que tienen una gran sagacidad están de acuerdo inmediato con la gran Sabiduría profunda, sin que tenga que pasar por los grados de los Tres sabios y de los Diez santos etc. Es en este sentido como un Antiguo ha dicho: « De un salto uno entra directamente en la tierra del Tathâgata ». El Avatamsaka Sûtra declara: « Desde el primer instante de la conversión uno realiza ya el Despertar verdadero... » Aquellos que tienen fe en la puerta del Dharma de la Doctrina provisoria, piensan que es falso pretender que el ignorante, bajo el imperio del sufrimiento, alcanza pronto la gran Sabiduría, mientras que inclusive un Bodhisattva llegado a la décima tierra no alcanza todavía la gran Sabiduría del Despertar maravilloso. Eso viene de que no creen en la gran Sabiduría profunda, sino que consideran únicamente la simple mejora que hace salir de la necedad hacia la sabiduría.
Es para aquellos cuya capacidad es media o inferior para quienes se predican los Seis Pâramitâs, decenas de miles de prácticas y para quienes se han establecido 52 grados. Venerar el prajnâ-pâramitâ [la sabiduría], que es uno de los seis Pâramitâs, es una estratagema empleada a fin de guiar a las gentes que no pueden estar de acuerdo inmediato con la gran Sabiduría Profunda, progresivamente, hasta la otra orilla profunda, utilizando durante algún tiempo la sabiduría fantasmática como una balsa. Es por eso por lo que la puerta de la Doctrina permite por un tiempo la comprensión por el estudio; pero no es esa una voluntad realmente propia de la Doctrina. La balsa no es importante sino porque permite llegar a la otra orilla atravesando un gran río. Sin embargo el necio se aferra a ella y no la abandona porque no conoce todavía la importancia real de la balsa. El Buddha y los Patriarcas han venido al mundo para enseñar las puertas del Dharma, constituyendo así una balsa que permite llegar a la orilla profunda después de haber atravesado el gran río del extravío inverso. Por muy bien que uno se haya instalado sobre esta balsa, si uno no sabe abandonarla y se aferra a ella, no podrá llegar al Arrozal profundo. Al igual que gentes que tuvieran por azar la capacidad de volar llegarían directamente a la otra orilla sin la mediación de la balsa, así también aquellos que tienen una capacidad superior llegarán directamente al Arrozal profundo, sin la mediación de la sabiduría de los Tres sabios y de los Diez santos. Si uno les recomendara la comprensión por el estudio, eso sería como recomendar una balsa a aquellos que pueden volar. La balsa devendrá entonces más bien un obstáculo. Es por eso por lo que la escuela del Zen rechaza toda suerte de comprensión por el estudio.
Sin embargo algunos estudiantes de la escuela del Zen se han llenado de orgullo ante el pensamiento de que las palabras de sus Maestros eran una balsa superior a la balsa doctrinal. Si suben así sobre una vasta balsa muy superior, y piensan encontrar en ella la paz definitiva divirtiéndose entre tanto, a pesar de todo son superiores a aquellos que no buscan siquiera una balsa y permanecen en vano sobre esta orilla de acá durante toda su vida. Pero, a pesar de eso, vagan en vano, arrastrados por la corriente del río y, como los demás, no llegan tampoco a la otra orilla. Aunque los Tres sabios y los Diez santos monten sobre una balsa espléndida, puesto que se quedan en ella, no rebasan todavía la corriente del cambio y de la vida-y-muerte. De modo que con mayor razón, ¿porqué iba uno a estar satisfecho con el pensamiento de quedarse sobre una pequeña balsa provisoria?.
En Diálogos en el sueño