Bhagavad Gita: El yoga del dominio de sí mismo


Bhagavad Gita: El yoga del dominio de sí mismo


El Bienaventurado Señor dijo:

  1. Es «sannyasin» y «yogui», no quien no enciende el fuego del sacrificio y permanece inactivo, sino el que ejecuta las obras sin preocuparse por sus frutos.

  2. Realmente, ¡oh, Pandava!, es el yoga lo que hemos llamado renunciación, porque nadie puede ser «yogui» sin haber renunciado a la voluntad y al deseo.

  3. Para el sabio que acaba de iniciarse en el yoga, la acción es la causa; pero este mismo sabio, cuando ha alcanzado la plenitud del yoga, sabe que la causa es el dominio de sí mismo.

  4. Y se dice que se ha llegado a la plenitud del yoga cuando no se está unido a los objetos de los sentidos ni a las obras; cuando se ha renunciado a la voluntad de deseo.

  5. Por el yo superior debes lograr la liberación del yo inferior, y no debes permitir que se destruya el yo, pues el yo superior es amigo del yo, y el yo inferior es enemigo.

  6. El yo es un amigo para el hombre, cuyo yo inferior está dominado por el yo superior, pero quien no ha alcanzado su yo superior, tiene en el yo inferior un enemigo que obra como tal.

  7. Cuando un hombre ha conquistado su yo y lo ha dominado, su yo supremo ha alcanzado el considerar equivalentes el frío y el calor, el placer y el dolor, el honor y el deshonor.

  8. Puede decirse que ha alcanzado el yoga quien ha logrado el conocimiento de sí, quien ha realizado su propio equilibrio, dominando sus sentidos y juzgando como cosas iguales un terrón de arcilla, una piedra y un pedazo de oro.

  9. Es hombre ilustre quien considera iguales al amigo y al enemigo, al pecador y al santo, al piadoso y al indiferente.

  10. El yogui debe realizar de una manera constante su unión con el Yo, alejado del mundo, eliminando de su pensamiento todo deseo y dominando todo su ser y toda su conciencia.

  11-12. Deberá estar en un lugar puro, ni muy alto ni muy bajo, cubriéndose con un lienzo blanco, con hierba sagrada y con una piel de gamo. En este estado, practicará el yoga, concentrando su pensamiento y dominando los movimientos de la conciencia y los sentidos.

  13-14. El yogui deberá realizar con firmeza el yoga, entregándose a Mí por completo, en la siguiente forma: el cuerpo derecho, la cabeza y la nuca quietas, la mirada dirigida hacia dentro y fija entre las cejas; no mirará alrededor, tendrá su pensamiento tranquilo y sin temor, cumplirá el voto de castidad y tendrá toda su mente dirigida hacia Mí.

  15. Si permanece de esta manera en el yoga por el dominio de su mente, alcanzará el reposo del nirvana, del cual yo soy el fundamento.

  16. Pero, ¡oh, Arjuna!, este yoga no es apropiado para el que come o duerme mucho, ni tampoco para el que ni duerme ni come.

  17 El yoga elimina la tristeza en el hombre que duerme y está despierto, que se alimenta, que juega, que ejecuta obras pensando en la unión con la Divinidad.

  18. Si toda la conciencia está dominada y libre de deseo, si reposa en el yo con tranquilidad, entonces se ha alcanzado el yoga.

  19. El yogui que se une con el yo tiene su conciencia liberada de toda pasión e inmóvil como la luz de una lámpara situada en un lugar sin viento.

  20-22. Quien tiene su mente tranquila por la práctica del yoga, quien tiene su alma satisfecha, quien conoce su propia felicidad, real y profunda, quien ha dominado sus sentidos y quien ha llegado a un estado de verdad espiritual del que no puede separarse jamás, ese ha alcanzado el mayor de los triunfos y un tesoro ante el cual todos los demás pierden su valor; en este estado, el hombre no se turba ni se entristece ante la más profunda desgracia.

  23. En este estado no existe la tristeza y se realiza la ruptura de la unión entre la mente y la pena. El yoga, es decir, la unión con la Divinidad, es lo que produce esta inalienable felicidad espiritual. Por ello debemos practicar el yoga sin detenernos ante ningún decaimiento, ninguna dificultad, ni ningún fracaso.

  24-25. Debemos eliminar toda actividad mental por medio de un esfuerzo mental poderoso y firme, y después de haber unido la mente al Yo supremo no deberemos pensar en nada más. Y todo esto se logra renunciando sin ninguna excepción a los deseos originados por la voluntad y dominando los sentidos por la mente, para que no se extravíen por todas partes.

  26. Cuando la mente, intranquila y agitada, se extravía, hay que dominarla y someterla al Yo.

  27. Cuando la mente ha sido calmada, el yogui alcanza la suprema felicidad del alma que se ha unido el Brahmán, felicidad exenta de imperfección o de pasiones.

  28. Al estar limpio de la mancha de la pasión y al practicar el yoga, el yogui alcanza la felicidad en su unión con el Brahmán, felicidad que es inigualable.

  29. El hombre que está en yoga, que ve el Yo en todos los seres y todos los seres en el Yo, posee una visión tranquila.

  30. Quien Me ve en todo lugar y ve todo en Mí nunca está separado de Mí, ni tampoco yo lo aparto de Mí.

  31. El yogui que ha alcanzado la unidad y me ama a través de todos los seres, siempre vive y obra en Mí de cualquier modo que viva y obre.

  32. ¡Oh, Arjuna! Yo considero como el mejor yogui a quien le es indiferente cualquier acontecimiento, le produzca alegría o le produzca dolor.

Arjuna dijo:

  33. ¡Oh, Madhusudana! No veo un fundamento firme al yoga de la tranquilidad de ánimo que me has enseñado, pues no lo veo estable a causa de la agitación propia de la mente.

  34. Realmente, ¡oh, Krishna!, la mente se inquieta, apasionada, fuerte e indomable, tan difícil de dominar como el propio viento.

  El Bienaventurado Señor dijo:

  35. ¡Oh, poderoso guerrero! Indudablemente, el pensamiento es difícil de dominar, pero ¡oh, Kaunteya!, la práctica constante y la falta de interés por las cosas del mundo pueden llegar a dominarlo.

  36. Este yoga difícilmente podrá alcanzarlo quien no ha llegado a dominarse, pero el que lo ha conseguido puede alcanzarlo.

  Arjuna dijo:

  37. Al que se entrega al yoga con fe, pero sin poder alcanzar el dominio de sí, sin poder introducir su mente en el yoga y, por lo tanto, sin alcanzar la perfección, ¿qué le sucederá, oh, Krishna?

  38. ¿Acaso no perderá al mismo tiempo, poderoso guerrero, esta vida y la unión con la Divinidad, a la que ha aspirado sin llegar, y vacilante entre una y otra perecerá como una nube disipada por el viento?

  39. Yo te ruego, ¡oh, Krishna!, que me aclares esta duda por completo; pues, si no eres tú, ¿quién podría eliminarla?

  El Bienaventurado Señor dijo:

  40. ¡Oh, hijo de Pritha! Para quien tú dices, no hay destrucción ni en esta vida ni más allá de ella; el que practica el bien jamás recibirá en pago el mal.

  41. Después de haber alcanzado el mundo del justo y habiendo residido en él años inmemorables, quien se aparte del yoga volverá a renacer en una casta de hombres puros y virtuosos.

  42. También podría renacer en la familia de un sabio yogui, pero es difícil lograr en este mundo un renacimiento de esta clase.

  43. Entonces vuelve a alcanzar el estado de unión que ya había logrado en su vida anterior, y así se encamina de nuevo hacia la perfección, ¡oh, alegría de los kurus!

  44. Este hombre es inclinado de un modo irresistible a la virtud que ya antes había poseído. Además, el que busca el conocimiento del yoga va más allá de los Vedas y de los Upanishads.

  45. El yogui que se esfuerza con constancia, que se purifica del pecado y se perfecciona en sus diversas encarnaciones, alcanzará su último fin.

  46. El yogui es superior a los ascetas, a los hombres de estudio y a los hombres de acción; por ello, ¡oh, Arjuna!, debes de esforzarte en ser yogui.

  47. Además, entre todos los yoguis, yo considero como el mejor unido conmigo al que se ha entregado a Mí por completo, al que cree en Mí y Me ama.


Bhagavad Gita – Capítulo 41