Retribuciones definitivas




Aunque el Buddha fuera omnipotente, le era imposible: 1. – salvar a los seres vivos incondicionados; 2. – poner fin al mundo de los seres vivos; 3. – transfigurar un karma definitivo. «Karma definitivo» significa: una retribución, buena o mala, obtenida por actos causales buenos o malos, cometidos en una vida anterior. A pesar de su poder, ni el Buddha ni Bodhisattva pueden modificar una tal retribución, definitiva, de los actos cometidos en una vida anterior. Belleza o fealdad de una silueta, grandeza o fragilidad de la dicha, longevidad o brevedad de la vida, pertenencia a la clase noble o a la plebeya, todos son karmas definitivos, que corresponden a los actos causales cometidos en una vida anterior. Tchonang-tsen y las gentes de su escuela pensaban que pobreza, riqueza, nobleza y plebeyez eran las cuatro naturales porque no sabían que dependen de los actos causales cometidos en una vida anterior. En el Buddhismo no se piensa así. Si aquel que ha obtenido el mal fruto de una mala causa proveniente de una vida anterior, no comete malas acciones en esta vida con conocimiento de esta verdad, no dejará de obtener el buen fruto en el porvenir. Pero rarísimamente se cumplen acciones que serán causas de bien en el porvenir, mientras que se busca por toda especie de maneras modificar la retribución actual inmutable. ¿Acaso no es necio esto?. Eso se parece a un campesino que hubiera cultivado su arrozal de la manera siguiente: en la primavera lo dejó, omitiendo ponerle abonos, regarlo, y sembrar en él. Llegado el otoño, le es difícil cosechar ni siquiera paja, a pesar del semblante de arroz que ha brotado, ¿podrá, con mayor razón, cosechar arroz?. En esa hora, aunque el campesino, presa de lamentos, se ponga a regar y a echar abonos por primera vez, eso no podría tener ninguna eficacia. Así pues, es necio ocuparse ahora del arroz cuando es otoño diciéndose: «si por azar... si por azar». Ahora bien, si cultiva mejor al año que viene, sabiendo que es únicamente por no haberse cuidado en el momento requerido de la cultura de primavera por lo que no ha sacado ningún provecho en el momento de la cosecha de otoño, no tendrá ya nunca pérdidas semejantes a las de ese otoño.

Musō Soseki
Diálosgos en el sueño