Sentencia de Pilato contra Jesús


Sentencia dada de Poncio Pilato contra Nuestro Señor Jesu-Christo

«Copia hallada en la Ciudad de Aqüila, del Reyno de Nápoles, de la sentencia dada por Poncio Pilato, Presidente de la Judea en el año 18 [sic] de Tiberio César, Emperador de Roma, contra Jesu-Cristo, Hijo de Dios, y de María Virgen, sentenciándolo á muerte de Cruz en medio de dos Ladrones el día 25 de Marzo; hallada milagrosamente dentro de una hermosísima piedra, en la qual estaban dos cajitas, una de hierro, y dentro de ella otra de finísimo marfil, donde estaba inclusa la infrascripta sentencia en letra Hebrayca en carta pecora del modo siguiente:

El año XVIIIo. [sic] de Tiberio César, emperador Romano, y de todo el Mundo, Monarca invencible, en la Olympiada C.XXI., en la Cliade XXIV., y en la Creación del Mundo, según el numo. y computo de los Hebreos quatro vezes M. C. LXXXVII., y de la propagine del Romano Imperio L. XXIII., de la liveración de la servidumbre de Babilonia M. CC. XI.,: siendo Consules del Pueblo Romano Lucio Pisano y Mauricio Pisarico; Proconsules Lucio Balesna, publico Govern. de la Judea, y Quinto Flavio, so el regimiento y Govierno de Jerusalen, Presidente gratisimo Poncio Pilatos, regente de la baxa Galilea, y Herodes Antipa, Pontifices del Sumo Sacerdocio Annas, Cayfas, Alit Almael el Magr. del Templo, Roboan Ancabel, Franchino Centurion, y Consules Rom.os, y de la Ciudad de Jerusalen Quinto Cornelio Sublima, y Sexto Ponfilio Rufo,; en el mes de Marzo y en el día XXV. de él.

YO Poncio Pilatos, aqui Presidente Romano dentro del Palacio de la Archipresidencia Juzgo, condeno y sentencio á muerte a Jesus llamado de la Pleve Christo Nazareno, y de Patria Galileo, hombre sedicioso de la ley Moysena, contrario al grande Emp.or Tiberio Cesar; y determino, y pronuncio por esta, que su muerte sea en Cruz, y fixado con clavos á usanza de reos, porque aqui congregando, y juntando muchos hombres ricos, y pobres; no ha cesado de mover tumultos por toda la Judea, haciendose hijo de DIos, y Rey de Jerusalen, con amenazarles la ruina de esta Ciudad, y de su Sacro Templo, negando el Tributo al Cesar, y haviendo aun tenido el atrevimiento de entrar con ramos, y triumpho, y con parte de la Pleve dentro de la Ciudad de Jerusalen, y en el Sacro Templo. Y mando á mi primer Centurion Quinto Cornelio lleve publicamente por la Ciudad á Jesus Christo ligado, y azotado, y que sea vestido de purpura, y coronado de algunas espinas, con la propia Cruz en los hombros para que sea exemplo á todos los malhechores: y con él quiero sean llevados dos Ladrones homicidas, y saldrán por la P.ta sagrada, ahora Antoniana, y que lleve á Jesús al publico monte de Justicia llamado Calvario, donde crucificado, y muerto, quede el cuerpo en la Cruz, como espectáculo de todos los malvados; y que sobre la Cruz sea puesto el título en tres lenguas, y que en todsa tres (Hebrea, Griega, Latina) diga JESUS NAZAR. REX JUDAERUM.

Mandamos asi mismo, que ninguno de cualquier estado, ó calidad se atreva temerariamente á impedir la tal Justicia por mi mandada, administrada, y executada con todo rigor según los decretos, y Leyes Romanas, y Hebreas so pena de rebelion al Imperio Romano = Testigos de la nra. Sentencia: por los 12. Tribus de Israel Rabain Daniel, Rabain seg.12, Joannin Bonicar, Barbasu. Sabi Potuculam. Por los Fariseos Bulio, Simeon, Ronol, Rabani, Mondagul, Boncurfosu. Por el Sumo Sacerdocio Rabban, Nidos, Boncasado. Notarios de esta publicacion: por los Hebreos Nitanbarta; por el Juzgado, y Presidente de Roma Lucio Sextilio, Amasio Chlio.

(Copias sacadas del ms. titulado Libro de varias noticias y apuntaciones, que dejó escritas en Latín, Español, Francés e Italiano D. N. Guerra, Obispo de Segovia. Copiadas de su original en M. DCC. LXXXVI)».

La Epístola secreta de Santiago


2. Puesto que me pediste te enviara el libro secreto que el Señor nos reveló, a mí y a Pedro, cumplo tu encargo. Pero te escribo en caracteres hebraicos y te lo envío exclusivamente a ti. Y, puesto que eres un instrumento de salvación para los santos, cuida celosamente de no comunicar a demasiadas gentes este texto que el Salvador no deseaba fuera conocido por todos sus doce discípulos. Más afortunados serán los que se salven por la fe en ese discurso.

3. Hace diez meses, te envié también otro libro secreto que el Salvador me reveló. Pero, vistas las circunstancias, considero ese libro como revelación exclusiva que el Salvador me hizo

5. Ciento cincuenta días después de que resucitara de entre los muertos, le preguntamos: «¿Te fuiste para dejarnos?» Mas Jesús respondió: «No, pero me iré al lugar de donde he venido. Si queréis acompañarme, ¡venid!».

6. Y todos le respondieron diciendo: «Si nos lo pides, iremos».
El Salvador dijo: «En verdad os digo: nadie entrará nunca en el reino de los cielos porque yo se lo pida, sino sólo si estáis henchidos de él. Dejad a lago (Santiago) y a Pedro para que yo pueda henchirlos de ese reino. » Y, tras llamar a éstos, se los levó aparte, pidiendo a los demás que siguieran haciendo aquello en lo que estaban ocupados.

10. Mas yo le contesté: «No nos hables, Señor, de la cruz y de la muerte, porque está lejos de nosotros».
Y el Señor respondió: «En verdad os digo, que nadie se salvará si no tiene fe en mi cruz. Mas quienes tengan fe en mi cruz, para ellos será el reino de los cielos. Por eso os digo que os hagáis ávidos de muerte, de la misma manera que los muertos codician la vida, porque lo que buscan les será revelado. ¿Y qué podría perturbarlos? Mientras que vosotros, si consideráis la muerte, ella os enseñará la buena elección. En verdad os digo, que ninguno que tema a la muerte se salvará, pues el remo de la muerte pertenece a quienes por ellos mismos se han sumergido en la muerte. Haceos mejor que yo: ¡Haceos semejantes al hijo del Espíritu Santo!».

11. Y yo le pregunté entonces: «¿Señor cómo seremos capaces de profetizar sobre quienes nos piden que profeticemos sobre ellos? Pues muchos nos lo piden y se vuelven hacia nosotros para escuchar oráculos de nuestra boca».

12. El Señor respondió: «¿Acaso no sabéis o que, con la cabeza de Juan, fue también tajada la cabeza de la profecía?».
Mas yo le dije: «¿Cómo es posible, Señor, cortar la cabeza a la profecía?».
El Señor respondió: «Cuando llegues a saber lo que quiere decir cabeza, y que la profecía procede de la cabeza, entonces comprenderás el sentido de la expresión; "se le cortó la cabeza". He empezado  por hablaros en profecía y no habéis comprendido; ahora os hablo en claro y seguís sin entenderme. Como si fuerais vosotros quienes os sirvierais de mí a manera de parábola en las parábolas y como alguien que es claro en lo que es claro».

13. «Apresuraos, pues, a salvaros antes de que os veáis obligados a hacerlo. Estad, por tanto, atentos al acuerdo con vosotros mismos y procurad, si fuera posible, llegar a ello antes que yo, porque así el Padre os amará».
«Odiad la hipocresía y los malos pensamientos: pues es del pensamiento de donde nace la hipocresía, y la hipocresía está lejos de la verdad».

14. «No permitáis, pues, que el reino de los cielos se desvanezca, pues es como un plantón de palmera cuyos frutos se extienden a su alrededor. Le renacen hojas que, cuando echan brotes, consumen su vigor. Y lo mismo ocurre con los frutos que brotan de él: una vez cosechados, son comidos. Ciertamente eran buenos y, si se pudiera producir una nueva planta, la encontraríais.

16. «Cuidad la palabra. Pues la primera parte de la palabra es fe, la segunda amor, la tercera obras; de las tres, viene la vida. Porque la palabra es como un grano de trigo; cuando alguien lo siembra es que tiene fe en él; y cuando germina, lo ama porque ve varios granos en lugar de uno solo. Y cuando labora, se salva porque del grano hace alimento dejando, de nuevo, algunos otros para sembrarlos. Y también vosotros, así, podéis recibir el Reino de los Cielos. Sólo si recibís este verdadero :conocimiento, seréis capaces de encontrarlo».

18. «Confiad, pues, en mí, hermanos míos; sabed qué es la gran luz. El Padre no me necesita; porque un Padre no necesita del hijo, es el hijo el que necesita al padre. Hacia Él voy, porque el Padre del Hijo no necesita de vosotros».
«Escuchad la palabra, aprended la gnosis, amad la vida y nadie os perseguirá, nadie os oprimirá, sólo vosotros mismos».

19. «Oh, vosotros, miserables; oh, vosotros, desgraciados; oh, vosotros, que reivindicáis la verdad; oh vosotros, falsificadores; oh vosotros, pecadores contra el espíritu, ¿seguiréis escuchándome ahora que tenéis la ventaja de poder hablar primero? ¿Seréis capaces de seguir durmiendo ahora que podéis estar en vigilia desde el principio, de manera que el reino de los cielos pueda recibiros? En verdad os digo: más fácil es para un puro incurrir en mancha, y para un hombre de luz caer en las tinieblas, que para vosotros reinar o no reinar».

21. «Así pues, me marcharé y os dejaré; no quiero estar más tiempo entre vosotros, de la misma manera que vosotros no deseáis que me quede. Por eso, ahora, seguidme ya».
«Pues os digo: si he descendido, es a petición vuestra. Vosotros sois los amados, aquellos a quien muchos deberán la vida. Invocad al Padre, implorad frecuentemente a Dios, y él os satisfará. Bendito sea aquel que os vio antes que yo y fue magnificado entre los ángeles y glorificado entre los santos: vuestra es la vida. Regocijaos y sed felices como hijos de Dios. Haced su voluntad, y os salvaréis. Aceptad las adversidades que os mande y preparaos la salvación. Que yo intercedo en vuestro favor cerca del Padre y él os perdonará muchas cosas».

23. Tras oír estas palabras, caímos en la desolación. Mas, cuando tan desolados nos vio, dijo: «Por eso, quiero deciros lo que por vosotros mismos podréis saber. El Reino de los Cielos es como una espiga de trigo que acabara de surgir de la tierra. Cuando ese trigo madure, dará sus frutos y llenará el campo de espigas durante otro año. Así también, procuraos lo antes posible una espiga de vida para ser colmados por el reino».

24. «Y, mientras yo esté con vosotros, ocupaos de mí y obedecedme, pero, cuando me separe de vosotros, acordaos de mí. Y acordaos de mí porque estuve con vosotros y no me conocisteis. Felices aquellos que me conocieron; desgraciados aquellos que me oyeron y no me creyeron. Benditos sean quienes, sin verme, creyeron en mí».

25. «Una vez más, os digo que soy superior a vosotros, pues me he revelado a vosotros edificando una casa que tiene gran valor, pues en ella habéis podido cobijaros, y, si amenazara con hundirse, podríais quedaros cerca de la casa de vuestro vecino. En verdad os digo, desgraciados aquellos por amor a los cuales yo descendí a la Tierra; benditos sean los que se alcen hacia el Padre. Una vez más, a vosotros, los que existís, os repruebo: transformaos en aquellos que no son, para que podáis ser con ellos».
«No hagáis del reino de los cielos un desierto en vosotros. No presumáis de la luz que os alumbra. Sed para vosotros lo que para vosotros soy yo. Pues si me he puesto manos a la obra, es para que os salvéis, y es por vosotros».

28. Y después de pronunciar estas palabras, se fue. Y entonces, nosotros, Pedro y yo, nos arrodillamos en acción de gracias y nuestros corazones se alzaron al cielo. Escuchamos con nuestros oídos y vimos con nuestros ojos; se produjo como un ruido de batalla, sonidos de trompeta y un gran tumulto.

29. Y, cuando hubo desaparecido, alzamos aún más nuestros espíritus y vimos con nuestros propios ojos, y escuchamos con nuestros propios oídos himnos, bendiciones y alborozo de los ángeles. Y las majestades celestes cantaban alabanzas, y nosotros, gozosos, nos regocijamos también.

30. Después de lo cual, aunque nosotros hubiéramos deseado alzar aún nuestro espíritu hacia lo Muy Alto, nada pudimos oír ni ver, puesto que los demás discípulos nos llamaban preguntándonos: «¿Qué habéis oído de boca del Maestro? ¿Qué os ha dicho? ¿Adónde ha ido?».

31. Y nosotros les respondimos: «Ha ascendido formulando votos por vosotros, prometiéndonos la vida a todos y revelándose a nosotros, a nuestros hijos y a todos los que nos seguirán, después de pedirnos que les amáramos para así salvarnos, ellos y nosotros».
Después de haber oído esto, creyeron en la revelación, pero se afligieron por los que iban a nacer. En vista de lo cual, para no aumentar su insatisfacción, envié a cada uno de ellos a un lugar diferente. En cuanto a mí, fui a Jerusalén, rezando para que los que vengan me favorezcan con un poco de amor.

Musō Soseki - La sabiduría no es más que una balsa


Pregunta.– La práctica del Bodhisattva está basada sobre los Seis Pâramitâs [Lo que es menester saber atravesar para alcanzar el Despertar: don, observación de las Prohibiciones, paciencia, energía, concentración y sabiduría]y la prajnâ-pâramitâ [la sabiduría] ocupa el lugar más importante, pues los otros Pâramitâs no pueden cumplirse sin sabiduría. ¿Porqué, entonces, rechazáis vos categóricamente la sabiduría?.

Respuesta.– Prajnâ es una palabra sánscrita. En chino se dice sabiduría. Aunque la palabra « sabiduría » sea siempre la misma y única, se pueden distinguir: Sabiduría verdadera, sabiduría ilusoria, sabiduría provisoria, y sabiduría real. Sabiduría designa habitualmente una mejora que hace salir de la necedad constante y que es provocada por la comprensión de las puertas del Dharma. El Sûtra del Despertar Completo declara: « Sabiduría y necedad ambas son prajnâ... » Eso no quiere decir que salir de la necedad corresponda a la sabiduría verdadera. Puesto que nace una consciencia atormentada de la Insciencia [=Ignorancia], uno descubre en la gran sabiduría del Despertar completo los dos aspectos de sabiduría y de necedad: eso es ilusión. Cuando uno busca transformar necedad en sabiduría, mientras conserva esta ilusión, eso es entonces una segunda y doble ilusión. La palabra « prajnâ » se traduce a veces por Despertar o por Vía. Un Antiguo ha dicho: « La Vía no pertenece ni al conocimiento ni al no-conocimiento. El conocimiento es ilusión; el no-conocimiento es indiferencia... » Entre los estudiantes de la escuela del Zen, algunos piensan que la comprensión intelectual del principio profundo es la realización de la Vía. Si ello es así, ¿porqué, entonces, pretende este Antiguo que la Vía no pertenece al conocimiento?. Otros piensan que el estado vacío y tranquilizado salido de la aniquilación del entendimiento es la realización de la Vía. Si ello es así, ¿porqué este Antiguo pretende entonces que la Vía no pertenece al no-conocimiento?. Únicamente si, abandonando todas esas comprensiones intelectuales, uno se entrega fuertemente a sus búsquedas, de hora en hora, sobre ese estado abandonado, llegado el momento, estaremos de acuerdo en la gran Sabiduría profunda. Entonces en ese momento, uno comprenderá por primera vez que el contenido de la Vía no es ni necedad ni sabiduría. Si uno ha llegado a ese estado, entonces la sabiduría y la necedad cotidianas no estarán ya en el exterior, sino que serán asuntos internos nuestros.

Ahora bien, aunque rechazar la reputación y el provecho mundanos cuando uno conoce la verdad sobre la impermanencia y cuando comprende el principio de la causalidad sea ya una sabiduría correspondiente a una inteligencia superior a la de un necio ordinario, uno no podría alcanzar la madurez de un Buddha con este grado de comprensión... Aunque los bodhisattvas llegados al grado de los Tres sabios y de los Diez santos hayan alcanzado la Sabiduría fantasmática o bien la del no-nacido, con todo no llegan todavía a la madurez del Buddha. Cuando llegado a la tierra del Casi-Despertar, uno olvida a la vez las sabidurías precedentes alcanzadas por los Tres sabios y los Diez santos, a eso se llama: concentración comparable a un diamante. En ese momento la gran Sabiduría del Despertar maravilloso aparece por primera vez. Esta gran Sabiduría, de la que está provisto cada cual, es completa en todos. En consecuencia, aquellos que tienen una gran sagacidad están de acuerdo inmediato con la gran Sabiduría profunda, sin que tenga que pasar por los grados de los Tres sabios y de los Diez santos etc. Es en este sentido como un Antiguo ha dicho: « De un salto uno entra directamente en la tierra del Tathâgata ». El Avatamsaka Sûtra declara: « Desde el primer instante de la conversión uno realiza ya el Despertar verdadero... » Aquellos que tienen fe en la puerta del Dharma de la Doctrina provisoria, piensan que es falso pretender que el ignorante, bajo el imperio del sufrimiento, alcanza pronto la gran Sabiduría, mientras que inclusive un Bodhisattva llegado a la décima tierra no alcanza todavía la gran Sabiduría del Despertar maravilloso. Eso viene de que no creen en la gran Sabiduría profunda, sino que consideran únicamente la simple mejora que hace salir de la necedad hacia la sabiduría.

Es para aquellos cuya capacidad es media o inferior para quienes se predican los Seis Pâramitâs, decenas de miles de prácticas y para quienes se han establecido 52 grados. Venerar el prajnâ-pâramitâ [la sabiduría], que es uno de los seis Pâramitâs, es una estratagema empleada a fin de guiar a las gentes que no pueden estar de acuerdo inmediato con la gran Sabiduría Profunda, progresivamente, hasta la otra orilla profunda, utilizando durante algún tiempo la sabiduría fantasmática como una balsa. Es por eso por lo que la puerta de la Doctrina permite por un tiempo la comprensión por el estudio; pero no es esa una voluntad realmente propia de la Doctrina. La balsa no es importante sino porque permite llegar a la otra orilla atravesando un gran río. Sin embargo el necio se aferra a ella y no la abandona porque no conoce todavía la importancia real de la balsa. El Buddha y los Patriarcas han venido al mundo para enseñar las puertas del Dharma, constituyendo así una balsa que permite llegar a la orilla profunda después de haber atravesado el gran río del extravío inverso. Por muy bien que uno se haya instalado sobre esta balsa, si uno no sabe abandonarla y se aferra a ella, no podrá llegar al Arrozal profundo. Al igual que gentes que tuvieran por azar la capacidad de volar llegarían directamente a la otra orilla sin la mediación de la balsa, así también aquellos que tienen una capacidad superior llegarán directamente al Arrozal profundo, sin la mediación de la sabiduría de los Tres sabios y de los Diez santos. Si uno les recomendara la comprensión por el estudio, eso sería como recomendar una balsa a aquellos que pueden volar. La balsa devendrá entonces más bien un obstáculo. Es por eso por lo que la escuela del Zen rechaza toda suerte de comprensión por el estudio.

Sin embargo algunos estudiantes de la escuela del Zen se han llenado de orgullo ante el pensamiento de que las palabras de sus Maestros eran una balsa superior a la balsa doctrinal. Si suben así sobre una vasta balsa muy superior, y piensan encontrar en ella la paz definitiva divirtiéndose entre tanto, a pesar de todo son superiores a aquellos que no buscan siquiera una balsa y permanecen en vano sobre esta orilla de acá durante toda su vida. Pero, a pesar de eso, vagan en vano, arrastrados por la corriente del río y, como los demás, no llegan tampoco a la otra orilla. Aunque los Tres sabios y los Diez santos monten sobre una balsa espléndida, puesto que se quedan en ella, no rebasan todavía la corriente del cambio y de la vida-y-muerte. De modo que con mayor razón, ¿porqué iba uno a estar satisfecho con el pensamiento de quedarse sobre una pequeña balsa provisoria?.

En Diálogos en el sueño

Evangelio de Bernabé (fragmento italiano)


1. En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo.

2. Porque no morirá hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar.

3. Dios permitió que el discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a Jesús, que lo tomasen por él, y que, como a tal, lo entregasen a Pilatos.

4. Aquella semejanza era tamaña, que la misma Virgen María y los mismos apóstoles fueron engañados por ella.

5. Y, el día en que se publicó el decreto del Gran Sacerdote, la Virgen María volvió a Jerusalén con Jacobo, con Juan y conmigo.

6. Y, temerosa de Dios, y aun sabiendo que el decreto del Gran Sacerdote era injusto, ordenó a los que residían con ella que olvidasen a su Hijo, profeta tan santo, y muerto, sin embargo, con tanta ignominia.

7. Mas Dios, que conoce lo que pasa en el corazón de los hombres, comprendía que estábamos abrumados de dolor, a causa de la muerte de Judas, la cual mirábamos como la de Jesús mismo, nuestro maestro, y que experimentábamos el más vivo deseo de verlo, después de su resurrección.

8. He aquí por qué los ángeles que guardaban a la Virgen María subieron al tercer cielo, en que Jesús estaba acompañado de sus ángeles, y lo enteraron de lo que ocurría.

9. Entonces Jesús pidió a Dios que le diese medios de ver a su madre y a sus discípulos.

10. Y Dios, lleno de misericordia, ordenó a cuatro de sus ángeles más queridos, Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel, que llevasen a Jesús a la casa de su madre, y que lo guardasen allí durante tres días consecutivos, no dejándolo ver por más personas que por las que creyesen en su doctrina.

11. Y Jesús, rodeado de esplendor, llegó a la habitación en que estaba la Virgen María, con sus dos hermanas, y Marta con María Magdalena, y Lázaro conmigo, y Juan con Jacobo y con Pedro. Y, al verlo, fuimos presa de tal pavor, que caímos todos al suelo como muertos.

12. Mas Jesús, levantando a su madre y a sus discípulos, dijo: No temáis, ni lloréis, porque vivo estoy, y no difunto, como habéis creído.

13. Y cada cual permaneció largo tiempo como fuera de sí, ante el asombro de ver a Jesús, a quien juzgaban muerto.

14. Y, con grandes gemidos, la Virgen exclamó: Te ruego, hijo mío, que me digas por qué, habiéndote dado Dios el poder de resucitar a los muertos, has sufrido la muerte tú, con gran vergüenza para tus parientes y para tus amigos, y con gran oprobio para tu doctrina, de suerte que todos los que te aman están como heridos de estupor y de agonía.

15. Mas Jesús, abrazando a su madre, repuso: Puedes creerme, madre mía, cuando afirmo que nunca he muerto, y que Dios me ha reservado hasta el fin del mundo.

16. Y, habiendo hablado así, ordenó a los cuatro ángeles que se dejasen ver, y que diesen testimonio del modo como las cosas habían ocurrido.

17. Y los ángeles aparecieron como cuatro soles deslumbrantes, y de nuevo todos los asistentes, presa de pavor, cayeron como muertos.

18. Entonces Jesús dio cuatro velos a los ángeles para que se cubriesen, y para que, de esta manera, su madre y sus discípulos pudiesen soportar su aspecto, y oírlos hablar.

19. Y, animándolos a ello, dijo: He aquí a los ministros de Dios. Gabriel anuncia los secretos divinos. Miguel combate a los enemigos del Altísimo. Rafael recibe las almas de los muertos. Uriel, en el último día, llamará a juicio a todos los hombres.

20. Y los ángeles contaron a la Virgen lo que Dios les había mandado, y cómo Judas había sufrido una transformación para que sufriese la pena que había querido infligir a otro.

21. Y yo, Bernabé, dije a Jesús: ¿Me permitirás, oh maestro, dirigirte una pregunta, como cuando habitabas entre nosotros?

22. Y Jesús repuso: Pregunta, Bernabé, todo lo que quieras, y te responderé.

23. Y yo inquirí: Maestro, puesto que Dios es misericordioso, ¿por qué nos ha atormentado así, y por qué ha consentido que creyésemos que había muerto, mientras tu madre te lloraba hasta el punto de hallarse muy cerca de morir también? Y a ti, que eres el Santo de Dios, ¿cómo éste te ha dejado expuesto a la infamia de morir sobre el Calvario, entre dos ladrones?

24. Y Jesús contestó: Créeme, Bernabé. Siendo Dios la pureza misma, no puede ver en sus servidores la menor falta, que no castigue severamente. Y, como mi madre y mis discípulos me amaban con un afecto demasiado terrestre y humano, Dios, que es justo, ha querido castigar este afecto en el mundo mismo, y no hacerlo expiar por las llamas del infierno. Aunque yo hubiese llevado en la tierra una vida inocente, no obstante, como los hombres me habían llamado Dios e Hijo de Dios, mi Padre, no queriendo que fuese, en el día del juicio, un objeto de burla para los demonios, prefirió que fuese en el mundo un objeto de afrenta por la muerte de Judas en la cruz, y que todos quedasen persuadidos de que yo había sufrido este suplicio infamante. Y esa afrenta durará hasta la muerte de Mahoma, que, cuando venga al mundo, sacará de semejante error a todos los que creen en la ley de Dios.

Los Evangelios Apócrifos, por Edmundo González Blanco

Sombras

La sombra de la Sombra le preguntó a la Sombra: "Recién caminabas y ahora estás quieta; recién estabas sentada y ahora estás de pie. ¿Por qué no te comportas de manera coherente?".

La Sombra respondió: ¿No ves que dependo de algo para ser como soy? Y aquello de lo que dependo, ¿no depende también de algo para ser lo que es? ¿No soy como la serpiente que depende de sus escamas o como la cigarra que depende de sus alas? Entonces ¿Cómo voy a saber por qué las cosas son así o cómo voy a saber por qué no son así?

Zhuang Zi, libro II, VII