Oráculos Caldeos - La Naturaleza

En esta  materia prima mora  el cuerpo,  sujeto  a  la Naturaleza,o sea,  al Destino. 

Según estas consideraciones, el cuerpo físico aparecería como una excreción dentro del dominio de la Naturaleza o Esfera del Destino. Por consiguiente, y relacionándolo con el Alma, o mejor con las Chispas de Luz, Psello escribe:

Pero el Fuego Gnóstico viene de Arriba, y necesita sólo su Fuente nativa [presumiblemente la verdadera sustancia espiritual de la vida]; pero si se ve afectado por los sentimientos del cuerpo, la Necesidad exige que la sirva [al cuerpo] y [así] será enviado bajo el dominio del Destino, y guiado por la Naturaleza.

Esto sugiere el sentido de asumir la «forma de un siervo» enunciada en las Epístolas Paulinas,66  y el concepto de Hermes Trismegisto de «convertirse en un esclavo dentro de la Armonía [es decir, dentro de la Esfera del Destino].»  Esta materia prima o sustancia hilética se extendía hasta la Luna y, por lo tanto, abarcaba prácticamente toda la atmósfera o alrededores de la Tierra, lo que generalmente se conocía como región sublunar. La Luna era su Soberana, y constituía la imagen de la Gran Madre, la Naturaleza, que condiciona toda la génesis, es decir, el proceso de transformación o de nacimiento y muerte.

Hablando de esta Esfera Lunar que circunda las regiones terrenales, Proclo sostiene que en ella estaban las causas de toda la génesis o generación, y cita un logos sagrado que lo confirma:

La gloria de la Naturaleza auto revelada [o imagen] emite su brillo.

No queda totalmente claro si estas palabras son cita textual del Oráculo; sin embargo, es bastante probable si se relacionan con otro verso aislado que dice:

No invoques la imagen auto revelada de la Naturaleza.

En este caso la Madre Naturaleza es lo que los Griegos llamaban Hecate, y su imagen o símbolo de la naturaleza, o gloria, es la Luna. Un fragmento muy parecido expresa:

No gires el rostro hacia la Naturaleza; [pues] su Nombre es idéntico a Destino.

Quizá la segunda cláusula haya sido mutilada en la tradición, por lo cual es muy difícil establecer el sentido preciso del presente texto, a menos que simplemente signifique, como manifiesta Jámblico, que: «Todo el ser [o esencia] del Destino está en la Naturaleza» -o sea, que los términos Naturaleza y Destino son idénticos-. En estrecha relación a esto  transcribimos la siguiente prohibición del Oráculo:

¡No acrecientes el Destino!

Aquí el Destino podría interpretarse como el resultado del contacto con mucha gente y objetos.

Cada cosa con la cual nos relacionamos en la Tierra aumenta nuestro destino, pues destino, en este sentido, es el resultado de acontecimientos terrenales. De acuerdo a este concepto,  deberíamos


buscar dentro de nosotros mismos todas las nuevas concepciones, y no correr de aquí para allá dispersándonos por todos lados. Esta búsqueda interior por medio de la mente verdadera no perturba los poderes secretos de la Gran naturaleza, sino que implica, más bien, la comprensión del Destino. Por lo tanto,  la prohibición significaría: «No acrecientes los dominios del cuerpo de naturaleza inferior, o sea, del cuerpo constituido por el plasma que rige la Luna». Dentro del mismo marco de ideas, y extraído del Oráculo, es interesante mencionar este verso aislado:

¡Oh tú, hombre, obra sutil de la Naturaleza atrevida!

Esta sentencia se refiere al cuerpo del hombre forjado por los Poderes de la Naturaleza, es decir, por las inteligencias elementales de la Madre.

G.R.S. Mead – Los oráculos caldeos




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