Pascua

Pasca (pavsca, 3957), transcripción griega del término arameo para la Pascua, del hebreo pasac, pasar por encima, dejar a un lado; fiesta instituida por Dios en conmemoración de la liberación de Israel de Egipto, y esperando expectativamente el sacrificio expiatorio de Cristo. Esta palabra significa: (I) la Fiesta de la Pascua (p.ej., Mt 26.2; Jn 2.13, 23; 6.4; 11.55; 12.1; 13.1; 18.39; 19:14; Hch 12.4; Heb 11.28); (II) por metonimia: (a) la Cena Pascual (Mt 26.18,19; Mc 14.16; Lc 22.8,13); (b) el cordero pascual (p.ej., Mc 14.12; cf. Éx 12.21; Lc 22.7); (c) el mismo Cristo (1 Co 5.7).

La Fiesta de la Pascua celebrada por los cristianos en los tiempos post-apostólicos era una continuación de la fiesta judía, pero no fue instituida por Cristo, ni estaba relacionada con la cuaresma. La fiesta pagana en honor a la diosa de la primavera, Eástre (otra forma del nombre Astarte, uno de los títulos de la diosa caldea, la reina del cielo), era totalmente distinta de aquella Pascua; sin embargo, la fiesta pagana se introdujo en la apóstata religión occidental, bajo la guisa de «pascua», como parte del intento de adaptar las fiestas paganas en el seno de la cristiandad. Por cierto que en inglés recibe el nombre de Easter, derivado de Eástre, lo que evidencia el verdadero origen pagano de la llamada «Pascua cristiana», que no coincide en el tiempo con la Pascua judía.

Notas: (1) En Hch 12.4, la frase traducida «después de la pascua» significa después de que hubiera finalizado toda la fiesta. (2) Para pareskeue, traducido «víspera de la pascua» en Lc 23.54 (RVR; RV: «de la víspera»); Jn 19.31 (RVR: «víspera de la pascua»; RV: «la víspera»); v. 42 (RVR: «preparación de la pascua»; RV: «víspera»).

Merril Unger y William White, Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento

Ángel

mal (Ja;l]m'

, 4397), «mensajero; ángel»). En ugarítico, arábigo y etiópico, el verbo le significa «enviar». Aun cuando le no existe en el Antiguo Testamento hebraico, se puede percibir la relación etimológica con mal. Es más, el Antiguo Testamento usa el vocablo «mensaje» en Hag 1.13 (rva), término que incorpora el significado de la raíz le, «enviar». Otro nombre derivado de la misma raíz es mel, «trabajo», que aparece 167 veces. El nombre Malaquías (malachi), literalmente «mi mensajero», se basa en el nombre mal.

El nombre mal se encuentra 213 veces en el Antiguo Testamento hebraico. Es más frecuente en los libros históricos, donde generalmente tiene la acepción de «mensajero»: Jueces (31 veces), 2 Reyes (20 veces), 1 Samuel (19 veces) y 2 Samuel (18 veces). Los libros proféticos se valen de mal con moderación, con la notable excepción de Zacarías, donde el ángel del Señor comunica su mensaje al profeta. Por ejemplo: «Respondí entonces y dije al ángel que hablaba conmigo: Señor mío, ¿qué es esto? Y el ángel me respondió y me dijo: Estos son los cuatro vientos [pl. de mal] de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra» (Zac 6.4–5).

El vocablo mal denota a alguien que ha sido enviado a través de una gran distancia por algún individuo (Gn 32.3), o por una comunidad (Nm 21.21), con el fin de comunicar un mensaje. A menudo se envían varios mensajeros juntos: «Y Ocosías cayó por la ventana de una sala de la casa que tenía en Samaria; y estando enfermo, envió mensajeros [pl. de mal] y les dijo: Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta enfermedad» (2 R 1.2). La fórmula introductoria del mensaje que porta el mal contiene a menudo la frase «Así ha dicho», o «Esto es lo que … dice», lo cual avala la autoridad del mensajero al comunicar el mensaje de su señor: «Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón» (Jue 11.15). Como representante del rey, el mal cumpliría las funciones de un diplomático. En 1 R 20.1ss leemos que Ben-adad envió mensajeros con los términos de su rendimiento: «Envió mensajeros a la ciudad a Acab rey de Israel, diciendo: Así ha dicho Ben-adad» (1 R 20.2–3).

Estos pasajes confirman la posición importante del mal. Honores para el mensajero equivale a rendir pleitesía a quien lo envía. Lo contrario también es cierto. El insulto de Nabal a los siervos de David fue como si lo insultaran a él (1 S 25.14ss); y cuando Hanún, rey de Amón, humilló a los siervos de David (2 S 10.4ss), este no tardó en enviar a su ejército en contra de los amonitas.

Dios también envía mensajeros. En primer término están los mensajeros proféticos: «Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque Él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaron sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio» (2 Cr 36.15–16). Hageo se autodenominó el «mensajero del Señor» (mal Yahveh).

También hubo mensajeros ángelicales. El vocablo castellano ángel está relacionado etimológicamente al término griego angelos, cuya traducción es similar al hebreo: «mensajero» o «ángel». El ángel es un mensajero sobrenatural del Señor con un mensaje particular. «Los dos ángeles llegaron a Sodoma al anochecer. Lot estaba sentado junto a la puerta de Sodoma, y al verlos se levantó Lot para recibirlos postrándose a tierra» (Gn 19.1 rva). Los ángeles también tienen la comisión de proteger al pueblo de Dios: «Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos» (Sal 91.11).

En tercer y más significativo lugar están las frases mal Yahveh, «el ángel del Señor», y mal elohéÆm, «el ángel de Dios». Estas siempre se usan en singular y denotan un ángel que sobre todo tiene la función de salvar y proteger: «Porque mi ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir» (Éx 23.23). El ángel puede también ser mensajero de maldición: «Y alzando David sus ojos, vio al ángel de Jehová, que estaba entre el cielo y la tierra, con una espada desnuda en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de cilicio» (1 Cr 21.16).

La relación entre el Señor y el «ángel del Señor» a menudo es tan cercana que es difícil separar a los dos (Gn 16.7ss; 21.17ss; 22.11ss; 31.11ss; Éx 3.2ss; Jue 6.11; 13.21s). Esta identificación ha contribuido a que algunos intérpretes concluyan que el «ángel del Señor» era el Cristo preencarnado.

Por lo general, en la Septuaginta el término mal se traduce como angelos y la frase «ángel del Señor» por angelos kuriou. Las versiones en castellano hacen esta misma distinción al traducir mal simplemente como «ángel» o «mensajero».


Merrill F. Unger y William White , Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento

Alma

A. Nombre

nepesh ( vp,n<,

, 5315 ), «alma; ser; vida; persona; corazón». Este es un término muy corriente tanto en las lenguas semíticas antiguas como en las de hoy. Aparece más de 780 veces en el Antiguo Testamento, distribuido equitativamente entre todos los períodos del texto, aunque con mayor frecuencia en los pasajes poéticos.

El significado fundamental parece tener relación con la forma verbal poco frecuente: napash . El nombre se refiere a la esencia de la vida, la respiración, tomar aliento. Sin embargo, de este concepto concreto se fueron desarrollando una cantidad de significados más abstractos. El nombre aparece por primera vez, en su acepción primaria, en Gn 1.20: «seres vivientes» rv («un bullir de vivientes» nbe ). Aparece por segunda vez en Gn 2.7: «ser viviente».

Sin embargo, en más de 400 casos subsiguientes, el término se ha traducido como «alma». Aunque ayuda a entender la mayoría de los pasajes, es en realidad una traducción pobre. Desafortunadamente, las numerosas traducciones no han logrado encontrar un equivalente que les sirva en todos los casos; ni siquiera existe un pequeño grupo de palabras de uso frecuente. Por ejemplo, la rv hace uso de varios términos diferentes para traducir este vocablo hebreo. El problema fundamental es que no existe en castellano un equivalente exacto en hebreo ni del vocablo ni de la idea de «alma». El sistema de pensamiento hebreo no conoce la combinación u oposición de los términos «cuerpo» y «alma» que son de origen griego y latino. Más bien en el hebreo se contraponen dos conceptos que no se encuentran en la tradición grecolatina: «el ser interior» y «la apariencia externa», o puesto de otra manera: «lo que somos para nosotros mismos», en contraposición a «lo que otros creen ver en nosotros». El ser interior es nepesh , mientras que el ser externo, la reputación, es sem , cuya traducción más frecuente es «nombre». En los pasajes narrativos o históricos del Antiguo Testamento, nepesh puede traducirse como «vida» o «ser» (en el sentido de personalidad o de identidad), como en Lv 17.11: «Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación por [vosotros mismos]». Sobra decir que el término «alma» (en la rvr ) no tiene sentido en este texto («vidas» bj , nbe , bla ).

La situación en los numerosos pasajes poéticos paralelos en que aparece el término es mucho más complicada. Tanto la Septuaginta (griego) y la Vulgata (latín) usan los equivalentes de «alma», en particular en los Salmos. El primer caso, Sal 3.2, la lba traduce: «Muchos son los que dicen de mi alma: para él no hay salvación en Dios» (también nbe ; «dicen de mi vida» bj , bla ). El siguiente caso es Sal 6.3: «Mi alma también está muy turbada; y tú Jehová, ¿hasta cuándo?» En ambos pasajes, el contraste paralelo es entre nepesh y algún aspecto del ser, que en el Salmo 3.2 ( rv , bj , nbe ) se traduce «mí» y en 6.3 «alma».

No se distingue si el vocablo corresponde a «A» o «B» en el paralelismo. No obstante, debido a que en la poesía hebrea no se repite el mismo nombre en las dos partes de un verso, a menudo se usa nepesh como paralelo del sujeto principal o personal, y aun para Dios, como en Sal 11.5: «Jehová prueba el justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma [el mismo] los aborrece». Hay muchos pasajes como estos y una comprensión adecuada del término nepesh ilumina muchos pasajes muy conocidos, como por ejemplo Sal 119.109: «Mi vida está de continuo en peligro, mas no me he olvidado de tu ley».

Las lecturas de nepesh en las diversas versiones son muy variadas, particularmente en las más modernas que procuran una mayor amplitud de acepciones.


B. Verbo

Napash significa «respirar; tomar aliento; descansar». Este verbo, que parece tener una relación con nepesh , se encuentra 3 veces en el Antiguo Testamento (Éx 23.12; 31.17). El otro caso es 2 S 16.14: «Y el rey y todo el pueblo que con él estaba, llegaron fatigados, y descansaron allí» ( rv , cf. nbe ; «tomaron aliento» bj ; «recuperaron las fuerzas» bla ).


William White, Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento

Uno que ha tomado los votos

Autor: Yoshimitsu Nagasaka

"¡Bien Subhuti! -contestó el Buddha- cuando alguien dice, '¡Quiero seguir el Camino del Bodhisattva porque quiero salvar a todos los seres; sin importarme que sean criaturas que hayan sido formadas en un útero o incubadas en un huevo; que sus ciclos vitales sean tan observables como el de los gusanos, insectos o mariposas, o que aparezcan tan milagrosamente como las setas o los dioses; que sean capaces de pensamientos profundos, o de ningún tipo de pensamientos; hago el voto de conducir a cada uno de los seres al Nirvana; y hasta que no estén todos allí seguros, no recogeré mi recompensa y entraré en el Nirvana.!' entonces, Subbhuti, debes recordar como uno-que-ha-tomado-los-votos, que incluso si tal incontable número de seres fueran liberados, en realidad ningún ser habría sido liberado. Un Bodhisattva no se aferra a la ilusión de una individualidad separada, una entidad egótica o una identificación personal. En realidad no hay "yo" que libere, ni "ellos" que sean liberados.

Del Sutra del Diamante

Del Sutra del Diamante

"¡Bien Subhuti! -contestó el Buddha- cuando alguien dice, '¡Quiero seguir el Camino del Bodhisattva porque quiero salvar a todos los seres; sin importarme que sean criaturas que hayan sido formadas en un útero o incubadas en un huevo; que sus ciclos vitales sean tan observables como el de los gusanos, insectos o mariposas, o que aparezcan tan milagrosamente como las setas o los dioses; que sean capaces de pensamientos profundos, o de ningún tipo de pensamientos; hago el voto de conducir a cada uno de los seres al Nirvana; y hasta que no estén todos allí seguros, no recogeré mi recompensa y entraré en el Nirvana.!' entonces, Subbhuti, debes recordar como uno-que-ha-tomado-los-votos, que incluso si tal incontable número de seres fueran liberados, en realidad ningún ser habría sido liberado. Un Bodhisattva no se aferra a la ilusión de una individualidad separada, una entidad egótica o una identificación personal. En realidad no hay "yo" que libere, ni "ellos" que sean liberados.

Huai-Nan Tze - Relaciones entre la Gran Claridad

El hundimiento del cielo todavía no había adquirido forma alguna. Estaba flotando y nadando y se llamaba la gran luz. Cuando comenzó el Sentido en el caos vacío de nubes, el caos de nubes engendró el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo engendraron la fuerza. La fuerza tenía límites fijos. Lo puro y lo claro ascendió flotando y formó el cielo. Lo pesado y lo turbio cuajóse abajo y formó la tierra. La unión de lo puro y lo claro se hace fácilmente. El cuajamiento de lo pesado y lo turbio se hace difícilmente. Por eso se terminó primeramente el cielo y después se solidificó la tierra. La semilla unida del cielo y la tierra es lo oscuro y lo claro. Las semillas concentradas de lo oscuro y lo claro son los cuatro tiempos. La semilla dispersa de los cuatro tiempos es la cantidad de las cosas. La fuerza caliente de lo claro reunido engendra el fuego. La semilla de la fuerza ígnea es el sol. La fuerza fría de lo sombrío reunido es el agua. La semilla del agua es la luna. La semilla salpicada del sol y la luna son las estrellas y 1as imágenes. El cielo recogió el sol y la luna, las estrellas y las imágenes. La tierra recogió el agua, las olas, el polvo y el orbe.

Cuando en tiempos antiguos luchaba Kung Kung con Tschuan Hsü por la soberanía, dio iracundo un empujón a la montaña incompleta. Entonces la columna del cielo se partió y el lazo de 1a tierra se rasgó. El cielo se corrió hacia el noroeste. Por eso las órbitas del sol, la luna y las estrellas se torcieron. La tierra ya no llena por completo el sudeste. Por eso todos los ríos fluyen hacia allí.

El camino del cielo es redondo; el camino de la tierra es cuadrado. La esencia de lo redondo es lo claro. Lo claro escupe fuerza; por eso se dice del fuego que su sombra cae hacia afuera. Lo oscuro absorbe fuerza; por eso se dice del agua que su sombra cae hacia adentro. Lo que escupe fuerza, obra; lo que absorbe fuerza, disuelve. Por eso lo claro actúa y lo oscuro descompone. La fuerza del cielo dirigida hacia afuera es colérica y constituye el viento. La fuerza absorbente de la tierra es armónica y constituye la lluvia. Cuando lo oscuro y lo claro se influyen mutuamente, se produce el trueno. Si esta influencia es violenta, prodúcese el relámpago. Si es desordenada se forma la niebla. Si la fuerza clara vence, destruye a esta última y forma la lluvia y el rocío. Si la fuerza oscura vence, se solidifica y constituye la escarcha y la nieve.

Los animales de pelo y pluma son las clases que vuelan y que andan. Por eso pertenecen al reino de lo claro. Los animales de conchas y escamas son las clases ocultas y descendentes. Por eso pertenecen al reino de lo oscuro. El sol es el señor de lo claro. Por eso en la primavera y en el verano todos los animales están de muda y en la época del solsticio ciervos y corzos sueltan su cornamenta. La luna es el antepasado de lo oscuro. Por eso: cuando la luna decrece, disminuye el cerebro de los peces. Cuando la luna muere, se encogen los caracoles y los moluscos. El fuego llamea hacia arriba, el agua se filtra hacia abajo. Por eso las aves en sus vuelos ascienden, y los peces, al moverse, descienden. Las especies de los seres se mueven unas u otras. La raíz y la cima se corresponden. Por eso cuando el espejo ustorio ve el sol, enciende y produce fuego. Cuando el espejo convexo ve la luna, se humedece y produce agua. Cuando el tigre ruge, viene el viento del valle. Cuando el dragón se alza, se reúnen en su torno las nubes de la altura. Cuando el kilin pelea, hay eclipses de sol y luna. Cuando la ballena muere, aparecen cometas. Cuando la oruga teje la seda, saltan las cuerdas altas de la cítara. Cuando hay lluvia de estrellas, el mar grande se desborda.

Los sentimientos del soberano de los hombres están, por arriba, unidos al cielo. Por eso: cuando es cruel, hay viento huracanado. Si tuerce el derecho, hay orugas y gusanos. Si mata a inocentes, habrá sequía en el país. Si las órdenes no se atienen a las leyes, habrá inundaciones. Los cuatro tiempos son los servidores del cielo. El sol y la luna son los mensajeros del cielo. Las estrellas y las imágenes son los puntos de reunión del cielo. El arco iris masculino (de colores) y el femenino (blanco) y los cometas son las amenazas del cielo. El cielo tiene nueve campos y 9999 esquinas. Está separado de la tierra 5.000 millones de leguas. Hay cinco comarcas estelares, ocho vientos, 28 casas lunares.

¿Qué son los nueve campos? El centro se llama el cielo plano. El este se llama el cielo azul. El noreste se llama el cielo cambiante. El norte se llama el cielo negro. El noroeste se llama el cielo oscuro. El oeste se llama el cielo blanco. El suroeste se llama el cielo escarlata. El sur se llama el cielo flamígero. El sureste se llama el cielo claro.

¿Qué son las cinco comarcas estelares? En el este está la madera. Su soberano es Tai Hao (Fu Hsi). Su espíritu protector es Kou Mang (el dios de las semillas). Tiene un compás y reina sobre la primavera. Su dios es la estrella del año (Júpiter). Su animal es el dragón azul. Su nota es Küo . Sus días son Kia e I.

En el sur está el fuego. Su soberano es el soberano flamígero (Schen Nung, el labriego divino). Su espíritu protector es el rojo claro (Tschu Míng o también Tschu Yung, llamado el Fundidor). Tiene una balanza y reina sobre el verano. Su dios es la estrella brillante (Marte). Su animal es el ave roja. Su nota es Tschi'. Sus días son Ping y Ting.

En el centro está la tierra. Su soberano es Huangti (el señor amarillo). Su espíritu protector es Hou T’u (el señor de los terrones de tierra). Tiene el cordel y reina en las cuatro partes del cielo. Su dios es la estrella vigilante (Saturno). Su animal es el dragón amarillo. Su nota es Kung, sus días son Mou y Ki.

En el oeste está el metal. Su soberano es Schao Hao (el hijo de Huangti). Su espíritu protector es Jou Schou (el genio de la cosecha). Tiene la escuadra y reina en el otoño. Su dios es la gran estrella blanca (Venus). Su animal es el tigre blanco. Su nota es Schang. Sus días son Kong y Hsin.

En el norte está el agua. Su soberano es Tschuan Hsü. Su espíritu protector es Hsüan Ming (el oscuro). Tiene una plomada y reina en el invierno. Su dios es la estrella de la mañana (Mercurio). Su animal es el guerrero oscuro (tortuga y serpiente, que significan la parte norte del cielo). Su nota es Yü. Sus días son Jen y Kui.

¿Qué son los ocho vientos? A partir del solsticio de invierno y durante cuarenta y cinco días viene el viento corrido. Después del viento corrido y durante cuarenta y cinco días viene el viento claro común. Después del viento claro común y durante cuarenta y cinco días viene el viento claro puro. Después del viento claro puro y durante cuarenta y cinco días viene el viento de perspectiva. Después del viento de perspectiva y durante cuarenta y cinco días viene el viento fresco. Después del viento fresco y durante cuarenta y cinco días viene el viento de la puerta cerrada del cielo. Después del viento de la puerta cerrada del cielo y durante cuarenta y cinco días viene el viento incompleto. Después del viento incompleto y durante cuarenta y cinco días viene el viento del desierto...

Si el cielo no envía su fuerza oscura, no pueden formarse los seres vivos. Si la tierra no envía su fuerza clara, no pueden perfeccionarse los seres vivos. El cielo es redondo, la tierra cuadrada. El Sentido está en el centro. El sol obra gracia, la luna obra castigo. Cuando la luna decrece, todos los seres mueren. Cuando el sol aparece, todos los seres cobran vida. Lejos de la montaña se oculta la fuerza de la montaña. Lejos del agua se encierran los animales acuáticos. Lejos de la madera se secan las hojas del árbol. Cuando el sol no aparece en quince días, ha perdido su sitio. Un buen soberano no tolera esto... Después del solsticio de verano, reina la oscuridad sobre la luz. Por eso todos los seres vivos se vuelven hacia la muerte. Después de solsticio de invierno reina lo claro sobre lo oscuro. Por eso todos los seres vivos ascienden hacia la luz. El día es la parte de lo claro. La noche es la parte de lo oscuro. Por eso: cuando la fuerza clara vence, son los días largos y las noches cortas. Cuando la fuerza oscura vence, son los días cortos y las noches largas.

Fuente: http://www.tradicionperenne.com/TAOISMO/MARCOS%20TAO.htm

Tao Te King - Capítulo XIV

Porque el ojo mira fijo pero no puede captar vislumbre de ello,
se llama elusivo.
Porque el oído escucha pero no puede oírlo,
se llama lo rarificado.
Porque la mano lo tienta pero no puede hallarlo,
se llama lo infinitesimal.
Estos tres, porque no pueden escrutarse más,
se mezclan en uno solo.

Su surgimiento no aporta luz;
su hundimiento no aporta oscuridad.

Interminable es la serie de cosas sin nombre,
en su camino de regreso adonde no hay nada.
Se llaman formas amorfas,
formas sin forma;
se llaman vagas semejanzas.
Vé hacia ellas, y no podrás ver frente;
vé tras ellas, y no podrás ver detrás.

Empero, asiéndote al Camino que era
podrás montar las cosas que ahora son.
Pues conocer lo que una vez fue en el Principio,
esto se llama la esencia del Camino.

Versión de Arthur Waley

Lie Zi - Tang Wen

Gan Ying fue un gran arquero de la antigüedad. No había bestia que no abatiera ni ave que no diera en tierra con sólo tender su arco. Tuvo como discípulo a Fei Wei. Éste aprendió de Gan Ying e incluso superó en habilidad a su maestro. Ji Chang fue, a su vez, discípulo de Fei Wei.

Fei Wei le dijo: "Primero tienes que aprender a no parpadear; luego podremos hablar de cómo se dispara un arco". Ji Chang volvió a su casa, se tendió debajo del telar de su mujer y fijó los ojos en la cárcola. Al cabo de dos años no parpadeaba aunque le cayera en los ojos la punta de una aguja. Fue a contárselo a Fei Wei. Éste le dijo: "Aún no; debes aprender a aguzar tu vista y entonces te enseñaré. Cuando llegues a ver grande lo pequeño y nítidamente lo diminuto, ven a decírmelo."

Chang colgó en la ventana un piojo atado a un pelo de rabo de buey y, cara al sur, fijó en él su mirada. A los diez días comenzó a ver el piojo cada vez más grande. A los tres años veía el piojo del tamaño de una rueda de carro, y cuando miraba las demás cosas, eran como cerros o montañas. Entonces, empuñando un arco hecho de cuerno de Yan y colocando en él una flecha de bambú de Jing, disparó sobre el piojo. Sin romper el pelo, la flecha le atravesó justo en el medio. Fue a decírselo a Fei Wei. Éste, saltando y golpeándose el pecho con los puños, le dijo: "¡Ya los has conseguido!"

Cuando Ji Chang hubo aprendido todo el arte de Wei, consideró que ya sólo le quedaba un único contrincante en el mundo y proyectó dar muerte a Fei Wei. Se encontraron en despoblado y se dispararon mutuamente sus flechas. Éstas chocaban a medio camino y caían al suelo sin levantar polvo. A Fei Wei se le agotaron las flechas. Ji Chang disparó la última que le quedaba. Fei Wei la repelió con la punta de un tallo de espino. Entonces ambos se echaron a llorar y, arrojando a un lado sus arcos, se saludaron uno al otro tocando con la frente en tierra. Unidos en adelante como padre e hijo, sellaron su juramento con un corte en el brazo y se comprometieron a no enseñar su arte a ninguna otra persona.

Traducción, Iñaki Preciado
Lie Zi, El libro de la perfecta vacuidad, Barcelona, 2002

Inmortales

Inmortales, porcelana china del siglo XVII

Dhammapada - Capítulo V (fragmento)

60. Larga es la noche para aquel que está despierto. Largo es el camino para el viajero cansado. Larga es la existencia repetida para los necios que no conocen la Enseñanza sublime.

61. Si un hombre busca y no puede encontrar alguien que es mejor o igual que él, que prosiga reciamente la senda de la vida. No puede haber amistad con un necio.

62. "Tengo hijos, tengo riqueza", así contabiliza el necio en su mente. Pero él mismo no se pertenece. ¡Cuánto menos los hijos y la riqueza!

63. Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre sabio, pero el necio que piensa que es un sabio es verdaderamente un necio.

64. Aun si toda su vida un necio se asocia con un sabio, no comprenderá la Enseñanza, igual que la cuchara nunca captará el saber de la sopa.

65. Si un hombre inteligente se asocia con uno sabio, aunque sólo sea por un momento, rápidamente comprenderá la Enseñanza, como la lengua capta el saber de la sopa.

66. Necios, hombres de inteligencia inferior, se comportan como sus propios enemigos, cometiendo males actos que producen frutos amargos.

67. No está bien hecho aquel acto que causa remordimiento después de llevado a cabo, y cuyo resultado uno experimenta lamentándolo con lágrimas en la cara.

68. Bien hecho es aquel acto que no causa arrepentimiento y cuyo resultado uno experimenta con la mente llena de gran deleite y felicidad.

69. Mientras un mal acto cometido no da su fruto, durante ese tiempo el necio lo cree tan dulce como la miel, pero cuando el mal acto madura, el necio se enfrenta al dolor.

70. Aunque mes tras mes un necio sólo pudiera comer como mucho alimento un pellizco de hierba kusa, aun eso no sería la sexta parte.

71. Un acto malo ejecutado no da su fruto inmediatamente, igual que la leche no se vuelve agria enseguida. Tal como el fuego cubierto de cenizas arde, así el mal acto persigue al necio quemándolo.

72. Para su ruina, por supuesto, consigue el necio conocimiento y fama, que oscurecen su destine y ofuscan su mente.

73. Ese necio desea reputación y prioridad entre los monjes, autoridad en los monasterios y honores entre otras familias.

74. Deja que laicos y monjes piensen que él es el que ejecuta cada trabajo, grande o pequeño, dejando que se refieran a él. Así es la ambición de este necio, aumentando sus deseos y su orgullo.

75. Mas, ciertamente, uno es el sendero que conduce a las conquistas mundanas y otro el que lleva al Nibbana. Comprendiéndolo así el monje, no se regocija con los favores mundanos, sino que cultiva el desapego.

Zhuang Zi - Capítulos interiores 7

Capítulo VII
EN CUANTO A EMPERADORES Y A REYES

I

Nie Que, el Desdentado, cuestionó a Wang Ni.
Cuatro veces le preguntó
Y cuatro veces él no supo contestar.
Así que el Desdentado, saltando de alegría,
Se lo contó a su Maestro Traje de Juncos.

«¿No lo has sabido hasta ahora? -comentó su Maestro-.
El soberano Youyu no podía equipararse al soberano Tai:
Youyu usaba su benevolencia
para atraerse a los hombres y ganar su confianza,
pero no llegó a desentenderse de las cosas de este mundo.
En cambio, el soberano Tai dormía profundamente
y se despertaba satisfecho.
Le era indiferente ser caballo que ser buey.
Su saber era real y su Virtud auténtica.
Nunca se implicó en las cosas de este mundo».


II

Jian Wu fue a ver al loco Jie Yu.
«¿Qué te ha dicho Ri Zhongshi?» - preguntó Jie Yu.
«Me ha dicho: Al que gobierna según sus propios principios,
¿quién rehusaría obedecerle y reformarse? ».

El loco Jie Yu le respondió:
«¡Falsa Virtud!
Gobernar así es como atravesar el océano,
agujerear un río, hacer que un mosquito
sostenga una montaña.
Cuando el Santo ordena, ¿ordena lo exterior?
Tan sólo se corrige a sí mismo para después actuar,
seguro de hacer únicamente lo que es capaz: eso es todo.

Para evitar la flechas, el pájaro vuela alto.
Para evitar que el hacha o el fuego le sorprenda,
el ratón de campo, en las colinas sagradas,
excava profundo su guarida.
¡Los hombres no alcanzan siquiera la sabiduría
de estas pequeñas criaturas!».


III

Alguien llamado Raíz-Celeste
se paseaba al sur de la Gran Montaña
y llegó a orillas de Río Límpido.
Allí encontró a Hombre-sin-Nombre,
y le preguntó: «¿Cómo se gobierna un imperio?».

«¡Fuera de aquí! ¡Estúpido! - exclamó Hombre-sin-Nombre -.

¡Perder el tiempo con temas tan absurdos!
Estoy a punto de ser el compañero
de Aquello que todo lo hace,
y cuando me canse,
cabalgaré de nuevo al pájaro evanescente
para volar más allá de las Seis Direcciones.
Allí, en la ciudad de la nada,
habitaré la desnuda inmensidad.
¿Cómo puedes venir a molestarme
con la manera de gobernar un imperio?».

Pero Raíz-Celeste repitió la pregunta.

Hombre-sin-Nombre respondió:
«Deja que tu corazón nade en lo insípido.
Mezcla tu soplo con lo indiferenciado.
Sigue lo espontáneo y no seas egoísta:
entonces el imperio estará en orden».


IV

Yang Ziju visitó a Lao Dan y le dijo:
«Supongamos un hombre alerta, fuerte,
de una sagacidad clara y penetrante,
estudioso infatigable del Tao.
¿Puede alguien así equipararse a un ilustre monarca?».

Lao Dan le respondió:
«Para un Santo,
ese hombre sería como un aprendiz de artesano
que carga con el peso de su cuerpo y de su espíritu.
Los tigres y leopardos atraen al cazador.
por los dibujos de su piel;
por su destreza,
los monos y los perros acaban atados en cadenas.
Ese hombre ¿puede equiparase a un ilustre monarca?».

Yang Ziju le preguntó respetuosamente:
«¿Podría yo saber cómo gobierna el irnperio un ilustre monarca?».

«Sus hazañas se extienden por el mundo entero - dijo Lao Dan -,
sin que parezcan hechas por su propia mano.
Sus riquezas se esparcen entre los Diez Mil Seres
sin que los hombres dependan enteramente de él.
Se encuentra allí donde nadie puede nombrarle.
Él deja que cada uno encuentre su propia alegría.
Sus pies se posan en lo insondable
y camina allá donde la nada habita».


V

En el reino de Zheng
había un hechicero llamado Ji Xian.
Conocía de cada hombre
su nacimiento y su muerte,
su existencia y su declive,
su desgracia o su suerte,
su longevidad o su muerte prematura,
y preveía con exactitud el año, el mes,
la semana y el día, igual que un espíritu.
Nada más verlo, los habitantes de Zheng huían.
Pero cuando Lie Zi lo vio,
entusiasmado fue a ver a Hu Zi y le dijo:
«Maestro, yo creía que tu Tao era Supremo,
pero hay otro Tao aún más alto».

«¡Si yo sólo te he enseñado la forma pero no la esencia!
¿Cómo pretendes saber lo que es el Tao?
¿Es que acaso las gallinas, sin un gallo,
pueden poner huevos?
Tú te sirves del Tao para convencer al mundo.
¡Te crees alguien y un simple vidente te traspasa!
¡Tráelo aquí para que yo lo vea!».

Al día siguiente
Lie Zi llegó en compañía del hechicero.
Saliendo de casa de Hu Zi, Ji Xian le confesó a Lie Zi:
«¡Hum, tu Maestro se muere!
No resistirá más de diez días.
He visto en él algo extraño: ceniza húmeda».
Lie Zi, cuyas lágrimas mojaban su vestido,
informó a su Maestro y éste respondió:
«Hace un momento le he mostrado la formación lenta
e incesante de la Tierra.
Él no ha visto más que la fuerza interna
y obstruida de mi Virtud.
Hazle venir otra vez».

Al día siguiente, Lie Zi lo trajo de nuevo.
Después de la entrevista, el hechicero exclamó:
«¡Es una suerte que tu Maestro me haya encontrado!
¡Ya está curado y lleno de salud!
He visto su potencia contenida».

Lie Zi se lo contó a su Maestro y éste le dijo:
«Hace un momento le he mostrado el Cielo
fecundando la Tierra:
algo intangible y sin nombre.
La fuerza interna brotaba desde mis talones.
Él no ha visto más que mi inclinación hacia la vida.
Hazle venir de nuevo».

Al día siguiente Ji Xian, el hechicero, volvió.
Saliendo de casa de Hu Zi, le dijo a Lie Zi:
«Vuestro Maestro es inconstante:
no he podido leer nada en su rostro.
Cuando esté más equilibrado, volveré para examinarle».

Lie Zi se lo contó a su Maestro, y Hu Zi contestó:
«Hace un momento le he mostrado el Gran Vacío.
Ha visto la fuerza interna de mi Soplo vital en equilibrio.
Hay abismos en los remolinos que forman las ballenas.
Hay abismos en los remolinos que forman las aguas calmadas.
Hay abismos en los remolinos que forman las aguas corrientes.
Éstos son sólo tres de las nueve clase de abismos.
¡Que vuelva otra vez!».

Al día siguiente el hechicero apareció de nuevo.
Pero antes incluso de ponerse frente a Hu Zi,
ya se había ido.

«¡Alcánzale!» - dijo Hu Zi.

Pero Lie Zi no pudo atraparle.
«Desapareció, le he perdido, no he podido alcanzarle»
- le dijo a su Maestro.

Hu Zi respondió:
«Hace un momento le he mostrado mi Principio Ancestral.

Mi vacío ondulante e inasible,
como hierba acariciada por el viento.
como ola disolviéndose en el agua.
Por eso se ha ido».

Lie Zi concluyó que aún no había aprendido nada,
y regresó a su casa, de la que no salió durante tres años.
Cocinaba para su mujer,
alimentaba sus cerdos como si se tratara de personas.
Se apartó de todas las cosas del mundo.
Abandonó la gema tallada por la piedra desnuda.
Solo e independiente como un trozo de tierra
en medio del mundo agitado.
Habitó la Unidad hasta el fin de sus días.


VI

No seas el depositario de un nombre.
No seas el guardián de tus proyectos.
No te hagas cargo de nada.
No seas detentor de la sabiduría.
Realízate en lo ilimitado,
camina por senderos sin huellas.
Acepta enteramente el don del Cielo,
sin presumir de haberlo obtenido.
Sé tú el vacío: eso es todo y basta.
El Hombre Supremo usa el corazón corno un espejo:
a nadie echa, a nadie acoge,
refleja sin quedarse con nada.
Por eso conquista a los seres
sin sufrir daño alguno.

El emperador del Mar del Sur se llamaba Súbito.
El emperador del Mar del Norte se llamaba Furia.
Y el emperador del Centro se llamaba Caos.
Súbito y Furia se reunían a veces en el reino de Caos.
Éste les trataba tan bondadosamente
que Súbito y Furia decidieron recompensarle
y se dijeron:
«Todos los hombres tienen siete orificios
para ver, escuchar, comer y respirar.
Sólo él no tiene ninguno.
¡Vamos a hacérselos nosotros!».
Le abrieron un orificio cada día:
Pero al séptimo Caos murió.


Los Capítulos Interiores de Zhuang Zi
Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer

Zhuang Zi - Capítulos interiores 6

Capítulo VI
EL GRAN MAESTRO ANCESTRAL


I

Conocer las acciones del Cielo,
conocer las acciones del hombre,
es el Conocimiento Supremo.
Conocer las acciones del Cielo
es vivir la vida asignada por el Cielo.
Conocer las acciones del hombre
es utilizar lo que se conoce
para nutrir lo que se desconoce,
agotar los años impartidos por el Cielo
y evitar en medio del camino
el asalto de la muerte.
Éste es el conocimiento perfecto.

Sin embargo, hay una dificultad:
el adecuado conocimiento depende siempre de algo,
y este algo no es nunca fijo.
¿Cómo puedo saber si lo que llamo Cielo no es el hombre?
¿si lo que llamo hombre no es el Cielo?

Sólo el conocimiento es Verdadero
cuando el hombre es Verdadero.
¿Qué significa un Hombre Verdadero?
El Hombre Verdadero de antaño
se acomodaba a la escasez,
no se enorgullecía con el éxito,
no actuaba con planes.
Un hombre así erraba sin arrepentirse,
acertaba sin vanagloriarse.
Un hombre así ascendía sin vértigo a lo más alto,
se sumergía en lo profundo sin mojarse,
penetraba en el fuego sin quemarse.
Su conocimiento era tan alto como el Tao.

El Hombre Verdadero de antaño dormía sin sueños,
despertaba sin quejas,
comía sin distinciones,
respiraba hasta lo más hondo.
La respiración del Hombre Verdadero llegaba hasta sus talones.
La del hombre común se queda en la garganta;
por eso, cuando algo le subyuga,
se le atragantan las palabras.
Si la pasión y el deseo son profundos,
débil es la fuerza interna del Cielo.

El Hombre Verdadero de antaño
ignoraba el amor a la vida,
el odio a la muerte.
Alerta siempre y ligero
en su ir y venir: eso era todo.
Consciente de su origen,
sin preocuparse por el fin.
Complaciéndose en recibir.
Olvidándose al entregar.
Esto es lo que se llama no dañar al Tao con el corazón,
no estorbar al Cielo con lo humano.
Así era el Hombre Verdadero.

De corazón calmado, rostro tranquilo,
frente serena.
Como el otoño, frío,
como la primavera, cálido.
Airado o alegre según el humor de las cuatro estaciones.
Adaptándose a las cosas, a los seres,
sin que nadie conociera sus límites.

Así, un Santo al frente de un ejército
conquistaba un país sin perder sus habitantes.
Repartía sus bienes entre mil generaciones
sin que el amor lo empujara.
Quien se regocija entre los hombres,
no es un Santo.
Quien actúa con afecto,
no es benevolente.
Quien escoge el momento,
no es sabio.
Quien no equipara pérdidas y beneficios,
no es un hombre de bien.
Quien actúa por renombre y se pierde,
no es un hombre honesto.
Quien se destruye huyendo de la verdad,
no es apto para el gobierno.
Hu Buxie, Wu Guang, Bo Yi, Shu Qi,
Jizi, Xu Yu, Ji Tuo y Shentu Di
servían como esclavos de los otros,
se complacían complaciendo a los demás,
pero nunca complaciéndose ellos misrnos.

El Hombre Verdadero de antaño
se imponía a los hombres sin tomar nunca partido.
Pareciendo necesitado, no aceptaba nunca nada.
Solitario y seguro, nunca rígido.
Noble y humilde, nunca fastuoso.
Risueño, ¡siempre alegre!
Activo, cuando era inevitable.
Concentrado, de faz resplandeciente.
Cauteloso, conteniendo su Virtud.
Tolerante, parece mezclarse con el mundo.
Arrogante, nunca dominado.
Lejano, encerrado en su silencio.
Perdido, olvidando sus palabras.
De los castigos hacía el tronco.
De los ritos, las alas.
De la sabiduría, lo oportuno.
De la Virtud, el camino.
Quien hace de los castigos el tronco,
castiga con indulgencia.
Quien hace de los ritos las alas,
puede moverse en el mundo.
Quien hace de la sabiduría lo oportuno,
sólo en lo inevitable actúa.
Quien hace de su Virtud el adecuado camino,
alcanza la cima con sus propios pies.
Ascensión penosa, pensaban los hombres.
Así, lo que él amaba era Uno.
Lo que él no amaba era Uno.
Lo que en él se unificaba era Uno.
Lo que en él no se unificaba era Uno.
Estando unificado, acompañaba al Cielo;
no estando unificado, acompañaba al hombre.
Cuando hombre y Cielo en nada rivalizan,
allí aparece el Hombre Verdadero.


II

Vida y muerte sucediéndose:
el Decreto.
Noche y día, inmutables, sucediéndose:
el Cielo.
Para el hombre, inaccesible:
esencia de los seres y las cosas.
Si hay hombres que aman al Cielo como a un padre,
¡cuánto más amarían Aquello que se eleva sobre el Cielo!
Si hay hombres que, amando a su señor más que a sí mismos,
son capaces de sacrificarse por él,
¡cuánto más lo harían por la Única Verdad!

Cuando se seca un manantial,
los peces agonizan en el fondo,
por eso se alientan entre ellos,
con sus babas se humedecen mutuamente;
mejor les fuera ignorarse los unos a los otros,
liberándose en los lagos y en los ríos.
Antes que elogiar a Yao o condenar a Jie,
mejor olvidarse de ambos y fundirse en el Tao.

La Tierra me ha dado mi cuerpo,
me ha dado la labor de mi vida,
el ocio de la vejez y el descanso de mi muerte.
Lo que me impulsa a amar la vida
me impulsa a amar la muerte.

Esa barca escondida en un barranco,
esa red escondida en un pantano,
se creen seguras allí.
Pero si en medio de la noche
alguien fuerte se las lleva y las carga a sus espaldas,
no se enterará siquiera ni el que allí las dejó.
Lo pequeño escondido en lo grande:
tiene su lugar aunque puede perderse.
Mundo escondido en el mundo:
nada se puede perder.
Así es la realidad fundamental de lo inmutable.
El hombre se alegra tan sólo con su forma de hombre;
pero si esa forma sufre continua, indefinidamente
Diez Mil Transformaciones,
¿acabará alguna vez de contar sus alegrías?
Así el Santo se recrea entre los seres y las cosas
que no pueden perderse,
y con ellos siempre permanece.
Muerte prematura, vejez,
origen y fin
le procuran el mismo contento.
Y si el hombre gusta de imitar al Santo,
¡cuánto más debería imitar
Aquello que une a los Diez Mil Seres,
Aquello de lo que dependen todas las transformaciones!


III

El Tao es algo seguro, real.
Carece de forma, no actúa.
Se transmite, no se recibe.
Se posee, no puede verse.
Él mismo, tronco y raíz.
Antes del Cielo y la Tierra,
ya existía imperturbable
en su propia Antigüedad.
Animó al soberano,
a los espíritus,
creó el Cielo y la Tierra.
Por encima de la Cumbre Suprema, sin altura.
Por debajo de las Seis Direcciones, sin hondura.
Nacido antes que el mundo, sin edad.
Más antiguo que la Alta Antigüedad y sin vejez.
Xiwei lo obtuvo y armonizó Cielo y Tierra.
Fuxi lo obtuvo
y penetró el origen de los soplos.
La estrella polar lo obtuvo
y ya nunca más cambió.
El sol y la luna lo obtuvieron
y ya nunca más cesaron.
Y Kanpi, que penetró en los montes Kunlun,
y Pingyi, que atravesó a nado el gran río.
Y Jian Wu, que habitó la montaña Taishan.
Y el Emperador Amarillo, que cabalgó sobre nubes.
Y Zhuan Xu, que habitó el Negro Palacio.
Y Yuqiang, que se fue al polo Norte.
Y Xiwangmu, que se asentó en Shaoguang.
Nadie conoce su principio.
Nadie conoce su fin.
Pengzu lo obtuvo y vivió desde la época Shun
hasta la de los Cinco Príncipes.
Fu Yue lo obtuvo,
fue ministro de Wuding
y gobernó el Imperio,
ascendió hasta la estrella Dong Wei,
cabalgó a Sagitario, a Escorpión,
y se fundió con los astros.


IV

Zikui de Nanpo preguntó a Nuyu:
«¿Por qué a pesar de tu avanzada edad
tienes el aspecto de un niño?».

«Yo he oído el Tao» - respondió Nuyu.
«¿Puede ser aprendido el Tao?».

«No - replicó Nuyu -, tú no servirías para ello.
Buliang Yi tenía la aptitud para ser un Santo,
pero no tenía el Tao del Santo.
Yo, que poseo el Tao, no tengo la aptitud.
Quería enseñárselo.
¡Deseaba tanto verle convertido en Santo!
Pero no fue una empresa fácil.
Sin embargo, cuando se posee el Tao del Santo
no es difícil transmitirlo al que tiene aptitudes para ello.

Yo he guardado el Tao en mí, instruyéndole:
En tres días, fue capaz de apartarse del mundo,
una vez apartado, yo seguía guardando el Tao.
En siete días, se apartó de los seres;
una vez apartado, yo seguía guardando el Tao.
En nueve días, se apartó de su vida;
habiéndose apartado, la aurora le inundó.
Inundado de luz, despertó a lo Único.
En lo Único, pasado y presente se abolieron.
Con el pasado y presente abolidos,
penetró en la no-vida, en la no-muerte.
Lo que mata la vida no muere.
Lo que da vida no nace.
En cuanto a las cosas,
es aquella que a todas acoge y acompaña,
es aquella que todo lo destruye
y que todo lo genera.
Su nombre es "lucha serena" ,
después de la lucha: el acabamiento».

«¿Dónde has aprendido todo esto?» - preguntó Zikui de Nanpo.
«Lo aprendí del hijo de Escritura - respondió Nuyu -,
que lo había aprendido del nieto de Recitación-Continua,
el cual a su vez lo había aprendido de Mirada-Luminosa,
quien asimismo lo aprendió de Murmullo-Acordado,
y este último lo aprendió de Práctica-Obligada,
que asimismo lo había aprendido de Alegre-Balada,
quien a su vez lo aprendió de Sutil-Oscuridad,
el cual lo había aprendido de Misterioso-Vacío,
que a su vez lo aprendió de Origen-Evanescente».


V

Cuatro hombres, los Maestros Si, Yu, Li y Lai,
se dijeron:
«¿Quién puede hacer de la Ausencia, la cabeza,
de la vida, la espina dorsal,
y de la muerte, el lomo?
¿Quién ha comprendido que vida y muerte,
conservación y destrucción,
forman el mismo y único cuerpo?
El que alcance a comprenderlo será nuestro amigo».
Los cuatro se miraron sonriendo.
Ninguno se opuso y así se hicieron amigos.

Cuando el Maestro Yu de repente cayó enfermo,
el Maestro Si fue a visitarle.
«¡Grandioso! - dijo Yu -.
¿Cómo es que Aquello que todo lo hace
me ha deformado de esta manera?
Ha jorobado mi espalda y la ha levantado.
Mis cinco vísceras por encima de la nuca.
Mi mentón a la altura del ombligo.
Mis hombros más altos que mi cráneo,
y las vértebras cervicales apuntan hacia el Cielo.
¡Mis energías Yin y Yang están obstruidas!».

Sin embargo su espíritu era sereno y sin preocupaciones.
Se arrastró hasta un pozo para ver su reflejo:
«¡Ah! ¡Aquello que todo lo hace
se afana todavía más en deformarme!».

«¿Le odias? » - preguntó el Maestro Si.

«No, ¿por qué iba a odiarle? - contestó Yu -.
Mi brazo izquierdo se transformará en un gallo,
y así podré cantar para anunciar la aurora.
Mi brazo derecho, en una bala de ballesta,
y así podré cazar búhos y asarlos para la cena.
Mis nalgas se transformarán en ruedas,
mi espíritu, en un caballo, y así cabalgaré;
¿para qué querría yo otra montura?
Además, ganar la vida es pura circunstancia,
perderla, un puro conformarse.
Cuando uno se acomoda a las circunstancias
ni pena ni alegría pueden entrar.
Antaño se decía: "Haber desatado el nudo".
Cuando uno no puede librarse por sí mismo,
es que las cosas le atan.
Ahora bien, nada se puede contra el Cielo.
¿Para qué iba yo a sentir odio?».

Súbitamente, el Maestro Lai cayó enfermo,
agonizando en el umbral de la muerte.
Su mujer y sus hijos le rodeaban llorando.
Cuando fue a verle el Maestro Li, éste dijo a su familia:
«¡Fuera de aquí! ¡No estorbéis su transformación!».

Y acercándose a la puerta del enfermo, le dijo:
«¡Grandioso es Aquello que todo lo crea y lo transforma!

¿Qué hará de ti?
¿Adónde serás enviado?
¿Te convertirás en el hígado de una rata
o en la pata de un escarabajo?».

El Maestro Lai le respondió:
«Un niño con padre y madre
va al este, al oeste, al norte o al sur,
adondequiera que ellos le manden.
Para un hombre, el Yin y el Yang
son más que un padre y una madre.
Son ellos quienes me han traído
hasta el umbral de la muerte.
Si lo rehusara, les desobedecería.
Además, ¿de qué puedo culparles?
La Tierra me ha dado mi cuerpo,
me ha dado la labor de mi vida,
el ocio de la vejez
y el descanso de mi muerte.
Por la misma razón que me parece bueno vivir,
me parece bueno morir.
Si ahora un Maestro fundidor de metales
viera saltar del horno un trozo de metal que le dijera:
"Quiero que me des la forma de la espada Moye",
el fundidor pensaría sin duda que es un metal funesto.
Si, de repente, apareciese una forma humana que dijera:

"Yo quiero ser hombre y sólo hombre",
Aquello que todo lo crea y lo transforma
pensaría sin duda que era un hombre funesto.
Si, de repente, yo hiciera del Cielo
y la Tierra un gran horno,
y de Aquello que todo lo crea y lo transforma
hiciera un Maestro fundidor,
¿habría algún lugar adonde yo pudiera no ir?».


VI

Tres hombres, el Maestro Sanghu,
Meng Zifan y el Maestro Qinzhang,
comentaban entre ellos:
«¿Quién de nosotros puede relacionarse sin tener relaciones?,
¿estar de acuerdo sin acuerdos?
¿Quién de nosotros puede ascender al Cielo,
pasearse entre las nubes,
errar en lo infinito,
y olvidarse de los otros
por los siglos de los siglos?».

Los tres se miraron sonriendo.
Ninguno tenía nada que oponer
y así se hicieron amigos.

Después de un período de calma,
el Maestro Sanghu murió.
Antes del entierro, Confucio,
al enterarse de la noticia,
envió a Zigong para los funerales.
Éste, al llegar, vio a un hombre
componiendo una canción
y a otro tocando su laúd.
Los dos cantaban así:
«¡Ah! ¡Sanghu! ¡Querido Sanghu!
¡Has regresado a tu verdad!
¡Pero ay de nosotros que seguimos siendo humanos!».

Zigong se apresuró a preguntarles:
«¿Cantar así ante un cadáver
es conforme a los ritos?».

Los dos hombres se miraron y sonrieron.
«¡Qué sabrás tú de los ritos!», dijeron.

Zigong regresó donde Confucio y le dijo:
«¿Qué clase de hombres son éstos?
Su conducta es indecente.
No hacen caso de sus cuerpos,
cantan en presencia de un cadáver
sin cambiar la expresión de sus rostros.
No hay palabras para nombrarlos.
¿Pero qué clase de hombres son?».

«Son la clase de hombres que viven fuera del mundo,
- contestó Confucio -. Yo, sin embargo, aún estoy dentro.

El afuera y el adentro no tienen nada en común.
¡Ha sido estúpido por mi parte haberte asignado esta misión!
Estos hombres son compañeros de Aquello que todo lo crea,
habitan en el soplo único del Cielo y de la Tierra.
Consideran la vida como una excrecencia tumorosa,
la muerte como una pústula reventada.
Para ellos, no hay diferencias entre la vida y la muerte,
el antes y el después.
Toman de la diversidad
lo que unifican en su propio cuerpo.
Olvidan hígado y vesícula,
Rechazan vista y oído.
Invierten origen y fin.
Ignoran todos los límites.
Vagan libremente más allá del polvoriento mundo
ejercitándose en la No-intervención.
¿Para qué rebajarse practicando los ritos comunes
y servir de espectáculo a los hombres?».

«Maestro, ¿de qué parte estás tú?»
- preguntó Zigong.

«Yo soy un condenado por sentencia del Cielo
y tú compartes mi misma suerte», dice Confucio.

«Maestro, ¿me puedes revelar ese secreto?».

Confucio contestó:
«Los peces se mueven en el agua,
Los hombres caminan por el Tao.
Los que se encuentran bien en el agua
van hasta el fondo del estanque y allí se alimentan.
Los que se encuentran bien en el Tao
van hasta el fondo de la No-intervención y allí habitan.
Por ello se dice: "En los lagos y ríos,
los peces se ignoran entre ellos,
así los hombres en la práctica del Tao».

«¿Y los hombres extraordinarios?» - preguntó Zigong.

«Son extraordinarios entre los hombres,
pero iguales ante el Cielo.
Por ello se dice: "Un hombre pequeño para el Cielo
es un hombre grande entre los hombres.
Un hombre grande entre los hombres
es un hombre pequeño para el Cielo».


VII

Yan Hui preguntó a Confucio:
«Cuando su madre murió,
Mengsun Cai lloró sin lágrimas,
su corazón ignoró la tristeza,
y su duelo fue sin dolor.
A pesar de estas tres faltas,
en el Estado de Lu se le considera
como el mejor conductor de duelos.
¿Se puede adquirir la fama de algo que no se realiza?
¡Me parece tan extraño!».

«Mengsun ha llegado a la cima
-respondió Confucio -.
Está más allá del saber.
Simplificando más aquellos ritos
no habría conseguido nada.
Ya los ha simplificado bastante.
Mengsun ignora qué es la vida o la muerte
y cuál de ellas viene antes o después.
Se transforma adaptándose al misterioso cambio,
eso es todo.
Transformándose,
¿cómo sabe que se está transformando?
No transformándose,
¿cómo sabe que no se está transformando?
Tú y yo, aún sin despertar de nuestro propio sueño.

En cuanto a él, su cuerpo se estremecía pero no su espíritu.
Habitó tantas moradas como mañanas tienen los días,
pero nunca le llegó la verdadera muerte.
Sólo Mengsun estaba despierto.
Cuando los hombres lloraban, él lloraba con ellos:
eso era todo.
Además, ¿cómo saber quién es este "yo" que yo digo?
Tú sueñas ser un pájaro y te elevas en los cielos.
Sueñas ser un pez y te sumerges en las aguas.
¿Cómo saber si el que habla está dormido o despierto?
Mejor que lo adecuado: la risa espontánea.
Mejor aún: confórmate a Aquello que todo lo ordena
y olvida la transformación.
Así se entra en el Cielo inmenso de la Unidad».


VIII

Yi Er Zi fue a ver a Xu You,
y éste le preguntó:
«¿Qué te ha enseñado Yao?».

«Me ha dicho:
"Observa las reglas de la benevolencia y el deber.
Distingue claramente la afirmación de la negación"».

«Entonces, ¿para qué has venido a verme? - replicó Xu You -.
Si él con la benevolencia y el deber
te ha marcado la frente
y con la afirmación y la negación
te ha arrancado la nariz,
¿cómo podrás andar libremente
por los lejanos e infinitos caminos?».

«Sin embargo, me gustaría recorrerlos».

«¡lmposible! - exclamó Xu You -.
Un tuerto no puede apreciar la belleza de un rostro.
Un ciego no puede contemplar
el verde y amarillo de los brocados».

Yi Er Zi preguntó:
«Wuzhuang perdió su belleza.
Juliang perdió su fuerza.
El Emperador Amarillo perdió su sabiduría.
Los tres fueron forjados por el Tao.
¿Cómo saber si Aquello que todo lo crea
no borrará la marca de mi frente,
no restituirá mi nariz cortada,
y persiguiendo mi transformación
no podré yo, Maestro, seguirte?».

«iAh! Nada sabemos - replicó Xu You -.

Te lo explicaré brevemente:
mi Maestro, ioh, mi Maestro!,
desmenuza los Diez Mil Seres,
pero no por eso es cruel.
Sus bondades se extienden sobre diez mil generaciones,
pero no por eso ejerce la benevolencia.
Es más viejo que la Alta Antigüedad,
pero no por eso es un anciano.
Él contiene Cielo y Tierra,
modela todas las formas,
pero no por eso es hábil.
Así es el mundo donde él habita».

IX

«¡He progresado!» - dijo Yan Hui.

«¿En qué?» - le respondió Confucio.

«He olvidado la benevolencia y el deber».

«Eso está bien, pero aún no es bastante».

Otro día, Yan Hui volvió a ver a Confucio.
«¡He progresado!» - dijo Yan Hui.

«¿En qué?» - respondió Confucio.

«He olvidado los ritos y la música».

«Eso está bien - respondió Confucio -, pero aún no es bastante».

Otro día, Yan Hui volvió a Confucio
y le dijo:
«Me he asentado en el olvido».

«¿Qué entiendes por asentarse en el olvido?»
- preguntó Confucio asombrado.

«Abandonar el cuerpo.
Eliminar la percepción.
Alejarse de la forma.
Separarse de la inteligencia
y unirse a la Gran Interacción.
Eso es lo que yo entiendo por asentarse en el olvido».

«Unificándote, no tienes preferencias.
Transformándote, no tienes permanencia.
¡Eres un Sabio verdaderamente!
Déjame ser tu discípulo» - dijo Confucio.

X

Ziyu y Zisang eran amigos.
Hacía diez días que no paraba de llover.
Ziyu pensó:
«El Maestro Sang debe estar muerto de hambre».
Y cogió algo de comer para llevárselo.
Al llegar a su puerta, oyó a alguien gimoteando,
mientras cantaba acompañado de un laúd:
«¡Oh, Padre! ¡Oh, Madre!
¡Oh, Cielo! ¡Oh, Hombre!».
A duras penas pronunciaba las palabras,
esforzándose en cantar.
Ziyu entró y le dijo:
«¿Por qué cantas eso?».

«Me preguntaba quién es la causa
del lamentable estado en que me encuentro;
y no he encontrado respuesta.
¡Cómo mi padre o mi madre habrían podido
desear para mí una miseria semejante!
¡Cómo el Cielo que todo lo cubre
y la Tierra que todo lo sostiene
habrían podido desear para mí una pobreza semejante!
Busco pero no encuentro una respuesta.
¡A no ser que haya sido el Decreto
quien me ha reducido a este lamentable estado!».


Los Capítulos Interiores de Zhuang Zi
Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer

Zhuang Zi - Capítulos interiores 5

Capítulo V
SIGNOS DE ÍNTEGRA VIRTUD

I

Wang Tai, el cojo, vivía en el país de Lu.
Tenía tantos discípulos como Confuncio.
Chang Ji preguntó a este último:
«A Wang Tai, aunque cojo,
le siguen la mitad de los habitantes de Lu.
De pie, no enseña nada;
Sentado, no debate.
Sin embargo, los que están vacíos
Van hacia él y vuelven llenos.
¿Es que posee el arte de enseñar sin palabras,
o un medio invisible para labrar el corazón?
¿Qué clase de hombre es éste?».

«Este hombre es un Santo - respondió Confucio -.
Tan sólo he aplazado mi visita.
Pero si yo mismo debiera tenerle por maestro,
¡cuánto más los que no están a mi altura!
¡No sólo al país de Lu,
sino que llevaría hasta él al mundo entero!».

«Si este cojo os supera, Maestro - replicó Chang Ji -,
debe ser un hombre extraordinario.
El corazón de un hombre así
¿en qué se diferencia de los otros?».

«Vida y muerte son para él igual en importancia:
en nada le afectan - dijo Confucio -.
Aunque Cielo y Tierra se desplomen,
él permanece intacto.
Discierne la verdad sin distraerse con las cosas,
se adapta a sus transformaciones:
se acoge a su Principio Ancestral».

«¿Qué quieres decir?» - preguntó Chang Ji.

«Si se miran las cosas desde su diferencia,
entre hígado y vesícula hay una distancia tan grande
como entre el país de Yue y el de Chu.
Pero si se miran las cosas desde su identidad,
los Diez Mil Seres son Uno.
Un hombre así ignora la distinción
entre el oído y la vista, y su corazón
se baña en la armonía de la Virtud.
Desde la Unidad,
no existe la pérdida.
Mira su propia pierna perdida
como si fuera un montón de tierra abandonada».

«No hace más que labrar su perfección - dijo Chang Ji -.

A través de su inteligencia, accede a su corazón;
a través de su corazón, accede al corazón inmutable.
Pero ¿por qué tantos seres afluyen a él?».

«El hombre no utiliza como espejo el agua que corre,
sino el agua que duerme - dijo Confucio -.
Sólo la calma puede calmarlo todo.
Investidos del Decreto Terrestre
sólo el pino y el ciprés, libres,
yerguen su rectitud.
Tanto invierno como verano:
siempre el rnismo verdor.
Investidos del Decreto Celeste,
sólo Shun y Yao, libres,
por encima de los Diez Mil Seres,
alcanzaron la perfección.
El dichoso capaz de rectificar su propia naturaleza
puede rectificar la de los otros.
No hay temor para el que sigue el rastro del origen.
Un soldado valiente afronta él solo
una batalla contra nueve ejércitos:
si un hombre es capaz de esto por la fama,
¡cuánto más el que gobierna Cielo y Tierra
acogiendo en su seno a los Diez Mil Seres!
El que habita su cuerpo como efímera morada,
sabiendo que sus ojos, sus oídos,
sólo perciben apariencias;
el que sólo conoce la Unidad
y en cuyo corazón la muerte ya no existe;
un día, él amanecerá en el mundo
y el mundo le seguirá.
¿De qué le serviría preocuparse de los hombres?».



II

Shen Tujia, el amputado,
y Zichan, primer ministro de Zheng,
tenían ambos por maestro a Bohun Nadie.

«Si yo salgo primero, tú esperas
- le dijo Zichan al cojo -.
Si tú sales primero, esperaré yo».

Al día siguiente se encontraron en la misma sala,
sentados los dos sobre la misma estera.

«Si yo salgo primero - repitió Zichan -, tú esperas.
Si tú sales primero, esperaré yo.
Si yo saliera ahora mismo, ¿esperarías o no?
¿Pero es que no vas a apartarte cuando ves frente a ti a un primer ministro?
¿Acaso te consideras mi igual?».

«En casa del Maestro - replicó Shen Tujia -
¿existen primeros ministros?
Parece que te precias tanto de serlo,
que das la espalda a los demás.
He oído decir lo siguiente:
"Si tu espejo brilla, el polvo no se adhiere a él.
Pero si el polvo se adhiere, es porque tu espejo no brilla.
Estando largo tiempo en compañía de un Sabio
no deben cometerse errores".
La grandeza que posees viene de nuestro Maestro.
Hablar así de esta manera ¿no es cometer un error?».

«Tal como eres, pareces querer competir
con Yao, el virtuoso - dijo Zichan -.
¿Es que no hay suficiente Virtud en ti
como para mirarte honestamente a ti mismo?».

«Numerosos son los que exhiben sus faltas
y juzgan sus pérdidas inmerecidas,
pero pocos son los que no las exhiben
y las juzgan merecidas - respondió Shen Tujia -.
Sólo el hombre de Virtud conoce lo ineluctable
y sigue el Decreto del Cielo.
Quien pasa delante del arquero Yi
es alcanzado por su flecha;
quien escapa, se lo debe al Decreto.
Muchos son los hombres con dos pies
que se ríen de mí por estar cojo.
Antes, sentía una cólera terrible.
Ahora, desde que vengo a casa del Maestro,
mi furia ha desaparecido y me he encontrado a mí mismo.
¿Me habrá purificado el Maestro con su bondad?
Durante diecinueve años he estado en su compañía,
pero jamás ha advertido mi cojera.
Ambos deberíamos habitar el interior del cuerpo.
Pero tú quieres sacarme al exterior.
¿No es eso un error?».

«No hablemos más», dijo Zichan confuso,
cambiando de actitud.


III

En el país de Lu
había un cojo llamado Sushan, el Sin-dedos.
Cojeando sobre su talón,
fue a ver a Confucio y éste le dijo:

«Por falta de prudencia, tus errores cometidos
te han puesto en este triste estado.
¿Qué es lo que esperas viniendo a mí?».

«Por descuido y por tratar mi cuerpo a la ligera,
he perdido los dedos de un pie - respondió el Sin-dedos -.
Pero hoy vengo a ti
porque hay algo que estimo más que mis pies
y deseo conservarlo intacto.
No hay nada que el Cielo no cubra
ni nada que la Tierra no sostenga.
Señor, yo te considero mi Cielo y mi Tierra,
¿por qué me tratas de este modo?».

Confucio le contestó:
«Me he portado como un ignorante.
¿Por qué no entras, Maestro,
y me instruyes con tus conocimientos?»

Y el Sin-dedos se fue.

«Discípulos, ¡a trabajar duro! - dijo Confucio -
porque si el Sin-dedos se entrega al estudio
para rectificar sus errores,
icuánto más deberían hacerlo
los hombres de íntegra Virtud!».

El Sin-dedos preguntó a Lao Dan:
«¿Confucio aún no es un hombre perfecto?
¿Por qué se molesta en venir a ti
para seguir tus enseñanzas?
Él, que sólo busca tener fama
de hombre único y extraordinario,
¿ignora acaso que para el Hombre Supremo
la fama y el renombre son cadenas?».

«¿Por qué no le has mostrado tú mismo - dijo Lao Dan -
que la vida y la muerte se entretejen,
que lo admisible y lo inadmisible penden del mismo hilo?
¿Podrá liberarse algún día de sus cadenas?».

«Siendo castigo del Cielo - replicó el Sin-dedos -,
¿cómo podría librarse?».


IV

El duque Ai del país de Lu preguntó a Confucio:
«En el país de Wei vivía un hombre muy feo
llamado Tuo el Feo.
Los que vivían a su alrededor,
fascinados por él, ya no podían apartarse.
Las mujeres que le conocían decían a sus padres:
"Prefiero ser su concubina que la esposa de otro".
Así, ya tenía más de una decena de ellas
que no cesaban de solicitarle.
Nunca llevaba la voz cantante y se acomodaba a los demás.
No tenía ni poder para salvar a un hombre de la muerte,
ni beneficios para socorrer a un hambriento,
y su fealdad asustaba a todo el mundo.
Conciliador y no instigador,
su saber se constreñía a su territorio,
pero mujeres y hombres iban atraídos hacia él.
Este hombre debía tener algo extraordinario.
Así que le llamé para observarle.
Efectivamente su fealdad podía estremecer al mundo entero.
En menos de un mes en su compañía,
ya me di cuenta de la clase de hombre que era,
y en menos de un año,
ya había puesto en él toda mi confianza.
Cuando mi país se quedó sin ministro,
lo nombré a él para el cargo.
Indeciso, acabó por aceptar
con un sí tan frío, tan indiferente,
que parecía rehusar.
A pesar de mi turbación,
finalmente le confié el país.
Poco después me abandonó y se fue.
Quedé muy triste y afectado por esta gran pérdida,
como si ya no hubiera nadie más
con quien compartir mis esperanzas.
¿Qué clase de hombre era éste?».

Y Confucio respondió:
«Un día que yo iba en misión a Chu,
vi unos cerditos que aún se amamantaban
de su madre muerta.
De repente la miraron asustados y huyeron.
Ella ya no los miraba como antes.
Ya no era como ellos.
Lo que amaban en ella no era su cuerpo
sino lo que a su cuerpo animaba.
Un hombre muerto en la batalla
ya no requiere de funerales rituales.
Un hombre con una pierna amputada
ya no necesita de sandalias.
En sendos casos, se ha perdido el fundamento.
Las concubinas del Hijo del Cielo
no se cortan las uñas ni se horadan las orejas.
El recién casado vive fuera del palacio
y ninguna misión le es asignada.
Si los hombres íntegros en su cuerpo
pueden obrar así,
¡cuánto más los hombres íntegros en Virtud!
Ahora, Tuo el Feo, sin decir palabra,
inspira confianza; sin hacer nada,
suscita intimidad.
Todos quieren confiarle su gobierno
y temen que él lo rechace.
Es, evidentemente, un hombre
cuyas cualidades están intactas
y cuya Virtud no se exterioriza».

«¿Qué entiendes por cualidades intactas?».

Y Confucio contestó:
«Muerte y vida, conservación y destrucción,
destreza y éxito, miseria y riqueza,
excelencia y mediocridad, calumnia y apología,
hambre y sed, frío y calor,
son las mutaciones de las cosas:
el Decreto en acción.
Un alternancia que opera día y noche ante nosotros,
y de la que nadie puede sondear su fuente.
Sin embargo, no altera nuestra paz,
ni entra en nuestra Mágica Morada.
Hacer que la armonía y el goce circulen
sin que la dicha se pierda,
que entre la noche y el día
no haya ningún intersticio,
florecer con los seres y las cosas,
seguir con el corazón la continuidad del tiernpo:
esto es lo que yo llamo cualidades intactas».

«¿Y qué significa Virtud no exteriorizada?»
- le preguntó el duque Ai.
«Agua inmóvil o calma perfecta.
En su interior se protege.
En su exterior nada mueve.
Eso podría servir como ejemplo.
La Virtud es cultivar la armonía.
En la Virtud que no se exterioriza
los seres y las cosas se conservan
sin disgregarse».

Otro día, el duque Ai le contó a Min Zi:
«Al principio, sentado en mi trono cara al sur,
yo gobernaba y controlaba el Estado,
temeroso por la muerte de mi pueblo.
Yo me creía un hombre perfecto.
Ahora, después de oír las razones de un Hombre Supremo,
temo haberme equivocado;
he sido negligente con mi propia persona,
y he arruinado a mi pueblo.
Confucio y yo no somos señor y súbdito,
sino amigos en la Virtud, eso es todo».


V

Un cojo, encorvado y sin labios
era el consejero del duque Ling de Wei.
Este último tan entusiasmado estaba con él,
que le parecía que los hombres bien formados
tenían un cuello demasiado largo.

Un hombre con bocio en forma de jarra
era el consejero del duque Huan de Qi.
Este último tan entusiasmado estaba con él,
que le parecía que los hombres bien formados
tenían un cuello demasiado corto.

Así, cuando la Virtud es grande,
el cuerpo se olvida.
Los hombres que no olvidan lo que se ha olvidado,
y olvidan lo que no se ha olvidado,
están en el olvido verdadero.
Así el Santo se recrea.
Para él, el saber es una maldición,
los pactos son cola de pegar,
los favores, una corrupción,
la habilidad, un simple comercio.
El Santo ¿para qué quiere el saber
si no tiene proyectos?,
¿para qué la cola de pegar si él nada ha separado?,
¿para qué poseer si nada ha perdido?,
¿para qué comerciar si nada codicia?
Todo esto son Dones del Cielo.
Los Dones el Cielo son alimento.
El que está nutrido por el Cielo
¿qué necesidad tiene de los hombres?
Posee la forma de los hombres,
pero no sus pasiones.
Posee la forma de los hombres
y por eso se mezcla entre ellos.
No posee las pasiones de los hombres
y por eso lo falso, lo verdadero,
nada significan para él.
¡Qué pequeño como hombre!
¡Qué grande, libre,
realizando en él su propio Cielo!


VI

Hui Zi preguntó a Zhuang Zi:
«¿Puede haber un hombre sin pasiones?».
«Sí» - dijo Zhuang Zi.

«Pero un ser así, ¿cómo puede llamarse hombre? ».

Zhuang Zi contestó:
«El Tao le dio su aspecto. El Cielo le dio su cuerpo.
¿Por qué entonces no llamarlo hombre? ».

«Si tú le llamas hombre,
¿por qué carece de las pasiones humanas?».

«Lo verdadero o lo falso - dijo Zhuang Zi -,
Esto es lo que yo entiendo por pasiones humanas.
El que no es empujado por el amor o el odio,
El que sigue con constancia su naturaleza
Y nada añade a la vida,
Es un hombre sin pasiones humanas».

«Si no añade nada a la vida - preguntó Hui Zi -
¿cómo puede existir en tanto que hombre? ».

«El Tao le dio su aspecto
El Cielo le dio su cuerpo.
No es empujado por el amor ni el odio.
En cuanto a ti, dispersas tu espíritu
Y malgastas tu esencia vital.
Apoyado sobre un árbol, desatinas.
Inclinado sobre una mesa, te adormeces.
El Cielo te ha dado un cuerpo
Y tú sólo especulas sobre "lo blanco y lo duro"».


Los Capítulos Interiores de Zhuang Zi
Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer