Zhuang Zi - Capítulos interiores 4

Capítulo IV
MUNDO DE HOMBRES



I

Con el fin de viajar, Yan Hui
pidió permiso a Confucio.
"¿Dónde vas?" -preguntó el Maestro.
"Al país de Wei" - contestó Hui.
"¿Y que harás allí?".
"He oído decir que el prícipe es joven en edad
e irresponsable en actos,
gobierna el país a la ligera
y no reconoce sus defectos;
descuida tanto la vida de sus hombres
que los cadáveres cubren el país
como la hierba seca cubre una tierra desolada.
El pueblo ya no sabe qué hacer.
Yo, Hui, he oído que decías:
"Ignora los países bien gobernados
y acude a los turbulentos.
En las puertas del médico
se amontonan los enfermos".
Inspirado por estas palabras,
espero encontrar remedio para salvar el país".

Y Confucio respondió:
"¡Ah! ¡Temo que vayas hacia tu propia ejecución!
La intromisión es contraria al Tao.
La intromisión engendra lo múltiple,
lo múltiple engendra la confusión,
la confusión engendra la desgracia,
y la desgracia es sin retorno.
En la Antigüedad, el hombre Supremo,
antes de ayudar a los otros,
buscaba su propia firmeza.
Si tu vida aún no está firme,
¿cómo vas a poder ocuparte de un tirano?

Además, ¿sabes tú lo que disipa la Virtud,
lo que origina el saber?
La Virtud se disipa por la fama,
el saber nace por las luchas.
La fama es rivalidad.
El saber es su instrumento de combate.
Fama y saber: armas funestas
que no sirven en la perfecta conducta.

Una virtud extremada, una sinceridad absoluta,
no siempre penetran en el carácter de un hombre;
no luchar por la fama o el renombre
no siempre influye en su corazón.
Y si frente al tirano te jactases
usando en exceso de palabras como benevolencia o deber,
no harías más que oponer tu belleza a su fealdad.
Y serás llamado "el que trae la desgracia".
Y al que trae la desgracia,
las desgracias le llegan.
¡Te veo en peligro!
Si el prícipe de Wei amara a los sabios
y detestara a los necios,
¿de qué serviría intentar distinguirte?
Mejor abstenerte de persuadirlo.
El peso de su autoridad
se impondrá sobre ti:
deslumbrará tus ojos,
empalidecerá tu rostro,
hará que tus palabras se confundan,
que tu mente se trastoque.
Pretendes apagar con fuego un incendio,
remediar con agua una inundación.
A esto se le llama "ir de mal en peor".
Quien desde el principio obedece,
ya no puede dejar de obedecer.
Temo que él no crea en tus palabras
que mueras en manos del tirano.

Así, en la Antigüedad,
Guan Longfeng, muerto por Jie,
y Bigan, muerto por Zhou,
siguieron una intachable conducta
sosteniendo a su pueblo,
oponiéndose a sus superiores.
Por sus cualidades, los príncipes
se deshicieron de ellos.
Esto es lo que ocurre a quienes buscan la fama.

Así Yao atacó Congzhi y Xu Ao,
Yu atacó Youhu:
estados derruídos, espíritus errantes,
prícipes castigados y ejecutados.
Empuñaron sin tregua las armas
con un ansia insaciable de triunfo.
Estos hombres buscaban la fama y las riquezas.
¿Eres tú el único en ignorarlas?
Fama y riquezas tentaron incluso al hombre Santo,
¿te crees tú mejor que él?
Pero supongo que algo tendrás pensado:
me gustaría conocer tu plan".

Yan Hui respondió:
"Seré irreprochable y humilde,
íntegro y voluntarioso.
¿Es esto lo adecuado?".

"¡Oh, no! - dijo Confucio -,
esto no serviría de nada.
El prícipe está lleno de altivez y suficiencia
y su temperamento es caprichoso.
El hombre común nunca se le opone.
Desoye los consejos de los otros
para seguir así su propia voluntad.
Si las pequeñas virtudes cotidianas
no germinan en él,
¡cuánto menos la suprema Virtud!
Es un hombre obstinado y nunca cambiará.
Exteriormente conciliador,
pero interiormente insensible.
¿Qué conseguirías con ello?"

"En ese caso, interiormente seré recto,
exteriormente flexible.
Actuaré conforme a los Antiguos.
Quien es recto en su interior,
sigue el camino del Cielo,
sabe que, al igual que el príncipe,
del Cielo él también será el hijo.
¡Para qué iba yo a esperar la alabanza
o la crítica de los hombres!
Ser como un niño,
a eso se le llama "seguir el camino del Cielo".
El que exteriormente se doblega
sigue el camino de los hombres.
Arrodillarse, levantar las manos,
juntarlas, inclinarse...
es el ritual entre súbditos y prícipes.
¿Por qué habría de ser yo una excepción?
Haciendo lo que los otros hacen,
nadie encontrará falla en mí.
Esto es lo que se llama
"seguir el camino de los hombres".
Y si actúo conforme a los Antiguos,
les seguiré a ellos, y sus palabras,
que no son sino críticas y preceptos,
serán las palabras de los Antiguos
pero no las mías. Así, pues,
nadie podrá echarme en cara mi franqueza.
Esto es lo que se llama
"seguir el camino de los Antiguos".
¿Podré lograrlo de ese modo?".

Confucio respondió:
"¡Demasiada tontería y poco rigor!".
Aunque te comportaras como un estúpido,
quizá salieras indemne.
Pero ¿cómo ibas a poder cambiar a este príncipe,
teniendo sólo a tu corazón por maestro?".

"Pues ya no tengo más propuestas - dijo Yan Hui -.
¿Cuál sería entonces la manera correcta?".
"Guarda abstinencia y yo te lo diré.
Actuar conforme al corazón
¿no es algo demasiado fácil?
Quien sigue la facilidad
se opone a la lucidez del Cielo".

"Yo, Hui, soy de familia pobre.
Desde hace meses no he probado
ni el vino ni la carne.
¿Es esto una abstinencia?".

"No -respondió Confucio -.
Es una abstinencia ritual,
pero no del corazón".

"¿Y qué es una abstinencia del corazón?" - preguntó Hui.

"Unifica tu voluntad.
No oigas con tus oídos,
oye con tu corazón.
No oigas con tu corazón,
oye con el soplo vital.
El oído se limita a oír,
el corazón, a corresponderse con las cosas.
En cuanto al soplo,
su vacío acoge a la totalidad de los seres.
Solamente el Tao se posa en lo vacío.
El Gran Vacío es la abstinencia del Corazón".

Yan Hui respondió:
"Antes de comprender Aquello que todo lo hace,
yo era Hui,
pero habiéndolo comprendido,
ya nunca lo he sido.
¿Es esto lo que se entiende por vacío?".

"Exacto - dijo Confucio -, escucha:
eres perfectamente capaz de entrar en esa jaula,
pero evita buscar la fama.
Cuando tus palabras hallen entrada,
canta como los pájaros.
Cuando no la hallen, desiste.
Sin puertas no hay peligros.
Habita la Unidad,
obra lo inevitable,
y estará muy cerca del umbral.

Fácil es no dejar huellas,
difícil caminar sin pisar el suelo.
Fácil es imitar lo que hace un hombre.
Difícil imitar lo que hace el Cielo.
Hemos oído que los seres alados vuelan,
pero no que se pueda volar sin alas.
Hemos oído que el que sabe tiene inteligencia,
pero no que sin inteligencia se pueda saber.
Contemplar ese lugar donde la nada habita.
Misteriosa habitación vacía: allí nace la luz,
allí la calma y la felicidad reinan.
Allí moverse es como "galopar en posición sentada".
Si consigues ver y escuchar hacia dentro de ti mismo,
y hacia afuera de ti mismo expulsas el saber, el pensamiento,
los demonios y los espíritus atraídos
vendrán a morar en ti,
¡y cuánto más los hombres!
Ésa es la transformación de los Diez Mil Seres.
Ése es el centro secreto de Yao y de Shun.
Ésa es la conducta final de Fu Xi y de Ji Qu.
Y así debería ser la de todos los hombres".


II

Zigao, señor de She, enviado en misión a Qi,
se dirigió así a Confucio:
"El rey me ha encomendado una importante misión
en el reino de Qi.
Allí los emisarios son tratados con gran respeto,
pero tardan en acceder a sus demandas.
Si resulta vano meter prisas a un hombre cualquiera,
¡cuánto más a un señor feudal!
Todo esto es muy incómodo para mí.
una vez me dijiste:
"Raros son los asuntos, grandes o pequeños,
que sin el Tao puedan felizmente cumplirse.
Si fracasamos,
sufriremos el castigo del Tao de los Hombres.
Si tenemos éxito,
sufriremos el desequilibrio del Yin y del Yang.
Sólo el hombre de Virtud conoce el éxito y el fracaso,
sin que el desequilibrio o la desgracia puedan turbarle".

Yo soy sencillo y simple en mis comidas,
y nunca he necesitado tomar nada refrescante.
Al amanecer fué cuando recibí la orden
y ya por la noche tuve que beber agua helada.
¡Tenía fiebre en mi interior!
Antes de cumplir mi misión,
ya siento el desequilibrio del Yin y del Yang.
Y si fracaso sufriré además
el castigo del Tao de los hombres.
Doble es mi pena.
Como ministro, no puedo asumir esta misión.
Desearía escuchar tu consejo".
Y Confucio respondió:
"Este mundo lo gobiernan dos grandes principios:
el Decreto y el Deber.
El amor filial es un Decreto celeste,
no se puede arrancar del corazón.
Servir al soberano es un Deber de justicia,
dondequiera que uno vaya, el soberano es soberano.
No hay lugar entre Cielo y Tierra
para sustraerse a estos dos principios.
Servir serenamente a sus padres dondequiera que estén
es la Piedad filial suprema.
Servir serenamente al soberano en todo lo que decida
es la Lealtad suprema.
Servir al corazón sin pena ni alegría,
conocer lo ineluctable y seguir nuestro Decreto,
es la Virtud suprema.
Como hijo o como ministro,
lo inevitable se impone.
Si actúas según las circunstancias
y olvidas tu propia persona,
¿acaso habrá lugar para preocuparse por la vida,
o intentar zafarse de la muerte?
Obra así y todo irá bien.
Déjame repetirte lo que he oído:
Para los que están cerca de ti,
usa la confianza.
Para los que están lejos,
usa la lealtad en tus palabras.
Transmitir las palabras puede agradar
o disgustar a ambas partes,
y eso es lo más difícil del mundo.
Para agradar,
se necesitan exagerados cumplidos.
Para disgustar,
se necesitan exagerados insultos.
Cualquier exageración es falsa,
no inspira confianza
y el mensajero está en peligro.
Así dice un proverbio:
"Transmite la normalidad de los hechos,
no transmitas nada exagerado
y así permanecerás a salvo".

Cuando compiten dos luchadores,
comienzan noblemente pero acaban con bajeza.
Si van demasiado lejos, los golpes bajos aumentan.
Los que beben en un banquete
comienzan con moderación pero acaban con desenfreno.
Si van demasiado lejos, su agitación también aumenta.
Así todas las cosas: el principio es cortés,
el final es vulgar.
Se comienza con sencillez
y se acaba en la desmesura.
Las palabras son olas y viento.
Pérdidas o ganancias, los actos.
Olas y viento se levantan fácilmente.
Pérdidas y ganancias fácilmente nos acosan.
Palabras pérfidas y frases extremadas
son el único origen de la cólera.
El animal que muere no elige su grito.
El odio inflamado en su pecho
despierta el odio del que lo ha cazado.
Cuando uno se excede en exigencia,
el otro responde con contrariedad.
Si uno ignora su propia reacción,
¿cómo va a prever cuál es el fin?
Un antiguo proverbio dice:
"No te apartes de las órdenes,
no te empeñes en el éxito.
Sobrepasar la medida es excederse".
Si te apartas de las órdenes
y te empeñas en el éxito,
vas directo hacia el peligro.
Lo bien hecho necesita tiempo.
Lo mal hecho es irreversible.
¿Cómo no ser prudente?

Deja que tu corazón libre
vague entre las cosas;
entrégate a lo inevitable
y nutre tu propio centro:
es la más alta perfección.
¿Para qué obrar buscando recompensa?
Obedece tan sólo las órdenes.
Ahí reside la mayor dificultad".


III

Yan He, al ser nombrado preceptor
del hijo heredero del conde Ling de Wei,
fue a consultar a Qu Boyu:
"Supongamos que él sea un hombre sin Virtud.
Si no hago nada al respecto,
pondrá al país en peligro.
Si me entrometo,
seré yo quien esté en peligro.
Su sabiduría alcanza a conocer
los defectos de los hombres,
pero no sus causas.
¿Qué puedo hacer con un hombre así?".

"Buena pregunta -contestó Qu Boyu-.
¡Estate alerta! ¡Ponte en guardia
y rectifica tu propia persona!
En tu exterior aparenta intimidad.
En tu interior establece la armonía.
Aunque estas dos actitudes entrañan un peligro.
¡No caigas en su intimidad!
¡Que no se transparente tu armonía!
Pues si caes en su intimidad
serás derrumbado, abatido, arruinado, exterminado.
Y si dejas ver tu armonía,
serás acusado, criticado, deshonrado y maldito.
Cuando se comporte como un niño,
sé tú con él un niño.
Cuando salte las barreras,
sáltalas tú también.
Cuando no ponga límites a su conducta,
no las pongas tú tampoco.
Y una vez que le hayas sondeado,
entra en él por donde no haya peligro.

¿No conoces tú la historia de la mantis religiosa?
En medio de un camino agitaba sus patas
con el fin de parar las ruedas de un carro.
Creyendo demasiado en sus capacidades,
ignoraba su impotencia.
¡Estate alerta y ten cuidado!
Si te jactas de tus méritos,
le ofenderás y estarás en peligro.

¿Sabes tú lo que hace el criador de tigres?
No les da de comer animales vivos,
para no animar su instinto asesino,
No les da de comer animales enteros,
para no despertar sus ansias de descuartizar.
Conoce el secreto de la ferocidad,
porque sabe cuándo están saciados o hambrientos.
Los tigres, aunque diferentes de los hombres,
respetan al criador que se adapta a su naturaleza
pero matan al que se les oponga.

Un hombre amaba tanto a sus caballos,
que recogía sus excrementos en un cesto
y su orina en una concha.
pero un día, sobre un caballo se posó un mosquito,
y el hombre lo cazó a contratiempo.
El animal asustado rompió los frenos
y de una coz le partió el pecho y el cráneo.
La intención del hombre era buena,
pero su amor le perdió.
¡Nunca se es lo bastante prudente!".


IV

El carpintero Shi, de camino hacia el reino de Qi,
llegó a Quyuan y vio un roble,
dios sagrado de aquellas tierras.
Tan inmenso, que podía dar sombra
a varios miles de bueyes,
y su tronco medía unos cien palmos.
Su altura rondaba la de una montaña
y sus primeras ramas brotaban
a veinticinco metros del suelo.
Con sólo diez de ellas
hubieran podido constuirse barcas.
Oleadas de gente se amontonaban en torno a él
para admirarlo.
El carpintero Shi, sin detenerse a mirar,
continuó su camino.
Su aprendiz, después de contemplarlo,
se aproximó a Shi y le dijo:

"Maestro, desde que manejo el hacha bajo tus órdenes,
no he visto nunca un árbol tan bueno como éste.
¿Por qué continúas tu camino
sin dignarte siquiera mirarlo?".

"¡Ya está bien, calla! -dijo el carpintero -.
¿No ves que su madera es inútil?
¡Haz barcos con ella y se hundirán!
¡Haz ataúdes y se pudrirán!
¡Haz herramientas y se romperán rápidamente!
¡Haz vigas y pilares y los devorará la carcoma!
¡Haz puertas y ventanas y rezumarán resina!
Su madera es inservible y no vale para nada:
por eso ha durado tanto tiempo".

Cuando regresó a su casa,
el carpintero soñó que el roble le decía:
"¿Con qué me has comparado?,
¿con los árboles nobles?
A los acerolos, perales, naranjos,
pomelos y otros árboles,
cuando sus frutos están maduros,
los despojan, los ultrajan,
rompen sus grandes ramas
y las pequeñas las arrancan.
Su propia utilidad daña su vida,
muriendo en pleno vigor sin acabar
sus días por el Cielo decretados.
Víctimas de sí mismos y víctimas del mundo.
Ésa es la suerte de todas las cosas.
En cuanto a mí, desde hace tiempo aspiro a ser inútil,
y ahora, ya cerca de mi muerte,
por fin lo he logrado: ésa es mi gran utilidad.
Siendo útil, ¿habría durado tanto tiempo?
Además, tú y yo somos seres.
¿Cómo puede uno juzgar a otro?
Hombre inútil condenado a la muerte,
¿qué sabrás tú de árboles inútiles?".

Al despertar, el carpintero relató su sueño.
El aprendiz le preguntó:
"Si aspira a ser inútil,
¿por qué es un árbol sagrado?".

"¡Calla! ¡No digas nada más!
Él tan sólo desempeña su papel
ante los que no le comprenden.
Si no se le considerara árbol sagrado,
¿no habría sido abatido?
Se protege de manera diferente a los demás.
Y usar del sentido común para juzgarlo,
¿no te parece un error?".


V

Ziqi de Nanbo paseaba por la colina de Shang
cuando vio un gran árbol fuera de lo común.
Mil carros podrían guarecerse bajo su sombra.
"¿Qué árbol es éste? -preguntó Ziqi-,
debe tener alguna cualidad extraordinaria".
Al levantar la cabeza
vio sus ramas finas y retorcidas,
inadecuadas para hacer vigas.
Al bajar la cabeza,
vio su tronco nudoso y agrietado,
inadecuado para hacer ataúdes.
Al mascar sus hojas,
se le quemó la lengua.
Al olerlas,
se embriagó y enloqueció durante tres días.

"Su madera es inservible,
por eso ha llegado a ser tan grande -dijo Ziqi-.
¡Ah, por eso el más divino de los hombres
es todo él materia inservible!".

En Jingshi, en el país de Song,
crecen bien las catalpas, cipreses y moreras,
Pero cuando éstos alcanzan el tamaño suficiente
para que dos manos puedan abarcarlos,
son cortados para hacer estacas de amarrar monos.
Cuando sus troncos miden tres o cuatro palmos,
son talados para hacer bellas y altas vigas.
Y cuando sus troncos alcanzan los siete u ocho palmos,
los nobles y los ricos comerciantes
los mandan cortar para hacer sus ataúdes.
Por eso no acaban sus días asignados por el Cielo.
Antes de tiempo abatidos por el hacha:
es el precio que pagan por ser útiles.

En los sacrificios al dios del río,
se prohibía que los bueyes de frente blanca,
los cerdos de morro retorcido
y los hombres con hemorroides
fueran arrojados al río.
Lo que para los chamanes eran signos de mal augurio,
para el Hombre Divino eran signos favorables.


VI

Zhili Shu, el contrahecho,
tenía el mentón a la altura del ombligo,
los hombros más altos que su cabeza,
su joroba apuntaba al cielo,
sus cinco vísceras estaban en lo alto del cuerpo
y sus nalgas a la altura del costado.
Lavando y remendando vestidos se ganaba su pan.
Aventando cereales podía alimentar a diez personas.
Cuando se reclutaban soldados,
él se paseaba tranquilo con las mangas remangadas.
Para los trabajos públicos,
siempre exento por enfermedad.
Y cuando se ayudaba a los enfermos,
él recibía tres raciones de grano y diez cargas de leña.
Si este hombre, deforme en su cuerpo,
se bastaba a sí mismo,
y pudo acabar los días que el Cielo le asignó,
¡cuánto más no conseguirá un deforme en la Virtud!


VII

Cuando Confucio estaba en el país de Chu
Jie Yu, el loco, pasó por su puerta y gritó:
"¡Oh! ¡Fénix! ¡Fénix!
¿Por qué declina la Virtud?
Inalcanzable es el porvenir.
Imposible retornar hacia el pasado.
Cuando el mundo posee el Tao,
el Santo se realiza en lo más alto.
Cuando el mundo pierde el Tao,
el Santo sólo sobrevive.
En nuestros tiempos, ya es bastante con librarse del castigo.

La felicidad es tan ligera como una pluma
y nadie puede sentir su peso.
La desgracia es tan pesada como la tierra
y nadie puede evitar pisarla.
¡Basta, basta!
¡No más Virtud que enderece a los hombres!
¡Cuidado!
¡Cuidado con mostrar a los demás
el camino que se debe seguir!
Zarzas, espinos,
¡no estorbéis mi camino!,
¡no estorbéis mis pasos!
Yo zigzageo y os evito".

Los árboles de la montaña
apelan a su propia destrucción.
Su resina alimenta el mismo fuego que los consume.
Talan el canelo por ser comestible.
Por ser útil talan el árbol del barniz.
Todos conocen la utilidad de lo útil.
Todos ignoran la utilidad de lo inútil.


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Capítulo III
NUTRIR EL PRINCIPIO VITAL




I

Mi vida tiene límites.
El saber no los tiene.
Si nosotros, limitados,
perseguimos lo ilimitado,
corremos un peligro: detenernos.
Si nosotros, detenidos,
anhelamos aún sabiduría,
corremos un peligro mayor.
El que obre el bien, que rechace el éxito.
El que obre el mal, que evite el castigo.
Sigue tu centro y haz de eso tu ley.
Tu cuerpo estará a salvo,
tu vida será plena,
tu vitalidad preservada
y tus años agotados.



II

Ding el cocinero
descuartizó un buey para Wen Hui.
Primero golpeó la carne con las manos,
enderezó la espalda,
y pisando fuerte contra el suelo
hincó una rodilla sobre el buey,
y entonces su cuchillo hendía ¡zum!,
cortaba ¡zas!, partía ¡crac!,
danzando al ritmo de la canción
"sang-lin", danzando al ritmo
de la canción "jing-shou".
"¡Qué maestría!
¡Has llegado a la cima de tu arte!", exclamó Wen Hui.

El cocinero Ding, dejando el cuchillo, replicó:
"Más allá de toda habilidad,
sólo existe el Tao para tu humilde servidor.
Al comienzo de mi trabajo sólo veía el buey.
Tres años más tarde ya casi no lo veía.
Ahora, trabajo con mi espíritu
y no con mis ojos.
Allá donde el conocimiento
y los sentidos se detienen,
el espíritu es el que actúa.
Sigo la estructura corporal de la res,
penetro en las articulaciones,
no toco ni una arteria ni un tendón
y menos aún los grandes huesos.
Un buen cocinero
cambia de cuchillo una vez al año,
porque corta con él.
Un mal cocinero
cambia de cuchillo una vez al mes,
porque desgarra con él.
Con este cuchillo,
desde hace diecinueve años,
he descuartizado mil bueyes
y su hoja está como recién afilada.
Entre las junturas: un intersticio,
el espacio suficiente para que la finísima hoja
penetre y se deslice.
Por eso, tras diecinueve años de uso,
mi cuchillo tiene una hoja perfecta.
Pero si me encuentro con un nudo complicado,
con una juntura difícil,
me pongo en guardia y tomo mis precauciones.
Muevo la hoja del cuchillo lentamente
hasta que...¡zas!,
de un solo corte la juntura se separa;
el animal se descuartiza, se desploma
como un montón de tierra.
Entonces, de pie con mi cuchillo, me yergo,
miro a mi alrededor satisfecho de mí mismo;
limpio la hoja y lo guardo".

"¡Excelente! -exclamó Wen Hui-.
Escuchando tus palabras,
he aprendido a nutrir el Principio vital".


III

Gongwen Xuan, viendo al Comendador de Derecha,
dijo sorprendido:
"¿Qué clase de hombre eres
que sólo tienes un pie?
¿Es causa del Cielo o de los hombres?".

"Es obra del Cielo y no de los hombres -contestó-.
Es el Cielo quien ha hecho
que nazca con un solo pie.
La forma le es dada a los hombres.
Por eso sé que es causa del Cielo,
y de nadie más".

El faisán de los pantanos,
cada diez pasos, picotea,
cada cien pasos, toma un sorbo de agua.
No desearía nunca estar encerrado en una jaula
aunque le trataran como a un rey.
Jamás sería feliz.

Cuando Lao Dan murió,
Quin Shi fue a presentar sus condolencias,
suspiró tres veces y partió.
Un discípulo le preguntó:
"¿No eras tú amigo del Maestro?".
"Sí", contestó.
"¿Y es ésta la manera apropiada de condolerse?".
"Sí. Antes le consideraba un hombre Supremo,
pero ahora ya no lo es.
Acabo de entrar para rendirle homenaje,
y he visto que los viejos le lloraban
como si lloraran a sus hijos,
he visto que los jóvenes le lloraban
como si lloraran a su madre.
Algunos de entre los reunidos,
aunque no deseaban hablar, hablaban,
aunque no deseaban llorar, lloraban.
Eso es huir del Cielo y la Verdad,
desdeñar sus dones.
"Huir del Cielo es una ofensa", decían los Antiguos.
En su momento el Maestro llegó.
Siguiendo su rumbo, el Maestro se fue.
Si te conformas al tiempo
y continúas el rumbo marcado,
ni el dolor ni la alegría podrán penetrarte.
Esto es: "deshacer el nudo que nos ata",
como decían los Antiguos.

Aunque la antorcha se apagó,
el fuego continúa propagándose.
Mas nadie sabe cuándo acabará
de consumirse.


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Capítulo II
IDENTIDAD DE LAS COSAS Y LOS DISCURSOS


I

Ziqi de Naguo, reclinado en su diván,
Hacia el cielo suspiraba extasiado,
como privado de su cuerpo.
Yancheng Ziyou, de pie a su lado,
le preguntó: «¿Qué te ocurre?
¿Cómo has podido convertir
tu cuerpo en un tronco seco,
y en cenizas muertas tu mente?
¡El hombre aquí ahora mismo tumbado
no es el hombre de ayer!».

Y Ziqi respondió:
«¿Sabes? Hace un momento he perdido mi yo.
Aunque oigas la música de los hombres,
no oyes la música de la tierra.
Aunque oigas la música de la tierra,
no oyes la música del cielo».

Ziyou quiso entender ese misterio.

«Viento es lo que exhala la Tierra respirando
- dijo Ziqi -. Inmóvil hasta que se levanta
y braman con furia todas las oquedades.
Allí, en las montañas,
en los bosques profundos,
las hendiduras de los gigantes troncos
son como narices, bocas, orejas,
muescas, tazas, morteros,
hoyos y hondonadas: todos ellos
susurran, silban, chillan,
sollozan, rugen, vociferan.
Unos llaman y otros son eco.
Unos son dulce brisa, otros
huracán desaforado.
Cuando el viento poderoso se detiene,
las oquedades se vacían de silencio.
¿No has visto tú la danza última
de las hojas, de las ramas
el último temblor?» .

Ziyou replicó entonces:
«Si la música de la Tierra
proviene de estas oquedades;
y si la música de los hombres
proviene de las flautas de bambú;
¿de dónde viene la música del Cielo?».

«La música del Cielo - dijo Ziqi -
¿de dónde viene ese soplo múltiple y plural
que penetra en cada cosa
y que cada cosa inhala por sí misma?».


II

El gran Saber todo lo abarca
El pequeño todo lo divide.
Las grandes palabras son fuego.
Las pequeñas, balbuceos inútiles.
Durante el sueño,
las almas de los hombres
se funden, se entremezclan.
En la vigilia,
los cuerpos se despiertan y se animan.
En el contacto con las cosas,
el corazón del hombre se enreda y lucha:
prudencia, astucia, calma.
Los pequeños miedos le inquietan.
Los grandes le paralizan.
Rápido como una flecha
se lanza a distinguir la verdad de la mentira.
Obstinado como el que ciegamente jura
y se aferra a la victoria.
Igual que en otoño e invierno,
se apagan los días del hombre.
En el mar de sus actos, ya hundido,
nada puede hacerle emerger.
Su corazón lacrado se marchita,
Así llega a la vejez,
hacia la muerte.
Su luz ya no renace.
Alegría, cólera,
tristeza, placer,
lamento, inquietud,
inconstancia, perseverancia,
descuido, ligereza,
insolencia, afectación.
Música que brota del silencio.
Hongos que nacen de la humedad.
Los días se alternan con las noches;
nadie sabe el cómo ni el porqué.
¡Basta, basta!
¿Acaso podemos conocer
el origen de todo lo que cabe
entre un día y una noche?

Sin lo otro, no hay yo.
Sin el yo, nada se manifiesta.
Sí, cerca estamos del origen,
pero desconocemos Aquello
que todo lo hace y lo comienza.
Quizás haya un Dueño verdadero:
ninguna traza hay de su existencia.
Real, pero invisible.
Creemos en sus actos
aunque no vemos su figura.

De los cien huesos de que un cuerpo se compone,
de los nueve orificios,
de las seis vísceras,
¿cuál es el más amado?
¿Se les ama a todos por igual?
¿Hay alguna preferencia?
¿Son todos ellos súbditos?
¿Son todos ellos amos?
¿O se alternan en su poder
como servidor y soberano?
¿Hay entre ellos un Dueño verdadero?
Aunque lo hubiera,
nuestra ignorancia de él,
nuestro conocimiento de él,
no afectarían en nada a su auténtica Verdad.

Cuando una forma nos ha sido dada,
persiste hasta que la vida se agota.
Nos cortamos con el filo de las cosas.
Nos evitamos mutuamente.
Veloces como caballos galopando.
Incontenibles. ¿No es una lástima?
Esforzarse sin ver el fruto del trabajo.
Agotarse y no saber a dónde regresar.
¿No es triste? Ser inmortales ¿para qué?
El cuerpo se corrompe,
así tarnbién el espíritu.
¿Podemos negar ese inmenso dolor?
¿La vida del hombre es tan absurda?
¿O es que soy el único que lo piensa,
yo, el más absurdo de entre todos?


III

El hombre se conforma a lo prefijado por su mente
y lo toma por maestro.
¿Quién es el hombre extraordinario que se priva de ello?
¿O sólo el hombre que penetra la alternancia de las cosas
lo toma por maestro?
Así también el necio,
cuando admite que afirmación y negación
preceden a lo fijado por su mente.
Tan ilógico como partir hoy para Yue y llegar ayer,
o afirmar que es visible lo invisible.
Y aunque ello fuera cierto,
si ni siquiera Yu el divino podría entender ese misterio,
¡cómo iba a entenderlo yo!

La palabra no está hecha sólo de aire,
la palabra tiene un decir,
pero lo que dice no es nunca fijo.
¿En verdad existen las palabras?
¿En verdad se diferencian del piar de los pájaros?
¿Quién ha ensombrecido el Tao,
distinguiendo la verdad de la mentira?
¿Quién ha confundido a las palabras
distinguiendo afirmación de negación?
¿Dónde se encuentra el Tao ausente?
¿Dónde las palabras imposibles?
Tras los mínimos acontecimientos
el Tao se esconde.
Tras su máximo esplendor
las palabras se ocultan.
Así, confucianos y moístas
niegan y afirman,
afirmando lo negado,
negando lo afirmado.
Pero si deseas la afirmación negada,
la negación afirmada,
nada puede compararse a la Iluminación.
En las cosas mismas existe el esto
y el aquello.
Si partimos del aquello
no entenderemos nada.
Si partimos del esto
lo alcanzaremos todo.
Escrito está:
aquello surge de esto,
esto depende de aquello.
El esto y el aquello
unidos nacen.
Lo que ya es vida ya es muerte.
Lo que ya es muerte ya es vida.
Lo que ya es posible es imposible.
Lo que ya es imposible ya es posible.
Porque lo que se puede afirmar,
se puede negar.
Porque lo que se puede negar,
se puede afirmar.
El Santo no va por este camino.
Él ilumina las cosas con la luz del cielo.
y todo lo aprueba, toda circunstancia.

Esto y aquello se sustituyen uno al otro.
En el esto se reúnen un sí y un no.
En el aquello se reúnen un sí y un no.
¿Es que hay en verdad un esto y un aquello?
¿Es que no hay en verdad un esto y un aquello?
El punto en donde esto y aquello
neutralizan su oposición
es el núcleo del Tao:
el centro de un círculo que irradia
infinitas respuestas.
Infinito es el sí.
Infinito es el no.
Escrito está:
nada es comparable a la Iluminación.


IV

Mejor que mostrar con un significado
que el significado no es significado,
utiliza el no significado para demostrarlo.
Mejor que mostrar con un caballo
que el caballo no es el caballo,
utiliza el no caballo para demostrarlo.

Cielo y tierra: un significado.
Los Diez Mil Seres: un caballo.

Lo admisible proviene de lo admisible.
Lo inadmisible proviene de lo inadmisible.
El Tao es el camino que forman nuestros pasos.
El nombre de las cosas
es el nombre que nosotros les damos.
Es así porque puede ser posible.
No es así porque puede no ser posible.
Es así porque es así.
No es así porque no es así.
¿Por qué es así?
Porque es así.
¿Por qué no es así?
Porque no es así.
¿Por qué puede ser así?
Porque puede ser así.
¿Por qué puede no ser así?
Porque puede no ser así.
Toda cosa posee inherente su propia naturaleza.
Toda cosa tiene su propia posibilidad.
Nada hay sin su naturaleza,
y nada sin su posibilidad.
Así, por extrañas o insólitas que las cosas sean,
viga o rama,
belleza como la de Xi Shi,
o extrema fealdad,
el Tao todo lo disuelve unificándolo.
Lo que se divide, se forma.
Lo que se realiza, se destruye.
En la división está el acabamiento del ser.
En el acabamiento del ser, su destrucción.
Separar es formar.
Formar, destruir.
Pero nada se forma ni se destruye,
porque todo se disuelve en lo Uno.

Sólo el saber del hombre penetrante
unifica las cosas.
No afirma nada
y permanece en lo usual.
Lo usual es lo útil;
lo útil es lo intercambiable.
Lo intercambiable, unifica,
lo que unifica, alcanza,
lo que alcanza, se acerca
y la afirmación cesa.
Este final del que ignoramos el porqué
es lo que llamamos Tao.

Pero el que fatiga su espíritu
en comprender la Unidad
sin reconocer las semejanzas,
a eso se le llama «tres por la mañana».
¿Por qué se llama así?
Un criador que alimentaba a sus monos
dijo a éstos:
«Tres castañas por la mañana
y cuatro por la tarde».
Los monos se enfurecieron.
«Está bien - les dijo -,
entonces cuatro por la mañana
y tres por la tarde».
Y los monos saltaron de alegría.
Nada había cambiado:
ni la realidad ni las palabras;
pero su utilidad provocó
cólera primero y alegría después,
porque se adaptó a las circunstancias.
Así el Santo armoniza negación y afirmación
y descansa en la Rueda Celeste.
Esto se llama: «andar por dos caminos».
El saber de los hombres antiguos
llegó a un límite. ¿Cuál?
Unos pensaban que en el comienzo no había seres.
Conocimiento puro y supremo. Nada más que añadir.
Otros pensaban que había seres,
pero no límites.
Otros que había límites,
pero no diferencias entre negar y afirmar».
Negar-afirmar,
ésta es la causa de la decadencia del Tao.
La decadencia del Tao:
cuando el amor divide y culmina.
Decadencias, culminaciones
¿existen verdaderamente?
Sí, existen:
Zhao lo demuestra cuando toca su laúd.
No, no existen:
Zhao lo demuestra cuando no toca su laúd.
Zhao Wen tocando su laúd,
el maestro Kuang sosteniendo su batuta,
Hui Zi meditando apoyado sobre un árbol.
Todos ellos perfeccionaron su arte
hasta el final de sus días.
Fue su amor lo que les diferenció del mundo,
lo que les empujó
a iluminar a los otros.
Iluminar lo no iluminado:
entrar a la oscuridad de lo «blanco y lo duro».
Por eso, siguiendo a su padre,
el hijo de Zhao Wen murió sin alcanzar nada.
¿Podemos llamar a esto culminación?
Entonces yo, inacabado, soy ella.
¿O no podemos llamarlo así?
Entonces ni yo ni nadie lo somos.
Así el Santo desdeña el fulgor
de la ilusión y de la duda.
No afirma nada y permanece en lo usual.
Esto significa la Iluminación.


V

Ahora bien, si dijera cualquier cosa,
¿diferiría de una afirmación?
Lo que difiere y lo que no difiere
son de la misma categoría.

Sin embargo, déjame decirte:
Hay un origen.
Hay el no origen del origen.
Hay el no origen del no origen del origen.
Hay la presencia. Hay la ausencia.
Hay el no origen de la ausencia.
Hay el no origen del no origen de la ausencia.
De repente: presencia de la ausencia.
Ya no sé cuál es cuál.
Sí, acabo de hablar.
¿Pero he afirmado yo algo
o no he afirmado nada?

Nada hay más grande que la punta de un cabello del otoño.
Nada más pequeño que la enorme montaña Taishan.
Nadie más longevo que un recién nacido muerto.
Nadie más prematuramente muerto que el longevo Pengzu.
El Cielo y la Tierra han nacido conmigo
y los Diez Mil Seres conmigo son Uno.
Ahora que ya todo es Uno
¿para qué decir algo?
Cuando digo que todo es Uno
¿no utilizo la palabra?
Uno más palabra son dos.
Dos más uno son tres.
Si siguiéramos así,
el más experto contable no acabaría nunca,
y mucho menos una persona cualquiera.
Así, si llegamos de la ausencia a la presencia
y de la presencia al tres,
¿adónde llegaríamos a partir de la presencia?
Parémonos y lo afirmado cesa.

El Tao nunca ha tenido límites
La palabra nunca ha tenido normas.
Pero la afirmación tiene sus límites.
Déjame decirte cuáles son.
Hay derecha, hay izquierda,
hay reflexión, hay debate,
hay división, hay discriminación,
hay rivalidad, hay pelea.
Éstos son los ocho poderes.
De más allá del Universo,
el hombre Santo sabe pero no habla.
De rnás acá del Universo,
el hombre Santo habla pero no discute.
De los Anales de los antiguos reyes
el hombre Santo discute
pero no debate.
Debatir:
desprenderse de lo que no puede ser debatido.
¿Qué quiere decir esto?
El hombre Santo
todo lo acoge en su seno.
El hombre común
debate para ponerse en evidencia.
Por eso digo: el que debate, nada alcanza.
El Tao supremo es innombrable.
El Debate supremo, mudo.
La suprema Bondad ignora el bien.
La Probidad suprema nada guarda.
El Coraje supremo nunca agrede.
El Tao que se ilumina ya no es Tao.
La palabra que debate nada alcanza.
La bondad que perdura no es perfecta.
La brillante probidad no es creíble.
El coraje que agrede es inmaduro.
Son cinco realidades perfectas como el círculo,
pero se deforman en cuadrados.

El saber que permanece en la ignorancia
es lo más alto.
¿Quién puede conocer el Debate
Callado, el Tao impronunciable?
Si alguien es capaz de conocerlo algún día,
eso es lo que se llama el Tesoro Celeste.
Por mucho que derrames en él,
nunca se llenará.
Por mucho que saques de él,
nunca se agotará.
Misteriosa es la fuente en donde brota
porque es la llamada Luz Oculta.


VI

Antiguamente el emperador Yao
preguntó a Shun:
«Es mi deseo someter a los Zong,
a los Kuai y a los Xu Ao.
Pero me siento inquieto en mi trono.
¿Cuál puede ser la causa?».


Y Shun le respondió:
«Estos tres reinos
perdidos entre los matorrales
¿cómo pueden inquietarte?
En otros tiempos diez soles surgieron
y los Diez Mil Seres brillaron.
¿Acaso la Virtud de un hombre
no ilumina más que la luz del sol?».


Nie Que preguntó a Wang Ni:
«¿Conoces algo que sea afirmado por todos?».

«¿Cómo puedo yo saberlo?» - contestó Wang Ni.

«¿Pero sabes que lo ignoras?».

«¿Córno puedo yo saberlo?».

«¿Entonces, nada puede conocerse?».

«¿Cómo puedo yo saberlo? - insistió Wang Ni -.
De todas formas, te diré algo:
¿Cómo puedo yo saber
que lo que se llama conocimiento
no es ignorancia,
que lo que se llama ignorancia
no es conocimiento?
Si un hombre se acuesta sobre mojado,
sus riñones no lo resistirían;
¿ocurriría esto con un pez como la locha?
Si un hombre se sube a un árbol,
temblará por miedo a caerse;
¿ocurriría esto con un mono?
¿Cuál de los tres conoce el lugar perfecto?
Los humanos se alimentan de herbívoros,
de heno se alimentan los alces y los ciervos.
A los ciempiés les encantan las serpientes.
Las lechuzas y los cuervos se comen los ratones.
Pero ¿cuál de los cuatro posee el gusto perfecto?
El mono se aparea con los monos;
la locha con los peces;
y sin embargo, al ver a Maoqiang y Li Qi,
beldades admiradas por el hombre,
los peces asustados se sumergen,
los pájaros se espantan,
los ciervos huyen.
¿Cuál de estos cuatro distingue la belleza perfecta?
Creo que la verdad y la mentira
son todo oscuridad y confusión inextricable.
¿Cómo podría yo diferenciarlas?».

Nie Que preguntó:

«Tú no conoces la benevolencia ni la justicia,
¿pero el Hombre Supremo las desconoce también?».

«¡El Hombre Supremo es un espíritu! - dijo Wang Ni -.

Aunque los grandes bosques ardan,
él no se quema.
Aunque los ríos He y Han se congelen,
él no siente ningún frío.
Aunque el rayo quiebre las montañas,
él no se asombra.
Aunque el huracán azote los océanos,
él no siente ningún temor.
Un ser así, por encima de las nubes,
cabalga la luna y el sol
y se pasea más allá de los Cuatro Mares.
Vida y muerte no le alteran
y menos aún los principios
del beneficio o del daño».


Qu Quezi preguntó a Zhang Wuzi:
«He oído decir al Maestro:
"El Santo nada persigue,
ni busca beneficios,
ni evita el daño.
No ama requerimientos
ni se encierra en doctrinas.
Sin decir nada, dice algo.
Diciendo algo, nada dice.
Vaga más allá del polvoriento mundo".
Aunque el Maestro considere estas palabras
fútiles e inconsistentes,
para mí son el camino del más grande Tao.
¿Qué piensas tú?».

Zhang Wuzi contestó:
«Si el propio Emperador Huangdi
se habría ofuscado al oírlo,
¡cómo iba a entenderlo Confucio!
Tú, sin embargo, te apresuras.
Ves el huevo y ya quieres el gallo.
Ves la ballesta y ya quieres asada la lechuza.

Y ahora, ¿quieres escucharme
con la misma ingravidez que mis palabras?
Con el sol y la luna a cada lado
guarda en tu seno al universo todo.
Deja a un lado oscuridad y confusión.
Lo mismo es el noble que el esclavo.
El pueblo se agita y se consume.
El Santo se aquieta y permanece
impávido, abraza los milenios
y en lo Uno instala la pureza.
Son los Diez Mil Seres como son,
todos reunidos en lo Indiferenciado.
¿Cómo puedo yo saber
que amar la vida no es una trampa?,
¿que odiar la muerte no es extraviarse,
como un niño se pierde al regresar a casa?
Li era la hija de Ai, un guarda fronterizo.
Cuando el rey del país de Jin se apoderó de ella,
las lágrimas mojaron su vestido.
Pero una vez que llegó a palacio,
y compartió con el rey el mismo lecho,
y se alimentó de exquisita carne,
se arrepintió entonces de sus lágrimas.
¿Cómo puedo yo saber
si los muertos se arrepienten
de desear antes la vida?

Quien sueña con un banquete
se despierta con lágrimas.
Pero quien sueña con lágrimas
se despierta con cacerías en la aurora.
Quien sueña, ignora que sueña.
Quien dentro de un sueño
sueña que sueña,
al despertar sabe que todo era un sueño.
Sólo en el Gran Despertar
se revela el Gran Sueño.
Los estúpidos creen que están despiertos,
y que saben ellos mismos quiénes son:
príncipes o pastores. ¡Qué obtusos!
Confucio y tú no sois más que un sueño
y yo que lo digo soy un sueño también.
Todo esto tiene por nombre: el misterio.
Dentro de muchos siglos,
un Santo revelará todo en el espacio de un día.

Durante un debate, si tú triunfas y yo pierdo,
¿tú estás en la verdad y yo en lo falso?
Si yo triunfo y tú pierdes,
¿yo estoy en la verdad y tú en lo falso?
¿Ambos estamos en la verdad?
¿Ambos estamos en lo falso?
Ni tú ni yo podremos saberlo.
Y los demás, a oscuras, tampoco.
¿A quién llamar para resolverlo?
¿A uno de tus aliados?
Estando de tu parte ¿cómo podría juzgar?
¿A uno de los míos?
Estando de mi parte ¿cómo podría juzgar?
¿A alguien que no estuviera
de tu parte ni de la mía?
No, por exceso de alejamiento.
¿A alguien que estuviera de tu parte y de la mía?
No, por exceso de cercanía.
Y si ni yo ni nadie puede saberlo,
¿buscaremos a alguien más?

¿Qué significa "conformarse a la Norma Celeste"?
Afirmar la negación. Admitir lo que no es así.
Si la afirmación verdaderamente afirma,
su alejamiento de la negación excluye todo debate.
Si el "así" es verdaderamente "así",
su distancia del "no es así" excluye todo debate.
Debatir en la reciprocidad
como si la reciprocidad no existiera.
Conformarse a la Norma Celeste
y al cambio ilimitado.
Así, agotar los años.
Olvidar la sucesión en el tiempo,
la distancia en el espacio.
Remontarse a lo infinito
y en lo infinito
asentarse y reposar».


VII

Penumbra preguntó a Sombra:
«Hace un momento estabas caminando,
ahora estás quieta.
Hace un momento estabas sentada,
ahora estás de pie. ¿Por qué no te decides?».
Sombra respondió:
«Para ser ¿no dependo yo de algo?,
y eso de lo que yo dependo
¿no depende a su vez de algo más?
¿No soy yo como la serpiente
que depende de sus escamas
o la cigarra que depende de sus alas?
¿Cómo puedo yo saber por qué es así
o por qué no es así?».

Una noche, Zhuang Zhou
soñó que era una mariposa,
revoloteando feliz y contenta de serlo.
Pero no sabía que era Zhou.
De pronto, Zhuang Zhou se despertó,
sorprendido de ser él mismo.
Ya no sabía si era una mariposa
que soñaba ser Zhuang Zhou
o Zhuang Zhou que soñaba ser una mariposa.
Entre mariposa y Zhuang Zhou
hay una diferencia.
Eso es lo que se llama
«transmutación de los seres».



Los Capítulos Interiores de Zhuang Zi
Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer

Zhuang Zi - Capítulos interiores 1

Capítulo I
LIBRE CAMINAR


I

Muy al Norte, en el oscuro abismo,
existe un pez. Su nombre es Kun.
¡Es tan inmenso que mide
no se cuántos miles de li !
Transformado en pájaro, su nombre es Peng.
¡Es tan inmensa su espalda, que mide
no se cuántos miles de li !
Con toda su fuerza emprende el vuelo
y sus grandes alas son como nubes
que cubren los confines del cielo.
Es con la gran marea
cuando Peng parte hacia el Lago Celeste,
en el lejano abismo del Sur.

Así dice el Libro de las Maravillas:
"En el mes de junio,
al emprender su vuelo hacia el Sur,
Peng emerge batiendo sus alas contra el agua
sobre una superficie de tres mil li,
hasta que un viento poderoso en espiral
lo alza a noventa mil".
Caballos salvajes, polvaredas, criaturas
que respiran soplándose entre sí.
¿Este inmenso azul del cielo es su verdadero color
o es el efecto de la distancia infinita?
Y es que Peng el pájaro, cuando mira hacia abajo,
ve exactamente el mismo azul.

Si el agua es poco profunda
no puede sostener un barco;
pero el agua de un tazón
volcada en un pequño hoyo
puede hacer un barco
de una simple hoja de hierba.
El tazón se pegaría al fondo,
como un barco demasiado grande
para tan poca agua.
Así, sobre poco aire,
no podrían sostenerse grandes alas.
Por eso Peng se eleva a noventa mil li
y apoyado sobre el viento al que cabalga,
con el Cielo arriba, a sus espaldas,
emprende ya sin demora su marcha hacia el Sur.

Una cigarra y una paloma torcaz se burlaban diciendo:
"Cuando iniciamos el vuelo presurosas
por alcanzar un olmo o un sándalo,
a veces caemos a tierra antes de llegar.
¿A santo de qué ascender a noventa mil li
y remontar el vuelo hacia el Sur?".
Para quien se va un día al campo
tres comidas serán suficientes
y volverá aún con el estómago lleno;
quien se aleja cien li de distancia
llevará provisiones para la noche;
pero quien recorre mil li
necesitará alimentos para tres meses.
¡Qué pueden entender estas dos pequeñas criaturas!

Un pequeño saber no puede equipararse a uno grande.
Ni una corta vida a una larga existencia.
¿Cómo se sabe que esto es así?
El hongo que sólo vive una mañana
desconoce el ciclo de la luna.
La cigarra de verano nada sabe
de primaveras ni de otoños.
Así son las pequeñas existencias.
Al sur del estado de Chu
vive la tortuga Min Ling
cuyo otoño es de quinientos años,
de quinientos años también su primavera.
En la remota antigüedad había un cedro
cuyo otoño duró ocho mil años,
y ocho mil años también su primvera.
Así son las largas existencias.
Como Pengzu conocido por su longevidad,
y al que en vano desearíamos imitar.

Las preguntas del emperador Tang a Ji
también eran del mismo género:
"¿Existen los confines del espacio?".
"Más allá de lo ilimitado:
lo ilimitado.
Más allá de lo infinito:
lo infinito - repondió Ji -.
En el Lago Celeste,
un abismo oscuro del Septentrión estéril,
habita un pez. Su nombre es Kun.
¡Es tan inmenso, que mide
no se cuántos miles de li!
Allí habita un pájaro. Su nombre es Peng.
¡Es tan grande su espalda como la montaña Tai,
y sus alas tan inmensas omo nubes
que cubren los confines del Cielo!
Una enorme espiral de viento
como un gran cuerno de carnero
lo eleva a más de noventa mil li,
y una vez que traspasa las nubes
cuando sólo el cielo azul se extiende a sus espaldas,
orienta su vuelo hacia el abismo del Sur.
Un gorrión se burlaba diciendo:
"¿Adónde irá ése?
Yo doy un salto hacia el aire
y apenas me elevo, ya desciendo
para revolotear entre la hierba.
Así es el culmen de mi vuelo,
Pero ése ¿adónde irá?".
He ahí la diferencia entre lo grande y lo pequeño.

Inteligencia apropiada para desempeñar un oficio,
conducta ejemplar en la sociedad,
virtud pareja a la del príncipe,
talento suficiente para servir al estado,
todos ellos atributos que hacen a un hombre
tan orgulloso como esas pequeñas criaturas.
Song Rongzi se rió de todos ellos:
que el mundo entero le alabase
o despreciase le traía sin cuidado.
Conocía el límite que separa lo exterior
de lo interior, la frontera que se extiende
entre la gloria y la desgracia.
Eso era todo. Nada podía perturbarle.
Pero no instauró nada nuevo en el mundo.

Lie Zi cabalgaba el viento,
en vuelo ágil y lleno de luz.
Al cabo de los quince díasregresaba.
Y aunque ignoraba el ardor de la felicidad
y exento estaba del caminar humano
no pudo librarse de todas las dependencias.

El que sigue la Norma exacta
del Cielo y de la Tierra,
empujado por los seis soplos
que eternamente se transforman;
el que camina libremente por el infinito,
¿de qué podría depender?
Así está escrito:
El Hombre Supremo carece de yo.
El Hombre Divino carece de mérito.
El Hombre Santo carece de fama.

II

Cuando Yao quiso ceder su imperio a Xu You,
le dijo: "El surgir del sol y de la luna
hace inútil la luz de las antorchas.
La caída apropiada de la lluvia
hace vano el riego de los campos.
Sube tú al trono y así el mundo
estará bien gobernado.
Yo no soy apto para ello
y mientras siga en el poder
sólo veré mis fracasos.
Te lo ruego: toma el mando".

Y Xu You le contestó:
"Señor, tú gobiernas el mundo
y el mundo está bien gobernado.
¿Tan sólo para ganar renombre
voy yo a ocupar ese puesto?
El renombre no es más que el huésped de lo real.
Yo, ¿un simple huésped?
Cuando el pájaro troglodita
construye en el bosque su nido,
una ramita le basta.
Cuando el topo bebe en el río,
toma lo justo para saciar su sed.
Señor, vuelve a tu trono.
¿Qué puedo yo hacer
con las riendas del mundo?
Si el cocinero falta a su oficio,
el que representa a los muertos
y el que invoca en los sacrificios
no abandonan ofrendas ni vino sagrado
para reemplazarle en su puesto".

Jianwu comentó a Lian Shu:
"He oído a Jie Yu,
y sus palabras me causan pavor.
Son palabras grandiosas pero no reales,
tan lejanas que jamás retornan,
como la Vía Láctea sin contornos,
tan inconmensurables que ignoran
todas las cosas del mundo".

Y Lian Shu le preguntó qué decían esas palabras.

"Decían que en la misteriosa montaña Gushe
viven unos seres divinos
cuya blanquísima piel brilla como el hielo.
Tan tímidos y dulces como jóvenes doncellas.
No comen los cinco cereales,
beben rocío y respiran viento.
Cabalgan sus dragones
por encima de las nubes
y se dirigen más allá de los Cuatro Mares.
Concentrando su espíritu,
pueden curar enfermedades
y hacer que maduren las cosechas.
Yo, de todas estas locuras,
no creo ni una sola palabra".

Entonces Lien Shu le respondió:
"¡Claro! ¡Cómo un ciego iba a apreciar ornamentos y colores!
¡Cómo un sordo iba a escuchar campanas y tambores!
No sólo el cuerpo puede no ver y no oír.
No sólo los ojos enceguecen.
No sólo ensordecen los oídos.
Así también la inteligencia
ciega y sorda puede estar,
como lo muestran tus palabras.
Un hombre de tal Virtud
funde los Diez Mil Seres
en su Unidad primera.
Y aunque el mundo se lo exija,
¿cómo va él a dignarse
gobernar sobre la tierra?
A un hombre así nada puede herirle.
Aunque las olas lleguen al Cielo,
él no se ahogaría.
Aunque por una gran sequía
se disuelvan piedras y metales,
se calcinen tierras y montañas,
las llamas no le alcanzarían.
Tan sólo de su cuerpo convertido en polvo
los grandes Yao y Shun renacerían.
¡Para qué iba él a ocuparse
de las cosas del mundo!".

Como aquel hombre de ong
que quiso vender sombreros en la ciudad de Yue.
Pero sus habitantes, de cabeza rapada
y cuerpo tatuado, no los necesitaban.
O como Yao, que instauró el orden
y la paz por todas partes,
y cuando visitó a los Cuatro Sabios
del Monte Gushe, al norte del río Fen,
olvidó su imperio para siempre.

III

Hui Zi dijo a Zhuang Zi:
"El rey de Wei me dio una semilla de calabaza.
Cuando ésta creció, era tan enorme
que no servía ni de cántaro para agua:
¡imposible levantarla!
La partí para hacer cazos,
pero incluso éstos resultaban demasiado grandes.
Así que la rompí en pedazitos".

Zhuang Zi respondió:
"No sabes hacer uso de lo grande.
Un hombre de Song inventó un bálsamo para manos cortadas.
Por generaciones, su familia lavaba y blanqueaba la seda.
Un forastero se interesó por la receta
y le ofreció cien piezas de oro.
El inventor dijo a su familia:
"Desde hace años, lavando seda
no ganamos apenas unas monedas
y en sólo una mañana podemos ganar cien piezas de oro.
¡Vamos pues a venderla!".
El forastero, después de adquirirla,
se la ofreció al rey de Wu;
éste, agradecido, le nombró general
de la flota contra Yue.
En pleno invierno consiguió una victoria
y como recompensa obtuvo un feudo.
El bálsamo para no agrietarse las manos,
a uno le sirvió para lavar la seda,
a otro para obtener un feudo.
Todo depende de la utilidad que se le dé.
Esa enorme calabaza que tenías,
en lugar de quejarte de sus defectos,
¿por qué no la usaste como balsa
para navegar por lagos y por ríos?
¡Desde luego que eres obtuso!".

Hui Zi dijo:
"Tengo un gran arbol al que llaman ailanto,
de tan nudoso tronco y ramas tan retorcidas,
que escuadra, cuerda y compás no pueden medirlo.
Se yergue al borde del camino,
pero a ningún carpintero le interesa.
Igual que tus palabras, ¡tan grandes,
tan inútiles, que no sirven para nada!".
A lo que Zhuang Zi respondió:
"¿No has visto a la comadreja
cómo se agacha y se encorva
para atrapar a su presa?
¿Cómo salta hacia el este y el oeste,
hacia arriba y hacia abajo,
aunque un día caiga en la trampa
y acabe por morir en la red?
En cambio ese yak,
tan grande como una nube
que cubre los confines del cielo,
incapaz es de atrapar un ratón.
Este árbol, del que lamentas su inutilidad,
¿por qué no lo plantas en las extensas
llanuras de la nada?
Paséate bajo él y duerme bajo su sombra.
Nunca conocerá los golpes del hacha
ni sufrirá daño alguno.
Su estado es lo inútil.
¿Qué podría entonces perturbarlo?".


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Pilar González España y Jean Claude Pastor-Ferrer

Epica de la creación babilónica

... Pero Tiamat no volvió su cuello,
Con labios que no eran vacilantes emitió palabras rebeldes
Entonces el señor levantó el rayo, su poderosa arma,
Y contra Tiamat que estaba enfurecida, envió su palabra:
“Te has vuelto grande, has exaltado tu estatura,
Y tu corazón te ha empujado a la batalla…
Y contra los dioses mis padres has forjado un malvado plan.
¡Deja entonces que tu ejército sea equipado y que se ciña las armas!
¡Ponte en pie y luchemos tú y yo!

Cuando Tiamat oyó estas palabras
Se sintió posesa y perdió la razón.
Tiamat dio gritos agudos y salvajes,
Tembló y se sacudió hasta sus más profundas bases,
Luego recitó un encantamiento, pronunció un hechizo.
Y los dioses de la batalla perdieron sus armas a gritos,

Luego avanzaron Tiamar y Marduk, el consejero de los dioses;
Llegaron a la lucha, se acercaron a la batalla.
El señor extendió su red y la cogió en ella,
Y le soltó en la cara el viento maligno que estaba detrás de él.
Los vientos terribles llenaron el vientre de ella,
Y perdió el valor y quedó con la boca abierta.
El tomó el tridente y le reventó el vientre,
Y después de haber cortado sus entrañas, atravesó su corazón.
El la venció y le arrancó la vida;
Echó al suelo su cuerpo y se puso de pie sobre él.

Y el señor se puso de pie sobre la parte trasera de Tiamat
Y con su lanza inmisericorde le aplastó el cráneo.
Cortó los canales de su sangre
E hizo que el viento del norte la llevara a lugares secretos…
Entonces el señor descansó, miró el cuerpo muerto
e ideó un astuto plan.
La partió en dos mitades como a un pez;
Estableció una de sus mitades como la cubierta para el cielo
Puso un cerrojo y puso un guarda
Y les dijo que no dejaran salir las aguas.
Pasó a través de los cielos, y miró las regiones celestiales
Y por encima de la Profundidad estableció el reino de Nudimmud.
Y el señor midió la estructura de las profundidades.


Epica de la Creación, tablilla IV, versos 35-143, adaptado de la traducción de L. W. King, Babylonian Religión and Mithology (Londres, 1899)

Génesis, capítulo II Babel


1 ERA entonces toda la tierra de una lengua y unas mismas palabras.

2 Y aconteció que, como se partieron de oriente, hallaron una vega en la tierra de Shinar, y asentaron allí.

3 Y dijeron los unos á los otros: Vaya, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y fuéles el ladrillo en lugar de piedra, y el betún en lugar de mezcla.

4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres.

6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un lenguaje: y han comenzado á obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensando hacer.

7 Ahora pues, descendamos, y confundamos allí sus lenguas, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

8 Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.

9 Por esto fué llamado el nombre de ella Babel, porque allí confudió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

Reyna Valera, 1909

Cantos de los Navajos (América del Norte)


La voz que embellece la tierra

¡La voz que embellece la tierra!
La voz de la altura,
la voz del trueno,
entre las negras nubes
suena y retumba,
la voz que embellece la tierra.

¡La voz que embellece la tierra!
La voz de abajo,
la voz de la langosta,
entre las flores y la hierba
una y otra vez suena,
la voz que embellece la tierra.



Ritual de la lluvia

Desde tiempos antiguos,
viene la lluvia,
viene la lluvia conmigo.
De la Montaña de Agua
de sus lejanas cimas,
viene la lluvia,
viene la lluvia conmigo.

Entre luz de relámpagos,
relámpagos que brillan,
relámpagos fulmíneos,
viene la lluvia,
viene la lluvia conmigo.

Entre las golondrinas,
golondrinas azules
que contentas pían,
viene la lluvia,
viene la lluvia conmigo.

Atravesando el polen,
el polen bendito,
de polen vestida,
viene la lluvia
viene la lluvia conmigo.

Desde tiempos antiguos,
viene la lluvia,
viene la lluvia conmigo.





Poesía oral, selección
Estudio preliminar y selección: Daniel Freidemberg
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina

Un ideal de la vida espiritual (Regla de la comunidad Qumrán)

A orillas del Mar Muerto, a pocos kilómetros de donde predicaba Juan Bautista, levantábase en tiempos de Jesús la residencia de una comunidad esenia. Parte de su biblioteca, escondida en 70 cuando la guerra contra los romanos, ha sido descubierta a partir de 1947 en las cuevas de los alrededores (llamadas “grutas de Qumran”). Resulta interesante conocer la espiritualidad de este ambiente, con el que pudo estar en elaciones Juan Bautista, como también los oyentes de Jesús. Los que siguen son pasajes del himno con que concluye la Regla de la Comunidad:


A la llegada del día y de la noche,
entraré en la alianza de Dios;
al salir de la tarde y la mañana
enunciaré sus mandamientos,
y mientras éstos duren haré en ellos mi recinto,
sin desviarme de ellos.

Al principiar mis tareas y ocupaciones,
bendeciré su nombre;
al comienzo de toda actividad,
al acostarme y al levantarme,
y cuando esté reposando en mi lecho,
yo lo aclamaré.
Lo bendeciré, ofreciéndole el tributo de mis labios,
al abandonar la mesa de los hombres,
y antes de alargar la mano para alimentarme
con los deliciosos productos de la tierra.
Aunque broten el temor y el terror,
y perdure la angustia y la desolación,
lo bendeciré por haber realizado
maravillas extraordinarias;
meditaré acerca de su poderío,
y en sus gracias me apoyaré todo el día.
Sabiendo que en su mano está el juicio de todo lo viviente,
y que sus obras son la Verdad,
en el umbral de la angustia lo alabaré
y cuando me salve, también lo aclamaré.

(Columna 10, 10-17)


Yo, por mí, pertenezco a la humanidad culpable,
en compañía de la carne de iniquidad;
mis ofensas, mis faltas, mis pecados,
y la perversidad de mi corazón
me ponen en compañía de la piojera
y de los que van a las tinieblas.

Pero, si yo vacilo,
siempre serán mi salvación las gracias de Dios;
y si tropiezo por el extravío de la carne,
mi juicio será según la justicia de Dios,
que dura para siempre.
Mas si prolongare mi angustia,
librará a mi alma de la perdición,
y afianzará mis pasos en el camino.

En su misericordia me hizo aproximar,
y mi juicio sobrevendrá según su gracia.
En su justicia verídica me juzgó,
y en su gran bondad borrará todas mis ofensas.
Me limpiará en su justicia de la mancilla humana
y del pecado de los hijos de Adán,
para que se den gracias a Dios por su justicia,
y al Altísimo por su magnificencia.

¡Bendito seas, Dios mío,
que abres al conocimiento el corazón de tu siervo!
Consolida todas mis obras en la justicia,
y concede al hijo de tu sierva,
como lo quieres para aquellos que escoges de entre los hombres,
que se conserve ante ti para siempre

Extraído de Pierre Grelot, Introducción a los libros sagrados, Buenos Aires, Editorial Stella, 1965
Versión castellana de Carlos E. Olivera Lahore y Ramón Edmundo Odiard f.s.c.

Lie Zi – Tian Rui (El jade celeste)

Dice el Huang di shu: “Al actuar la forma, no surge otra forma, sino una sombra; al actuar el sonido, no surge otro sonido, sino un eco; al actuar el vacío, no surge el vacío, sino el ser.” La forma tiene necesariamente un final. ¿Tienen un final el cielo y la tierra? Igual que nosotros, todo tiene un final. ¿Un final definitivo? No lo sabemos. ¿El dao tiene un final? El dao por su esencia no tiene principio. ¿Dejará de existir? El dao por su esencia no tiene fin. Lo que tiene vida, retorna a la no-vida; lo que tiene forma retorna al estado sin forma. Pero esa no-vida no es la no vida esencial, ni ese estado sin forma es la no-forma esencial. Lo vivo, por ley, debe necesariamente tener un fin; lo que tiene un fin no puede dejar de tenerlo, al igual que lo que nace no puede dejar de nacer. De modo que caen en gran extravío quienes aspiran a perpetuar su vida e impedir su definitiva extinción.

El espíritu pertenece al cielo (tiene naturaleza celestial); huesos y carne (el cuerpo) pertenecen a la tierra (tienen naturaleza terrenal). Lo que pertenece al cielo es limpio y fluido, lo que pertenece a la tierra, sucio y compacto. Cuando el espíritu abandona la forma (el cuerpo), cada uno regresa a su ser propio. Por eso se los llama gui*. Gui, es decir, retornados, porque han retornado a su verdadera morada (a su origen). Dice el Emperador Amarillo:

El espíritu entra en su morada,
el cuerpo retorna a su raíz.
¿Qué puede ya quedar de mí?

*El ideograma gui (que las traducciones occidentales vierten como “espíritus”, “demonios”, “fantasmas”) designa los espíritus de los difuntos.



En Lie Zi (China, siglos V y IV a.C), El libro de la perfecta vacuidad (Tian Rui: el jade celeste, 6), Barcelona, Editorial Kairos, 2002

La expectación del Mesías-Rey, hijo de David

Los Salmos de Salomón fueron compuestos en ambiente fariseo, entre 68 y 42 antes de Cristo. Los fragmentos del salmo 17 citados aquí nos hacen conocer el estado de mesianismo en esa época. En la exasperación causada por la dominación romana, surge netamente la tendencia nacionalista, y a pesar del gran espíritu religioso del autor, sus sueños de porvenir no van más allá del plano de la historia temporal.


Mira, Señor, y suscítales
a su Rey, hijo de David,
en la época que tú sabes, oh Dios,
para que reine sobre tu siervo Israel;
invístelo de fuerza
para que quiebre a los injustos potentados.

Él reunirá al pueblo santo,
y lo conducirá con justicia
gobernará las tribus del pueblo
santificado por el Señor su Dios;
no dejará morar la iniquidad en medio de ellos,
ni habitará con ellos ningún hombre habituado al mal…
Gobernará a los pueblos y naciones
en la sabiduría de su justicia;
pondrá a los pueblos paganos a servicio bajo su yugo,
y glorificará al Señor
a la vista de toda la tierra.
Purificará a Jerusalem
santificándola como estaba ates;
y así las naciones vendrán de los extremos de la tierra
para ver su gloria,
trayéndole por ofrenda
a sus hijos, ya sin fuerzas,
y para ver la gloria del Señor
con que Dios a habrá glorificado.

En cuanto a él, como un rey justo,
instruido por Dios, reinará sobre ellos;
y no habrá iniquidad alguna
durante sus días en medio de ellos,
porque todos serán santos,
y su Rey será el Ungido del Señor…
Estará puro de pecado,
para regir pueblos inmensos,
para reprender a los jefes y destruir a los pecadores
mediante la fuerza de su palabra.
No desfallecerá en sus días,
apoyado en su Dios,
pues Dios lo ha hecho poderoso por su Espíritu Santo
y sabio por el don de consejo inteligente,
acompañado de fuerza y de justicia.

¡Felices los que vivan en aquellos días,
para contemplar la dicha de Israel!
¡Hágalo Dios así!
¡Apresure Dios su misericordia sobre Israel!
¡Y líbrenos de la contaminación de impuros enemigos!

Salmo 17, 23-51


En los oráculos proféticos se encontrará la mayoría de los rasgos aquí reunidos. El poeta espera que Dios realice en la tierra un pueblo santo; sin embargo, esta esperanza religiosa forma cuerpo con el nacionalismo.


Atón

Salmo egipcio: Himno a Atón

En el siglo XIV a.JC, el faraón Amnofis IV (Akenatón) intentó imponer a Egipto el culto exclusivo de Atón, el disco solar divinizado, mirado como principio fundamental de todas las cosas. Su himno a Atón revela un gran sentimiento de la naturaleza. El autor del salmo 104 parece haberlo conocido y en parte imitado para cantar a Yavé como creador universal.


¡Tú irradias belleza en el horizonte del cielo,
oh Sol viviente, que viviste desde el origen!
Cuando te levantas en el horizonte oriental,
llena todo el país de tu hermosura…
Cuando te acuestas en el horizonte occidental,
la tierra queda en sombras como las de la muerte…
Todos los leones salen de su madriguera,
todas las serpientes se lanzan a morder.
Todo está oscuro, la tierra en el silencio,
porque quien lo hace todo descansa en su horizonte.

Al alba, cuando te levantas en el horizonte,
cuando luces durante el día en tu calidad de Sol,
cuando expulsas la oscuridad y lanzas tus rayos,
los dos Países se despiertan, gozosos, y se ponen de pie;
la causa de ti se lavan los cuerpos, se ponen los vestidos,
los brazos se abren para adorar tu esplendor,
la tierra entera se dedica a su trabajo.
Todos los ganados se regocijan en su provisión;
reverdecen los árboles y las plantas;
las aves que vuelan fuera del nido
abren sus alas adorándote.
Los corderos saltan sobre sus pies.
Todo cuanto agita las alas y revolotea,
todo vive porque tú te levantaste para ellos…

¡Cuán numerosas son tus obras, ocultas a nuestra vista!
¡Único Dios, que no tienes semejante!
Tú creaste la tierra según tu corazón, cuando estabas solo:
hombres, ganados, bestias feroces,
todo cuanto camina en la tierra sobre sus patas,
todo cuanto vuela en el cielo con sus alas…
La tierra llegó a su existencia por tu mano,
según Tú lo quieres;
te levantas, y los seres viven;
te acuestas, y mueren.
Tú eres la medida de la vida,
porque sólo se vive por ti.
Los ojos contemplan tu belleza hasta que te acuestas,
y todo trabajo cesa cuando te acuestas en el horizonte…


Esta adoración del Creador sería digna de figurar en la poesía bíblica, si no fuera por la confusión que supone entre el Creador y el Sol personificado. La imitación del salmista permanece a un nivel puramente literario


Extraído de Pierre Grelot, Introducción a los libros sagrados, Buenos Aires, Editorial Stella, 1965
Versión castellana de Carlos E. Olivera Lahore y Ramón Edmundo Odiard f.s.c.

Enkidu y Gilgamesh

Enkidu y Gilgamesh, asesinato de Humbaba

Poesía cananea

La poesía hebraica se desarrolló en la escuela de la poesía cananea. Para dar una idea de ésta presentamos un pasaje tomado de una leyenda épica de Ugarit. El texto, transcripto en el siglo XIV, puede remontarse al final del segundo milenario. El héroe Daniel ("Él es mi juez") es apodado constantemente "el Refaíta" (no es seguro que se trate del nombre de un pueblo, pero así llama la Biblia a los antiguos habitantes de Canaán), "el Harnemita" (del nombre de un lugar desconocido). Está desolado por no tener un hijo. Cuando comienza la escena, cumple siete días seguidos ritos destinados a obtener uno: un festín cultual en que consume un plato especial, compartiendo así la mesa de los dioses, y luego una estadía nocturna en el santuario, donde tendrá lugar la manifestación divina.


El quinto, el sexto, el séptimo día,
Daniel toma parte en el festín de los dioses:
come en el festín de los dioses,
bebe en el festín de los Santos.
Daniel se quita su túnica;
se quita la túnica, sube y se acuesta;
se quita el cinturón, y pasa la noche.
Entonces, en el séptimo día,
Baal se acerca, en su misericordia,
al infortunio de Daniel el refaíta,
al suspiro del valiente harnemita,
que no tiene hijos como sus hermanos,
vástagos como sus compatriotas:
"¡Ah! ¡Que no tenga un hijo como sus hermanos,
un vástago como sus compatriotas!
¡A él, que come en el festín de los dioses,
que bebe en el festín de los Santos,
bendícelo, oh Toro Él, padre mío!
¡Favorécelo, oh creador de las creaturas!
para que haya un hijo suyo en su casa,
un vástago en su palacio,
para erigir el monumento de sus divinos antepasados,
y en el santuario venere a sus ascendientes...,
lo sostenga cuando esté ebrio de vino,
consuma su comida (funeraria) en la casa de Baal,
su banquete (fúnebre) en la casa de Él..."
Entonces, Él, toca a su siervo:
bendice a Daniel el refaíta,
se muestra propicio al valiente harnemita.



Le nace entonces un hijo a Daniel. Al cabo de cierto tiempo, estando en su casa con su mujer, la señora Danatiya, recibe una visita divina: el dios-artesano trae un arco y flechas para el niño. La escena se describe así:


Llega el séptimo día.
Sin tardanza, Daniel el refaíta,
se levanta y preside la audiencia a la entrada de la Puerta,
cerca de los montones de grano que están en la era.
Juzga la causa de la viuda,
dice el derecho del huérfano.
Levantando la vista, observa
a mil estadios, a miríadas de leguas,
la marcha de Kathir (= el Hábil);
mientras mira, ve
la llegada de Hasis (= el Sabio).
Hélo aquí que trae un arco;
hélo aquí con profusión de flechas.
Entonces Daniel el refaíta,
sin tardanza el valiente harnemita,
con fuerte voz grita a su mujer:
"¡Escucha, señora Danatiya!
Apresta un cordero del rebaño,
para el apetito del Hábil y del Sabio,
para el deseo del Experto en trabajos manuales.
Alimenta y da de beber a los dioses;
sírvelos y hónralos;
a los Señores de Menfis, los dioses del universo".
La señora Danatiya lo oye;
apresta un cordero del rebaño,
para el apetito del Hábil y del Sabio,
para el deseo del Experto en trabajos manuales.
Llega por fin el Hábil y el Sabio:
en manos de Daniel entrega el arco,
en sus rodillas dispone las flechas.
Entonces, la señora Danatiya
alimenta y da de beber a los dioses;
los sirve y los honra,
a los Señores de Menfis, los dioses del universo.
El Hábil retorna a su tienda,
el Experto retorna a su morada...


Nótese en el estilo el balanceo de los paralelismos, como el la poesía hebraica. La leyenda épica se desarrolla en un clima politeísta; las relaciones entre dioses y hombres son bastante similares a las que vemos en la poesía homérica. Él ("Dios") es el dios supremo de la mitología cananea. Baal ("el Señor"; su nombre propio es Adad) es el dios de la tempestad y de la vegetación. El dios-artesano, análogo al Vulcano de los latinos, lleva un nombre hecho con epítetos de naturaleza: Kathir, "el Hábil"; Hasis, "el Sabio"; Hiyan, "el Experto" (en trabajos manuales)". El contexto podría sugerir un dios doble: la mujer de Daniel alimenta "a los dioses"; pero el plural podría entenderse también como un plural de majestad.

Será útil comparar esta página con ciertos textos bíblicos. Cierta similitud en el modo de narrar episodios cuyo tema es bastante parecido no debe hacer olvidar las diferencias profundas, particularmente en el plano religioso. Pero se ve que los narradores bíblicos son tributarios del arte cananeo, y no es nada improbable que sus recensiones en prosa de las tradiciones nacionales hayan sido precedidas de composiciones poéticas, cantadas por los rapsodas de Israel.


La muerte de Enkidu

Enkidu, a quien yo tanto amaba,
que había afrontado conmigo todas las fatigas,
se había ido al destino de la humanidad.
Día y noche he llorado por él.
No lo abandonaba a la tumba.
Me decía: "mi amigo va a levantarse a mis gritos".
Y esto durante siete días y siete noches,
hasta que el gusano le cayó sobre el rostro.
Desde que se ha ido, ya no encuentro vida;
he vagado como el cazador en medio de la estepa.
¡Oh, tabernera, ahora que veo tu rostro,
pueda yo no ver la muerte a la que temo!"

Dijo la tabernera a Gilgamesh:
"¡Oh Gilgamesh, hacia dónde corres!
La vida que buscas no la encontrarás.
Cuando los dioses crearon a la humanidad,
a la humanidad le aisgnaron la muerte,
y retuvieron la vida entre sus manos.
En cuanto a ti, Gilgamesh, llénate la panza;
¡día y noche, baila y diviértete!
Ponte vestidos limpios,
lávate la cabeza y báñate en el agua;
mima al pequeño que te toma la mano;
que tu esposa halle placer sobre tu seno.
Tal es la suerte de la humanidad..."



Cantar de los cantares - 8: 1-7

¡Ah, si tú fueras mi hermano
criado en los pechos de mi madre!
Al encontrarte por la calle
podría besarte,
sin que la gente me despreciara.
Yo te llevaría a la casa de mi madre,
te haría entrar en ella,
y tú me enseñarías...
Te daría de beber, vino aromatizado
y el jugo de mis granadas

Su izquierda sostiene mi cabeza
y con su derecha me abraza.

El Amado
Júrenme, hijas de Jerusalem,
que no despertarán, ni desvelarán
a mi amor,
hasta que ella quiera.

Coro
¿QUién es ésa que sube del desierto,
reclinada sobre su amado?

El amado
Te desperté debajo del manzano,
allí donde tu madre te dio a luz,
donde te dio a luz la que te engendró.

La amada
Grábame como un sello
sobre tu corazón,
como un sello sobre tu brazo,
porque el Amor es fuerte
como la Muerte,
inflexibles como el Abismo
son los celos.
Sus flechas son flechas de fuego,
sus llamas, llamas del Señor.
Las aguas torrenciales no pueden
apagar el amor,
ni los ríos anegarlo.
Si alguien ofreciera toda su fortuna
a cambio del amor,
tan sólo conseguiría desprecio.


Versión Pbros. Armando J. Levoratti y Alfredo B. Trusso
Buenos Aires, 1980

Eclesiástico 33:16

yo, el último en llegar,
me mantuve alerta como quien recoge detrás de los vendimiadores

Marduk

Génesis, capítulo 8

18 Entonces salió Noé, y sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos con él.
19 Todos los animales, y todo reptil y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra según sus especies, salieron del arca.
20 Y edificó Noé un altar á Jehová y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
21 Y percibió Jehová olor de suavidad; y dijo Jehová en su corazón:
No tornaré más á maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud: ni volveré más á destruir todo viviente, como he hecho.
22 Todavía serán todos los tiempos de la tierra; la sementera y la siega, y el frío y calor, verano é invierno, y día y noche, no cesarán.

Versión Reyna-Valera 1909

Relato mesopotámico del Diluvio 2

Cuando llegó el séptimo día,
hice salir una paloma y la solté;
la paloma fue y volvió;
no teniendo dónde posarse, se volvió.
Hice salir una golondrina y la solté;
la golondrina fue y volvió;
no teniendo dónde posarse, se volvió.
Hice salir a un cuervo y lo solté;
el cuervo salió, y viendo el reflujo de las aguas
comió, chapoteó, graznó, y no volvió.
Los hice salir a los cuatro vientos, ofrecí un sacrificio,
derramé una libación en la cima de la montaña,
por debajo acumulé cañas, madera de cedro y de mirto.
Los dioses sintieron el olor;
los dioses sintieron el agradable olor;
los dioses, como moscas, se agruparon por encima del sacrificador.

Tableta 11, 145-161

Isaías 65: 17-25

65:17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
65:18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo.
65:19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor.
65:20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.
65:21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas.
65:22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos.
65:23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.
65:24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.
65:25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.